INMUNONUTRICIÓN
¿Es la comida la medicina del futuro?
Si se pudiera manipular el sistema inmunológico con un solo alimento o nutriente se podría revolucionar el tratamiento de enfermedades autoinmunes e inflamatorias
Inmunonutrición: por qué lo que comemos afecta a nuestras defensas
Los alimentos, más allá de su valor nutricional, ¿nos ayudan en la lucha contra el cáncer?
![Zumos de frutas variados](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/salud/2024/11/08/inmunonutricion.jpg)
Reinicia tu sistema inmunológico con ayuno intermitente. Ayuda a tus bacterias «buenas» a prosperar con una dieta basada en plantas. Olvídate del café matutino: el té de hongos podría fortalecer tus defensas anticancerígenas. Afirmaciones como estas, que relacionan la salud, la dieta y la inmunidad, ... nos bombardean a diario.
Más allá de los titulares y etiquetas de productos, los fundamentos científicos de muchas de estas afirmaciones a menudo se basan en evidencia científica limitada. Esto se debe en parte a que realizar estudios rigurosos para rastrear lo que la personas comemos y el impacto de la dieta es un reto. Además, la relevancia para la salud humana de los resultados de estudios en animales y en el laboratorio no siempre es clara y, a veces, se ha exagerado con fines comerciales, alimentando el escepticismo en torno a la inmunonutrición.
En los últimos cinco años, sin embargo, los investigadores han desarrollado enfoques innovadores en la inmunonutrición que están ayudando a reducir esta falta de credibilidad. Mientras que los científicos de la nutrición tradicionalmente han estudiado los efectos a largo plazo de dietas mediterráneas u occidentales, ahora tienen herramientas que les permiten enfocarse en efectos a corto plazo —tanto beneficiosos como perjudiciales— de grupos alimenticios específicos y componentes dietéticos concretos, y examinar los mecanismos moleculares que subyacen en los efectos de los alimentos sobre la inmunidad.
Existen numerosos datos que demuestran científicamente el impacto de la dieta en el sistema inmunitario, tanto de manera beneficiosa como en el contexto regulatorio, explica a ABC Salud Alfredo Corell, de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) e inmunólogo de la Universidad de Sevilla. Por ejemplo, «hay estudios que asocian deficiencias nutricionales con una respuesta inmunitaria deficiente; otras investigaciones en las que se administra un nutriente específico a un grupo poblacional evalúan su efecto en el sistema inmunitario antes, durante y después de la intervención; además, se realizan muchos ensayos en modelos animales y en enfermedades específicas para analizar estos efectos previos a su aplicación en humanos, con miles de estudios que exploran el impacto de diversos nutrientes, tanto macro como micronutrientes, en el sistema inmunitario».
El auge de la nutrición personalizada en los últimos cinco o seis años es muy emocionante
Se sabe que una dieta variada y rica en nutrientes, comenta María Riestra, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y especialista en Endocrinología en Hospital de Cabueñes de Gijón, puede fortalecer nuestro sistema inmunológico. Así, continúa, «hay numerosas evidencias científicas que demuestran que la fibra dietética y ciertos tipos de grasas saludables como los ácidos grasos omega 3 pueden regular la respuesta inmune; que una ingesta adecuada de proteínas es esencial para la producción de anticuerpos y otras células de nuestro sistema inmunológico, o que diferentes antioxidantes presentes en frutas y verduras pueden mejorar nuestra microbiota intestinal, lo que a su vez reduce el estado inflamatorio general».
Inmunonutrición
Esto es lo que estudia la inmunonutrición.
«Estudia y analiza el impacto de la alimentación diaria en el sistema inmunitario, desde el desarrollo de nutrientes y dietas específicas hasta su influencia en diferentes tipos de pacientes, ya sea en modelos animales, personas sanas o individuos con patologías. Este enfoque investiga desde los mecanismos moleculares y biológicos de cómo un nutriente afecta el sistema inmunitario hasta los efectos clínicos, como la mejora de síntomas en condiciones específicas», señala Corell.
