cambio climático
«En Sevilla tenemos muchos árboles y zonas verdes»
El arquitecto Manuel Vigil-Escalera afirma que las fuentes mitigan poco las temperaturas porque el agua se evapora
El calor ya ha hecho su aparición en Sevilla poniendo en evidencia la ausencia de sombras en las calles de la ciudad, de fuentes y surtidores, de zonas verdes, de árboles frondosos y de una arquitectura acorde con el entorno.
Cada experto tiene su opinión y la del arquitecto y profesor de la Hispalense Manuel Vigil-Escalera es que los árboles y los surtidores de agua nada tienen que ver con el cambio climático «ya que las fuentes mitigan poco la temperatura porque el agua se evapora con rapidez».
Cree antes en su función estética que en su eficacia para rebajar de manera apreciable la temperatura «como ya se vio en la Expo 92».
En cuanto al diseño de nuestros edificios dice que no quiere juzgar lo que «hacen otros no vaya a ser que me juzguen a mí», pero sí hace dos observaciones.
«La primera —explica— es que debe primar el bienestar de aquéllos a los que van dirigidas las obras que hacemos, sobre todo, si el dinero que se invierte es público antes que la posible satisfacción de ver publicado nuestro proyecto en una revista de moda. La segunda, que en todo aquello que aborde la iniciativa pública, debe estar claro si es posible mantenerlo después a un coste razonable. Basta con hacerse tres preguntas: ¿Qué es lo que la ciudad pide?, ¿qué es lo que de verdad necesita, aunque no lo sepa? ¿qué es lo que puede pagar y sostener? Es lo que yo hago con mis clientes y es lo que haría si estuviera de mi mano la arquitectura de la ciudad».
La otra arma para afrontar las elevadas temperaturas de Sevilla es la arboleda. Su importancia fue reconocida recientemente por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, en un acto en el que anunció que plantará 8.000 árboles por todos los barrios en los próximos cuatro años teniendo en cuenta el subsuelo, el suelo y el vuelo para garantizar su sostenibilidad y la necesidad de sombras en la ciudad máxime con el cambio climático que ya se aprecia.
«Con los árboles pasa como con el dinero: nunca se piensa que se tiene suficiente. Pero lo cierto es que hay muchos, y en los últimos años se ha incrementado apreciablemente el número y calidad de ellos. No obstante, esto tiene poco que ver con el asunto del cambio climático. Es sólo una cuestión de bienestar dado el clima de Sevilla», afirma el profesor Manuel Vigil-Escalera. Las zonas verdes y jardines que existen también son de su agrado y opina que se cuidan con esmero por los servicios municipales y que tienen una adecuada vigilancia. Otra cosa es el vandalismo que obliga al Ayuntamiento a gastar ingentes cantidades de dinero.
A su juicio, «la participación ciudadana es obligada e imprescindible antes de iniciar el diseño de cualquier espacio público. Lo que ocurre es que es difícil satisfacer a todos. Además, hay cada ciudadano y cada ciudadana…».
Precisamente de la jardinería en Sevilla y de su evolución desde principios del siglo XX —concretamente desde la inauguración del Parque de María Luisa— ha pronunciado recientemente una conferencia en la que apuntó a la de Los Príncipes de Los Remedios como la primera gran zona verde que rompe con la que proyectó, desde el punto de vista de su jardinería, el arquitecto paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier. El período al que aludió coincide con 1911, tres antes de la inauguración del Parque de María Luisa, que es cuando se transforman las huertas que quedaban en el Alcázar en jardines.
El Alcázar se convirtió entonces en el banco de pruebas de los nuevos estilos de jardinería en Sevilla.
Habrá que esperar a las intervenciones de Luis Gómez Estern en las glorietas de Montoto y de Doña Sol en el Parque (1959) y la de Jaime López de Asiaín en los Jardines de Chapina (1969) para apreciar un alejamiento de la jardinería tradicional sevillana que entonces se decide a acudir a los postulados de la jardinería paisajista.
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