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Lecanemab, un fármaco contra el Alzheimer, podría evitar que la beta amiloide dañe el cerebro

Descrita por primera vez la estructura de un tipo especial de proteína de la placa beta amiloide asociada a la progresión de la enfermedad de Alzheimer

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Cerebro con detección de amiloide. Las zonas en rojo muestran depósito de amiloide, es una de las proteínas que caracterizan a la enfermedad de Alzheimer CUN

R.I.

Madrid

En un informe publicado en la revista «Neuron», los científicos demostraron que los pequeños agregados de la proteína beta amiloide podían flotar por el líquido tisular cerebral, llegar a muchas regiones del cerebro y alterar el funcionamiento de las neuronas locales.

La investigación también aportó pruebas de que un tratamiento contra la EA recientemente aprobado podría neutralizar estos pequeños agregados difusibles.

La EA, una de las causas de demencia, afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo. Investigaciones anteriores han descubierto que los pacientes de EA presentan una acumulación anormal de una sustancia natural -la proteína beta amiloide- en el cerebro que puede alterar la neurotransmisión. En la actualidad, la enfermedad no tiene cura. Pero en los últimos años, los científicos han desarrollado nuevos tratamientos que pueden reducir los síntomas de la EA, como la pérdida de memoria.

«El artículo es muy oportuno porque, por primera vez en la historia de la humanidad, disponemos de un agente capaz de tratar a los enfermos de Alzheimer de forma que se ralentice su deterioro cognitivo», afirma Dennis Selkoe, autor del artículo en el Brigham and Women's Hospital de Boston. «Y nunca habíamos podido decir esas palabras hasta los últimos meses».

En enero, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. aprobó el lecanemab, una terapia de anticuerpos para tratar la EA. En un ensayo clínico de fase III, el lecanemab ralentizó el deterioro cognitivo en pacientes con EA incipiente.

Los científicos sospechan que el efecto positivo del fármaco puede estar asociado a su capacidad para unirse y neutralizar los agregados solubles de proteína beta amiloide, también conocidos como protofibrillas u oligómeros, que son pequeños grumos de proteína beta amiloide que flotan libremente. Estos pequeños grumos pueden formarse en el cerebro antes de seguir agregándose y convertirse en grandes placas amiloides. Los pequeños agregados también pueden desprenderse y difundirse lejos de las placas amiloides que ya están allí.

«Pero nadie ha sido capaz de definir con rigor estructural qué es una 'protofibrilla' u 'oligómero' al que se une lecanemab», explica Andrew Stern, neurólogo del Brigham and Women's Hospital y primer autor del estudio. «Nuestro trabajo identifica esa estructura tras aislarla del cerebro humano. Esto es importante porque los pacientes y los fabricantes de fármacos querrán saber a qué se une exactamente el lecanemab. ¿Podría revelar algo especial sobre su funcionamiento?».

Stern, Selkoe y su equipo lograron aislar los agregados de beta amiloide flotantes sumergiendo tejidos cerebrales post mortem de pacientes típicos de EA en soluciones salinas, que luego se centrifugaron a gran velocidad. Estos diminutos agregados de proteína beta amiloide acceden a importantes estructuras cerebrales como el hipocampo, que desempeña un papel fundamental en la memoria. En colaboración con colegas del Laboratorio de Biología Molecular de Cambridge (Reino Unido), determinaron la estructura atómica de estos minúsculos agregados, hasta el átomo individual.

«Si no conoces a tus enemigos, es difícil vencerlos», afirma Selkoe. «Fue una coincidencia muy agradable que todo este trabajo que estábamos haciendo conviniera con el momento en que el lecanemab se hizo ampliamente conocido y disponible». Esta investigación aúna la identidad del malo y algo que puede neutralizarlo».

A continuación, el equipo planea observar cómo estos diminutos agregados de beta amiloide viajan por los cerebros de animales vivos y estudiar cómo responde el sistema inmunitario a estas sustancias tóxicas. Investigaciones recientes han demostrado que la reacción del sistema inmunitario del cerebro a la beta amiloide es un componente clave de la EA.

«Si podemos averiguar exactamente cómo ejercen su toxicidad estas diminutas fibrillas difusibles, quizá los próximos fármacos contra la EA puedan ser mejores», afirma Stern.

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