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¿Para qué sirven las amígdalas y el apéndice?

¿Sirven para algo el apéndice y las amígdalas? Un estudio encuentra una posible relación entre su extirpación y un mayor riesgo de cardiopatías.

¿Para qué sirven las amígdalas y el apéndice?

R. I.

La utilidad del apéndice y de las amígdalas ha sido siempre untema controvertido. Ambos son órganos linfoides y, por tanto, componentes delsistema inmunitario, si bien su importancia es modesta. En ocasiones, debido ala recurrencia de la amigdalitis y de la apendicitis de origen infeccioso, seaconseja su extirpación. Sin embargo, un trabajo publicado en European Heart Journal sugiere que extirparlas amígdalas y el apéndice en personas jóvenes podría asociarse con un mayorriesgo relativo de cardiopatía prematura . No obstante, debido a la juventud delos participantes en el estudio, las diferencias de riesgo absolutas fueronpequeñas

El trabajo muestra que la extirpación quirúrgica de lasamígdalas (amigdalectomía) y del apéndice (apendicectomía ) antes de los 20años de edad se asociaba con un mayor riesgo relativo de cardiopatía prematura.La amigdalectomía elevaba el riesgo en un 44%, mientras que la apendicectomía enun 33%. Sin embargo, no se encontró una asociación evidente cuando lasoperaciones se realizaron en mayores de 20 años.

Según Imre Janszky del Departamento del Instituto Karolinska , en Estocolmo (Suecia) y uno de los autores deltrabajo, «teniendo en cuentalas abundantes pruebas biológicas y epidemiológicas que vinculan la inflamacióncon la cardiopatía coronaria , cabría pensar que la extirpación quirúrgica delas amígdalas y del apéndice, con sus efectos sobre el sistema inmunitario,debería tener también un efecto a largo plazo sobre la cardiopatía coronaria.Sin embargo, no conocemos ningún estudio que evalúe los efectos potenciales dela apendicectomía o amigdalectomía sobre la ateroesclerosis o el riesgo decardiopatía coronaria».

En es estudio se han examinado los registros de saludpública de todos los residentes suecos nacidos entre 1955 y 1970, y se hanidentificado a todos aquellos que requirieron una extirpación de las amígdalas,del apéndice, o de ambos. Cada uno de estos «casos»  se cotejó con cinco «controles»  que no habían sido operados, elegidos aleatoriamente. A partir deaquí se realizó un seguimiento de estos individuos durante una media de 23,5años, para comparar la incidencia de ataques al corazón mortales o no (infartoagudo de miocardio o IAM). Debido a que el apéndice y las amígdalas parecentener un funcionamiento menos activo tras la adolescencia, los análisisprimarios se restringieron a individuos menores de 20 años en el momento de laoperación, lo que se comparó con 54.449 apendicectomías y 27.284amigdalectomías.

Riesgo de infarto

Los resultados mostraron que en estos casos hubo una mayorprevalencia de infarto agudo que en los controles . Concretamente, 89 delas apendicectomías y 47 de las amigdalectomías sufrieron un IAM durante elperiodo de seguimiento. No obstante, Janszky matiza que los números absolutosde casos de IAM del estudio son pequeños, con solamente algo más de 400 y 200casos de IAM en más de 7,5 millones y cerca de 4 millones de personas-años deseguimiento. «Como se esperaba dada la juventud de la población, los aumentosmoderados del riesgo relativo que se han observado, correspondieron en realidadcon aumentos del riesgo muy pequeños en términos absolutos» .

 Losinvestigadores incidieron también en que la población objeto de estudio, apesar de su tamaño, se restringió al espectro infantil, de modo que losparticipantes eran todavía relativamente jóvenes al final del seguimiento.Porlo tanto, escriben, «no podemos extrapolar directamente nuestros hallazgos alos casos de IAM en hombres o mujeres mayores, en los que el riesgo es mayor».

¿Órganos secundarios?

A la hora de explicar los resultados, los autores involucrantambién el efecto «complejo»  a largo plazo del sistema inmunitario, destacandoque el apéndice y las amígdalas son órganos linfoides secundarios cuyaextirpación puede afectar a varios aspectos de la actividad inmunitaria,incluida la disminución en la producción de inmunoglobulinas. También hacennotar que la ateroesclerosis, la fisiopatología subyacente del IAM, seconsidera de forma generalizada un proceso inflamatorio.

«A la luz de nuestro conocimiento actual sobre la complejarelación entre la ateroesclerosis y el sistema inmunitario, los hallazgos sonplausibles desde el punto de vista biológico» , manifestó el Dr. Janszky. «Yaexisten pruebas de que la extirpación del bazo, otro órgano linfoide secundario,se asocia también con una aceleración de la ateroesclerosis y un incremento delriesgo cardiovascular» .

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