Este campo está comenzando a atraer atención y financiación. El pasado mes de abril, la revista 'The New England Journal of Medicine' lanzó una serie de artículos de revisión sobre nutrición, inmunidad y enfermedades; y en enero, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. celebró su primera cumbre Food is Medicine en Washington D.C., que exploró los vínculos entre la inseguridad alimentaria, la dieta y las enfermedades crónicas.
Algunos investigadores sostienen que las dietas modernas, especialmente en el mundo occidental, han alterado nuestras respuestas inmunes, debilitando la resiliencia inmunológica. Otros, más optimistas, dicen que la dieta podría ayudar a tratar problemas de salud como el cáncer y trastornos inmunitarios crónicos como el lupus.
Aún es temprano, pero muchos científicos del campo son optimistas. «Estamos aprendiendo mucho más sobre cómo se puede modular el sistema inmunológico con componentes alimenticios individuales o combinaciones de estos», afirmaba en artículo publicado en 'Nature' el inmunólogo Francesco Siracusa, del Centro Médico Universitario Hamburgo-Eppendorf en Hamburgo, Alemania. Como posible terapia, dice, «el auge de la nutrición personalizada en los últimos cinco o seis años es muy emocionante».
![Frutos secos](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/salud/2024/11/08/frutossecos.jpg)
Desde Hipócrates, los médicos han explorado los vínculos entre la dieta y la salud. En 1912, el bioquímico polaco Casimir Funk propuso que la falta de nutrientes esenciales, a los que llamó «vitaminas», causaba enfermedades como el escorbuto y el raquitismo; estudios posteriores confirmaron su papel en la inmunidad.
En la última década, las técnicas de «ómica» han permitido a los investigadores desentrañar los mecanismos mediante los cuales diferentes dietas afectan el sistema inmunológico y, por ende, la salud.
Explica Riestra que las técnicas 'ómicas' (genómica, proteómica, metabolómica, etc.) han permitido analizar de manera más completa y detallada los cambios a nivel molecular que ocurren en respuesta a diferentes dietas. Por ejemplo, «a través del estudio de diferentes genes podríamos explicar por qué la dieta puede tener efectos distintos en las personas, y permite avanzar hacia una nutrición personalizada de verdad. También al estudiar la microbiota se ha podido estudiar cómo dietas ricas en fibra, prebióticos o probióticos promueven una microbiota saludable que modula positivamente la respuesta inmune».
Así, ya hay muchos laboratorios que buscan aprovechar el sistema inmunológico para tratar una de las mayores preocupaciones de salud actuales: la obesidad. Steven Van Dyken, inmunólogo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, estudia una respuesta inmune normalmente desencadenada por alérgenos y parásitos para ver si podría ayudar a regular el metabolismo.
Su equipo ha observado cómo un tipo de fibra dietética llamada quitina, abundante en hongos, crustáceos e insectos comestibles, activa esta respuesta inmunitaria. Al alimentar a ratones con una dieta rica en quitina, sus estómagos se expandieron más que los de aquellos con una dieta normal, activando la inmunidad de tipo 2, que a su vez desencadenó una enzima que digiere la quitina. Los ratones modificados para no producir esta enzima ganaron menos peso y tuvieron menos grasa corporal.
Alimentación más consciente
Actualmente, apunta Corell comprendemos mejor cómo ciertos nutrientes afectan aspectos específicos de la salud, incluyendo el sistema inmunitario. «Esto permite una aproximación a la alimentación más consciente, ya no solo para satisfacer el apetito, sino para abordar necesidades fisiológicas y mejorar la salud».
Corell cree que la inmunonutrición y la medicina personalizada podrían ofrecer recomendaciones dietéticas específicas que optimicen las defensas de cada persona de manera natural, sin recurrir a fármacos.
Así, recuerda que ya existen recomendaciones dietéticas actuales, como el uso de probióticos para prevenir la diarrea del viajero o mejorar los síntomas de diarreas asociadas a tratamientos prolongados con antibióticos.
