Cuando hace frío, una buena sopa, un caldo o una crema calentita siempre entra al cuerpo como un milagro. ¿A quién no le gusta en pleno noviembre un plato bien humeante en la mesa y una cuchara en la mano? El plan de estar recogidos en casa mientras fuera hace frío, con un plato de cuchara caliente delante será, para muchos, algo insuperable, pero hoy vamos a tratar de mejorarlo.
A la hora de preparar esos platos otoñales que nos ayudan a combatir el frío, hay algunos trucos que no podemos dejar de tener en cuenta. Hace poco ya os explicamos la diferencia entre caldo, sopa y crema, que en algún caso casi no se notan, casi diría que es cocina fusión. No dejéis de leer en el blog sobre este tema si os pica la curiosidad.
Si queréis triunfar con vuestros comensales, ya sea con una crema de calabaza o con una sopa castellana, los consejos que os traemos hoy son un saber imprescindible para dar un paso más a nuestro nivel culinario.
Los trucos y consejos de hoy no van solo dirigidos a una mejor conservación o una selección de los ingredientes, sino a elementos tan importantes como que nuestros platos tengan unos colores más vistosos (porque todos sabemos que también se come por los ojos), una textura atractiva e incluso que los sabores tengan una intensidad mayor. ¿Os lo vais a perder?
Potenciar los sabores
Para darle a nuestros caldos, cremas y sopas un poquito más de juego en el paladar hay unos cuantos trucos que podemos llevar a cabo.
1. Sofreír
Casi siempre que estemos manejando verduras, hay algunos trucos de los que nos podemos ayudar para darle una mayor potencia al sabor de nuestra receta: uno de ellos es el sofrito. Mediante esta técnica, las hortalizas utilizadas se van deshaciendo al perder su agua mientras que sus nutrientes, sabores y aromas se van concentrando durante el proceso. Algunas de las cuestiones que tenemos que tener en cuenta para realizar un buen sofrito son las siguientes:
- Picar los ingredientes elegidos. Añadas los ingredientes que añadas, es imprescindible que todos estén bien picados. El tomate, por ejemplo, puede ir en dados, picado o rallado.
- Fuego lento. El fuego, durante la elaboración del sofrito, no debe tocarse. Por eso es importante que todo el proceso se realice a fuego lento.
- Añadir ingredientes por dureza. A la hora de freír debemos tener en cuenta la dureza de cada ingrediente; eso determina el orden en el que los debemos ir añadiendo a la sartén. No podemos freír todo a la vez porque coceríamos todo de manera desigual: quemaríamos algunos ingredientes o dejaríamos otros demasiado crudos. Para que el sofrito quede perfecto debemos incorporar primero la cebolla, después el ajo y los pimientos (en caso de incluirlos en nuestra receta), posteriormente las zanahorias y por último el tomate, que es el ingrediente que suelta más agua.
- Usar un buen aceite. El aceite es uno de los grandes protagonistas en un sofrito. Necesitamos una cantidad muy generosa para freír nuestras hortalizas. Por eso, aunque parezca muy obvio, es necesario utilizar un buen aceite, un aceite de oliva virgen. Por supuesto nuevo, nada de reutilizar aceite que pueda contener otros sabores. Lo que queremos es lograr un sabor único en nuestro sofrito.
2. Cocción con caldo
- Una vez hemos sofrito nuestras verduras, el proceso de cocción suele ser el siguiente paso. En este caso, también hay un gran aliado que puede hacer que nuestras recetas alcancen el siguiente nivel: cocer las verduras en caldo. Un buen proceso de cocción puede ser determinante en el resultado final, y os aseguramos que la cocción en un buen caldo añadirá sabor a la receta.
- Cuando vayamos a cocer, es importante hacerlo lentamente, bajando el fuego lo máximo posible sin que nuestro caldo deje de hervir: así no haremos que la grasa y la espuma nos enturbien la receta. Y, por supuesto, no debemos olvidar que las distintas verduras tienen distintos tiempos de cocción.
- Por último, cabe añadir que, si el caldo que utilizamos es casero, mejor que mejor. En este sentido, siempre viene bien tener a mano una receta de caldo de verduras fácil y rápida.
3. Elegir bien los ingredientes
A la hora de decidir qué receta vamos a llevar a cabo, nos puede ayudar mucho a un buen resultado final mirar el calendario. Aunque los supermercados traten de disimularlo cada vez más, no nos podemos olvidar de que las verduras y hortalizas tienen estacionalidad.
Si utilizamos verduras de temporada, el resultado final será mucho más gratificante. Nosotros ya tenemos algunas entradas recomendando verduras y hortalizas para otoño y para invierno que podéis consultar para sacar ideas.
4. Las especias: nuestro gran aliado
- Por supuesto, siempre nos podemos ayudar de especias de nuestro gusto o hierbas aromáticas para ayudar a potenciar los sabores de nuestra receta. El truco aquí está en añadir cuando estamos dando un golpe de calor a nuestra crema, caldo o sopa, porque así desprenderán mejor esos aromas que tanto gustan cuando nos llevamos la cuchara a la bica.
