Religión
La vida en el Seminario de Sevilla, entre la formación y la oración
Este mes se celebra la campaña vocacional, con los seminaristas recorriendo parroquias y colegios para dar su testimonio
El Día del Seminario se celebra el próximo día 22, el domingo más cercano a la festividad litúrgica de San José, patrón de los seminaristas y de la Iglesia Universal. Alrededor de estas fechas, los seminaristas de Sevilla están volcados en la anual campaña vocacional, con visitas a parroquias y colegios, donde dan testimonio.
En el marco de estas celebraciones, ayer se celebró una vigilia vocacional, presidida por el arzobispo, monseñor Juan José Asenjo, en el Seminario, cuyas nuevas instalaciones fueron inauguradas hace quince años y donde se educan para el sacerdocio 41 jóvenes repartidos en seis cursos. A ellos se unen los 8 del Seminario Menor y los 12 que estudian en el seminario Redemptoris Mater (del Camino Neocatecumenal).
En el Seminario Metropolitano la vida transcurre entre la formación y la oración con el común denominador de sentirse una gran familia. Los aspirantes a cura se levantan a las siete y media de la mañana con rezo de laudes y oración personal. Las clases comienzan a las nueve en el Centro de Estudios Teológicos y terminan poco antes de las dos de la tarde.
Hasta las cuatro los seminaristas tienen tiempo libre y luego reanudan el estudio, la formación y la dirección espiritual. Rezan el rosario y tras el rezo de vísperas se celebra misa. La jornada termina con el rezo de completas. Esta es básicamente el día a día de estos jóvenes que, como Manuel Jiménez y Alberto Jaime, diáconos que serán ordenados sacerdotes en junio de este año.
Manuel Jiménez, que entró en 2009 en el Seminario, tiene 29 años. Es periodista y colabora con la Delegación de Medios de Comunicación de la Archidiócesis y está destinado en la Pastoral Vocacional. Además, colabora en la parroquia de San Sebastián. Por su parte, Alberto Jaime lleva siete años en el Seminario, que siente como su «casa».
En esta gran familia se dan también casos tardíos de vocación, como el de Francisco José López, un arquitecto técnico de 34 años que ha estado dedicado a tareas docentes hasta que decidió ingresar este año en el Seminario. «Existe la llamada -dice- y hay dos opciones. Yo elegí darle respuesta».
Son tres ejemplos de esa gran familia que vive en camaradería en el Seminario, cuyo rector, Antero Pascual, está seguro de que «Dios sigue llamando a los jóvenes, lo que hay es crisis de respuestas, miedo a compartir la vida con cualquier cosa y más con la Iglesia».
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