¿Ayuno sí o no?
Si comer en exceso y la obesidad afectan negativamente la salud, ¿podría la falta de alimentos tener el efecto opuesto? Cada vez hay más evidencia de que el ayuno reduce riesgos de diversas afecciones, como hipertensión y diabetes, en algunos casos a través del sistema inmunológico. Por ejemplo, se ha demostrado que el ayuno reduce la cantidad de monocitos circulantes, células que defienden al cuerpo de invasores extranjeros, pero que pueden ser signo de condiciones autoinmunes.
« El ayuno intermitente también ha mostrado efectos beneficiosos en el sistema inmunitario, especialmente en relación con la reducción de la inflamación», asegura Corell. Ahora bien, añade, aunque el ayuno intermitente puede ser una herramienta terapéutica prometedora en enfermedades autoinmunes, «se necesita investigar sus efectos a largo plazo y posibles consecuencias en la salud renal o inmunitaria».
En este sentido, Riestra advierte que el ayuno prolongado puede tener efectos negativos, ya que puede debilitarnos. Sabemos ,dice, que «hay una disminución de la función inmune en ayunos muy prolongados y un aumento de la susceptibilidad a infecciones durante periodos de ayuno extremo. Además, perdemos masa muscular, que puede afectar indirectamente al sistema inmune. Podría también aumentar el cortisol, hormona del estrés, y que tiene efectos inmunosupresores, debilitando nuestras defensas».
El ayuno prolongado, especialmente sin supervisión adecuada, puede poner en riesgo la función inmunológica y la salud general
En su opinión, aunque el ayuno controlado y a corto plazo puede ofrecer ciertos beneficios para la salud, «el ayuno prolongado, especialmente sin supervisión adecuada, puede poner en riesgo la función inmunológica y la salud general».
Por otro lado, controlar de manera precisa lo que los participantes de un estudio comen es un desafío. No es lo mismo los estudios en ratones que en personas.
Así Corell advierte que «uno de los principales desafíos en los estudios de intervención en inmunonutrición es el control de las variables de confusión, que pueden influir en los resultados. La respuesta inmunitaria varía según el género, la edad, los hábitos físicos, las horas de sueño y el consumo de sustancias como tabaco o alcohol. Mantener la homogeneidad en estos estudios y controlar o excluir estas variables es fundamental para atribuir correctamente los efectos observados al factor nutricional estudiado».
De similar opinión es la experta de la SEEN. «El sistema inmunológico es muy complejo; identificar el efecto aislado de un solo nutriente es difícil porque las personas consumen una mezcla de alimentos. Otra dificultad es que no somos iguales y existe una variabilidad individual en la respuesta a los alimentos y nutrientes. Esto y que es complicado realizar estudios a largo plazo que analicen la influencia de una dieta o un nutriente concreto hacen que los resultados de los estudios sobre dieta y sistema inmune deben ser siempre interpretados con cautela».
Sin embargo, avisa Corell, la inmunonutrición no está al alcance de todos debido al coste de ciertos alimentos beneficiosos para el sistema inmunitario, en contraste con los alimentos procesados más asequibles que no contribuyen a la salud inmunológica. A pesar de ello, seguir una dieta equilibrada y variada, evitando los alimentos ultraprocesados, sigue siendo la mejor recomendación general para apoyar el sistema inmunitario.
Lo que está claro es que, si se pudiera manipular el sistema inmunológico con un solo alimento o nutriente se podría revolucionar el tratamiento de enfermedades autoinmunes e inflamatorias. «La industria alimentaria probablemente se centraría en la producción y comercialización de este alimento o nutriente, mientras que la industria farmacéutica podría verse afectada, pero también podría adaptarse desarrollando formas más concentradas o purificadas del nutriente».
Pero, reconoce Riestra que también traería desafíos éticos, económicos y medioambientales que requerirían una gestión cuidadosa.
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