- En el caso de las hierbas aromáticas, podemos proceder de dos maneras, en función del tipo de resistencia que tengan. Si son muy resistentes, como el romero o el tomillo, lo normal es echarlas durante la cocción y retirar al final. En el caso de hierbas más delicadas como el perejil o la albahaca, se suele añadir al final de la cocción para evitar que se pierdan por completo.
- Como aderezo, también podéis pensar, sobre todo en el caso de las cremas, en el uso de salsas. Si, añadir una cucharada de salsa romesco le da a algunas recetas un toque novedoso y recomendable para ir innovando.
Variar la textura
Seguro que conocéis a alguien a quien no le disgustan los caldos, cremas y sopas pero se le hacen aburridos de comer. Muchas veces, esto sucede por la sensación de que tienen una textura monótona. No os preocupéis, hay trucos para sortear la monotonía.
1. Triturar, la gran cuestión en las cremas
- En este caso, esta primera cuestión no tiene tanto que ver con una variante “intencionada” de la textura. Pero seguro que alguno se ha preguntado si, para las cremas, es mejor batir o no la verdura. La respuesta es que dependerá del gusto y del tiempo que tengamos.
- Si queremos encontrar tropezones en nuestra crema, la respuesta es obvia: no debemos pasar la trituradora. Ahora bien, si no hemos contado con mucho tiempo a la hora de preparar la receta y tenemos la verdura cortada en trozos bastante grandes, quizá si que haya que pasar una trituradora para facilitar las cosas. Normalmente, esto va por preferencias, pero también por necesidades.
2. Dar cremosidad a nuestras cremas
Para esto, siempre hay un gran aliado: los lácteos. Podemos ayudarnos tanto de leche como de yogur o queso, hay distintas maneras de espesar un poco las cremas e incluso los caldos.
La elección irá en función del gusto, pero dependiendo de la presencia que queráis del ingrediente añadido deberéis elegir sabores más o menos fuertes. También hay alternativas que para añadir ese toque cremoso a nuestras recetas sin ser lácteos, como bebidas vegetales o natas del mismo tipo.
3. Un toque crunchy siempre es divertido
Si el problema es el aburrimiento, añadir un toque crujiente será una de las mejores cosas que podamos hacer. Para esto hay un montón de opciones, y además nos da un montón de juego para combinar sabores en nuestras recetas, tanto en caldos como en cremas y sopas.
Una idea genial siempre es jugar con frutos secos, normalmente machacados. Otra de las opciones son los clásicos picatostes, e incluso podéis acompañar también con una capita de queso rallado que le dé aún más juego a vuestro plato.
4. Un huevo no hace daño a nadie
Esto es un clásico: cuando nos quedamos cortos en cantidades siempre hay algún huevo en la nevera con el que podemos hacer algo. Pues más allá de la mentalidad de aprovechamiento, los huevos pueden ayudarnos a mejorar nuestros caldos, sopas o cremas en sus distintas versiones, ya sea cocido, pochéo como os decidáis a hacerlo. Además, podéis variar de sabores jugando también con el huevo de codorniz.
5. Las legumbres siempre están ahí
No hay que ser estrictamente fieles a las recetas: si están ahí escritas siempre es porque alguien, en algún momento, decidió ir un paso más allá. Nosotros debemos hacer lo mismo, y añadir unos garbanzos o unas lentejas a nuestra sopa, caldo o crema es una opción genial para darle una nueva vida. Las legumbres difícilmente van a hacer mal a nuestras recetas.
Darle un buen aspecto
Por supuesto, que nuestras sopas, caldos y cremas luzcan bien será una cuestión muy importante para muchos, antes incluso que el sabor (y pensamos quizá en los más pequeños de la casa). Por ello, no podemos descuidar este aspecto.
1. Coronar bien nuestras recetas
En realidad, este truco ya lo hemos introducido antes, pero tiene también un sentido decorativo. Añadir frutos secos o hierbas aromáticas dará un toque de color y textura que generará un atractivo visual innegable.
2. La cremosidad también ayuda
Volvemos a lo mismo de antes: ese toque cremoso no sólo hará que mejore la textura de nuestro plato, sino también que el contraste de colores generados entre las verduras o los ingredientes utilizados y el aspecto que le damos hagan que nuestra receta entre muy bien por los ojos.
3. Un poquito de aceite decorativo
Añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra a modo decorativo puede darnos una alegría al paladar y también a la vista. Eso sí, aquí conviene ser precavido con las cantidades, y ayudarnos de un dosificador puede hacer que no se nos vaya de las manos.
4. Emplatar bien es algo que nunca falla
Por supuesto, elegir dónde vamos a servir nuestra receta es una cuestión fundamental. Tenemos que jugar a que sea vistoso, prestando atención a los colores y los contrastes que generamos y al espacio que ocupamos con nuestro caldo, crema o sopa. Esto va en función de lo que dispongamos por casa, pero siempre puede ayudar elegir y distribuir bien en el plato.
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