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patrimonio

La Junta incumple su convenio con el monasterio de Santa Inés, abocado a la ruina

Acaban de desplomarse parte del artesonado de la zona más antigua del cenobio, que espera desde hace 25 años su restauración integral

La Junta incumple su convenio con el monasterio de Santa Inés, abocado a la ruina vanessa gómez

aurora flórez

Han pasado veinticinco años desde que la Junta, por medio de la Consejería de Cultura, firmó con el Monasterio de Santa Inés un convenio para su restauración integral, valorada entonces en 2,3 millones de euros, a cambio de la cesión de los antiguos dormitorios para su conversión en salas de uso expositivo por un plazo de 50 años prorrogables a otros 49. En este tiempo, cuatro presidentes (con diez años de mandato de Chaves) y ocho consejeros responsables después, no sólo se incumplió el compromiso sino que apenas se ha saldado una mínima proporción de lo comprometido en el contrato de 1990 y sólo se ha solucionado algún problema perentorio y puntual en actuaciones que no han atajado los verdaderos problemas.

Pero incluso así, con el actual Gobierno andaluz en funciones —que tiene desde 2014 informes de Cultura sobre peligros de derrumbamientos y de la necesidad urgente de actuar—, no se ha atendido el desplome ocurrido a primeros de este mes de una gran porción de ladrillos y vigas del artesonado de su zona más antigua, probablemente de la época de la fundación en 1374, que está en un hilo y al borde del colapso, con el consiguiente peligro para las religiosas y para el propio convento, con catalogación de Bien de Interés Cultural desde 1983.

A pesar del manifiesto y comprobable incumplimiento de contrato, que las franciscanas clarisas han aguantado con paciencia y esperando siempre la ayuda que no llegaba y que han reclamado por carta y telefónicamente, la Junta aduce haber invertido hasta el año 2000 aproximadamente 5 millones de euros, cifra que duplica la cantidad registrada primeramente en el convenio y que hubiera sacado de las condiciones extremas en las que se encuentra hoy el monasterio de haberse llevado a cabo lo comprometido.

En realidad, la mayor parte del montante económico (2,4 millones) se destino a la adecuación de sala de exposiciones que gestiona y que actualmente está en franco desuso, hecha a partir de los antiguos dormitorios altos y bajos de las franciscanas clarisas, que sólo prácticamente recibieron a cambio la construcción de quince nuevas celdas reordenando la zona del Noviciado, la instalación de un ascensor, y las intervenciones en el Refectorio y la sala De Profundis, en cuya cúpula tuvieron que volver intervenir en 2011, y en la sala Capitular.

En el tintero del convenio de 1990 quedaron la recuperación del claustro Herbolario renacentista, cuya azulejería presenta un estado lamentable, con azulejos vendados desde hace décadadas para evitar su desprendimiento; de las pinturas murales del XVI del deambulatorio alto, que en su conjunto presenta un aspecto desolador. En este claustro alto no se realizaron las actuaciones en el plazo estipulado hasta 1993, pero, además, en 2006 Patrimonio dijo destinar 500.000 euros que tampoco se han visto, a los que se añade otro proyecto de 2007 con informe positivo de los técnicos de la Consejería de Cultura por importe de 647.050 euros.

Hoy, las pinturas de este claustro alto, con varios apuntalamientos, siguen viniéndose abajo impunemente; muestran desconchones, desmoronamientos, grietas y una enorme degradación generalizada, que, de no ponerse freno, llevará a su irreparable desaparición. Baste decir que Marina Sofía Mercado Hervás, profesora titular de Pintura de la Universidad de Sevilla, documentaba en su tesis doctoral el desplome sufrido en 1990 por la pintura de San Francisco de Paula, que dejó a la vista la viga de madera y los ladrillos cocidos, que hoy, como ha podido comprobar ABC de Sevilla, continúa tal cual se dejó.

Igualmente, sin restaurar y clausurada por su peligro, está la escalera de Nuestra Señora por la que se accedía a estancias que dan al deambulatorio alto, por la que en invierno ha caído el agua en cascada. Llevan estas escaleras a las estancias más antiguas, donde, como ya se ha dicho, a principios de mayo, se produjo un derrumbamiento que sólo retiene una débil malla, rasgada por el peso y el impacto de los cascotes en el techo de lo que fue despacho de la abadesa.

Pendiente de restauración están también la casa del capellán y la de la portería, ambas sobre la zona de entrada al compás principal —sobre las que constaba en el convenio su conversión en hospedería—; en esta última, el techo presenta un agujero de más de tres metros, que cubrieron los técnicos de la Junta con simple lona. Ambas edificaciones, que dan a la calle Doña María Coronel, y se encuentran sobre la entrada al compás del monasterio y sobre parte de una estancia en la que las monjas usan de alacena para el material del obrador, presentan un estado peligrosamente ruinoso.

A falta de restauración permanecen también un surtido de bienes ornamentales por valor aproximado de 380.000 euros, entre otras necesidades del monasterio, donde tampoco la Junta procedió a cambiar la totalidad del sistema eléctrico, que también figuraba en el convenio.

La Junta incumple su convenio con el monasterio de Santa Inés, abocado a la ruina

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