Un alcalde cada 5,14 años
Espadas, último eslabón de una cadena que han entrelazado Uruñuela, Del Valle, Rojas-Marcos, Becerril, Monteseirín y Zoido

Al asumir el bastón de mando del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Espadas se convierte en el séptimo alcalde de la ciudad desde la restauración de la democracia municipal bajo la Monarquía parlamentaria. Entre 1979 y este 13 de junio de 2015, Sevilla habrá tenido siete regidores de tres partidos políticos con cuatro coaliciones diferentes, dos únicas mayorías absolutas y dos gobiernos minoritarios como el que acaba de inaugurar el líder socialista Juan Espadas. Y en cinco ocasiones, la mitad de las elecciones, asume el cargo un candidato diferente al más votado en las urnas.
El promedio de alcaldes de Sevilla arroja una media de un relevo cada 5,14 años, una cifra bastante más elevada que en el resto de las capitales andaluzas. La variedad de alcaldes, coaliciones y fórmulas de gobierno ensayadas en los últimos 36 años contrasta vivamente con la continuidad y la proyección a largo plazo que han experimentado otras ciudades del entorno.
Por orden cronológico, el pleno municipal salido de las primeras elecciones democráticas en abril de 1979 deparó un pacto tripartito de izquierdas entre el PSOE, el PCE y el PSA andalucista que aupó al sillón de la Alcaldía a Luis Uruñuela con el socialista Antonio Rodríguez Almodóvar como primer teniente de alcalde. En frente, quedó la UCD de Rafael López Palanco, que había quedado victorioso en las elecciones, inaugurando así un cuadro de honor de triunfantes en las urnas pero derrotados en el pleno. Aquel experimento pronto se vio abocado al fracaso. Cuatro años más tarde, cuando los ciudadanos fueron convocados de nuevo a votar, la marea que había llevado a Felipe González a la Moncloa con diez millones de votos tan sólo nueve meses antes le dejó franca la Alcaldía al socialista Manuel del Valle.
En 1983, el PSOE obtuvo la primera mayoría absoluta en el pleno municipal, del que desapareció el andalucismo de partido pese a haber dispuesto de la Alcaldía los cuatro años anteriores. Del Valle, que había sido presidente de la Diputación el cuatrienio anterior, inició una decidida modernización de la ciudad iniciando la redacción del PGOU que debía amoldar la ciudad para la celebración de la Expo92.
En 1987, Manuel del Valle mantuvo la Alcaldía con más dificultades de las esperadas por la resurrección del andalucismo personificado en la campaña del "Amo Sevilla" de Alejandro Rojas-Marcos que lo devolvió al pleno municipal como tercera fuerza política en liza. El intenso desgaste al que sometieron al alcalde Del Valle las tres fuerzas de la oposición (PP, PA e IU) acabó con la sustitución del regidor como cabeza de cartel en las elecciones de 1991. El PSOE soñaba con colocar a Luis Yáñez como alcalde de Sevilla durante los fastos de la Exposición Universal de 1992.
En 1991, Yáñez ganó las elecciones pero se quedó sin formar gobierno por un pacto entre la segunda y la tercera fuerza más votadas, el PA de Rojas-Marcos y el PP de Soledad Becerril, que les garantizaba la mayoría en el pleno. Ese mandato vivió acontecimientos históricos como la Expo92, el Congreso Eucarístico Internacional de junio de 1993 y la boda de la Infanta Elena en marzo de 1995.
En mayo de 1995, Rojas-Marcos no pudo revalidar el sillón de alcalde, que tuvo que ceder a Soledad Becerril, quien le había superado en número de votos como la fuerza más votada. La coalición PP-PA siguió gobernando la ciudad, pero las grietas entre ambos socios se iban ensanchando de forma cada vez más evidente. Becerril y Rojas-Marcos levantaron entre sí un muro de suspicacias que les iba a llevar a romper el pacto cuatro años más tarde.
En 1999, con Aznar en el Gobierno de la nación, el Partido Andalucista decidió dar por rota su colaboración con los populares y se echó en brazos del PSOE de Monteseirín, que había sido previamente presidente de la Diputación provincial. La promesa por parte de la Junta de Andalucía presidida por Manuel Chaves de construir la primera línea de Metro actuó como justificación para evitar la reedición de una coalición a la que Soledad Becerril se oponía con todas sus fuerzas. El PA iba a pagar muy cara aquella aventura.
En 2003, con andalucistas y socialistas compartiendo el Gobierno autonómico, Monteseirín se lanzó a una campaña electoral en la que abominó de sus socios hasta entonces acuñando el eslogan de "urbanismo bajo sospecha" para calificar la gestión andalucista en una parcela tan sensible. La jugada le salió bien: los resultados en las urnas lo dejaron como el candidato más votado y le dejaron la posibilidad de sustituir al PA por Izquierda Unida en el pacto de gobierno municipal.
Cuatro años después, en 2007, la coalición rojiverde había acumulado ya un buen número de escándalos de corrupción y otras controvertidas decisiones que soliviantaban a gran parte del electorado. Juan Ignacio Zoido, por el PP, se alzó como el candidato ganador en las urnas, pero el acuerdo entre el PSOE e IU le cerró el paso a la Alcaldía. Para eso habría que esperar cuatro años más.
Las elecciones de 2011 le dieron a Zoido la victoria más apabullante de la historia democrática municipal: sus veinte concejales nunca se habían visto en Sevilla. Preso de las disparadas expectativas que su arrollador triunfo supuso, Zoido se encontró con que la marea a favor del PP que llevó a Rajoy a La Moncloa sólo seis meses después de las municipales ya se había retirado y la bajamar le dejó varado en los comicios del 24 de mayo.
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