Confunden el cáncer agresivo de una joven con estrés: «Me dijeron que todos mis problemas estaban en mi cabeza»
Una británica e 24 años estaba de viaje en las Galápagos cuando empezó a encontrarse mal. Los médicos de allí no supieron ver la gravedad de su salud
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Su bucólico viaje en las Galápagos fue el principio de la pesadilla en la que se encuentra Mollie Mulheron. Esta británica de 24 años había acudido a las islas del Pacífico para cumplir con su sueño de viajar. Su plan, como tantos otros jóvenes, era el de trabajar como profesora de inglés y aprovechar el tiempo libre para conocer la fauna y flora de las islas. Sin embargo, empezó a tener un malestar general que se convirtió en su gran preocupación.
Sus alarmas se despertaron al notar que tenía dificultades para respirar y que apenas podía bucear, uno de los mejores planes para quienes visitan la zona. También tenía serios problemas para tragar. Acabó acudiendo al médico y la respuesta le dejó en shock. «Estás demasiado estresada«, aseguraron quienes la visitaron, que insistieron en que todos los problemas que tenía «estaban en su cabeza».
Por cambios en el trabajo decidió volver a Reino Unido y apenas 48 horas después de regresar a casa, en Skipton (Leeds), empezó a vomitar y se desplomó en un supermercado y tuvo que ser trasladada de urgencia a un hospital del municipio. Ese mismo día, horas antes, había colgado un emotivo video en sus redes sociales en el que mostraba su feliz vida en Galápagos, una experiencia que, como aseguraba, le había «cambiado para mejor».
Fue el 4 de febrero y el chequeo dio entonces con un tumor de quince centímetros que se extendía por su corazón y pulmones y su diagnóstico fue claro: un linfoma no Hodgkins en fase cuatro, uno de los cánceres linfáticos más agresivos. «Fue la peor noticia de mi vida. Ni siquiera puedo explicar todavía cómo me sentí», ha relatado recientemente en el periódico británico The Independent.
«Yo ya sabía que algo iba mal»
«Solo lloré, grité y grité. Yo ya sabía que algo iba mal pero no pensaba que pudiera ser tan malo», lamenta la joven, indignada porque las primeras alarmas que notó en Galápagos (dificultad para respirar y tragar) eran compatibles con las señales de un linfoma no Hodgkin. Ahora Mollie está esperando a conocer al detalle la propagación del cáncer y aunque intenta ser fría y pensar que «no voy a morir mañana».
También está nerviosa por el tratamiento, que tras un primer mes que le ha dejado muy floja de salud, empieza a permitirle volver a ponerse en pie y a andar por el hospital, donde sigue ingresada tal y como muestra en su Instagram. «Los médicos parecen estar esperanzados y me dicen que la tasa de éxito en mi tipo de cáncer es buena y aparentemente prometedora», contaba recientemente, a la vez que resaltaba que los oncólogos le han dejado la puerta abierta a probar otros tratamientos alternativos si el actual no funciona.
Mollie añade, con todo, que le preocupa la fase en la que se encuentra su tumor, que confirma que se ha extendido. A la espera de la evolución de la terapia de quimioterapia, los médicos le han administrado paralelamente un tratamiento para tratar de preservar su fertilidad por si más adelante quiere intentar ser madre. «Me han provocado una menopausia precoz: para mi esto es de lo peor porque yo siempre quise ser mamá», lamenta en declaraciones al periódico.
«He estado en forma toda mi vida. No sé qué provocó esto porque tengo buena salud y soy joven», se pregunta Mollie, que lamenta como ha cambiado radicalmente todo desde que hace nueve meses se marchó a Galápagos y, especialmente, en las últimas cuatro semanas cuando pasó de «vivir el sueño de mi vida» a tener su gran lucha contra el linfoma.
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