Para 10 0.4€/pers. 345kcal/100g
Ingredientes
- 350 g. de harina de trigo de fuerza o espelta
- 300 g. de queso fresco tipo Ricotta o requesón o crema
- 1 huevo grande
- Sal (5 gramos)
- Aceite de oliva virgen extra
- 2 hojas de laurel frescas (1 para hacer polvo de laurel y otra para el horneado)
- 2 cucharadas de miel para la presentación final
Las costumbres de la antigua Roma han llegado hasta nuestros días, dejando un gran legado con sus costumbres, mitología, ritos, astrología y por supuesto también su gastronomía. Chefs y arqueólogos, dan lugar a una ciencia llamada arqueoastronomía, que busca junto a investigadores y científicos el desafío de rescatar recetas de otras épocas a través del paladar. Gracias a ellos se ha reconstruido, entre otros, el recetario de Apicio, el más célebre gastrónomo romano, durante el primer siglo después de Cristo.
Podemos decir que Itálica vio nacer el pan, a los romanos les gustaba mucho el dulce, solían comer pasteles y tortas elaboradas con los productos que tenían a mano, como huevos, leche y sus derivados, harina y miel. Desde entonces es un alimento imprescindible en cualquier comida.
En este caso, hablamos de unos panecillos que elaboraban los romanos y se llamaban “Pan Libum o Pan de los Dioses”, unos ricos panecillos de queso endulzados, que se utilizaban en los rituales como ofrenda a los Dioses. Su nombre proviene de la palabra “libaciones”, que son los sacrificios que se hacían en las fiestas importantes y para el culto doméstico, donde se colocaba un pedacito de este pan en el altar y el resto se repartía entre los feligreses y asistentes.
Se elaboran fácilmente con harina, huevo, queso fresco, y después se hornean y se acompañan de hojas de laurel y se impregnan en miel. Son unos panecillos ideales para combinar tanto con platos dulces como salados. Os sorprenderá la sencillez de su elaboración y lo ricos, tiernos y sabrosos que resultan, con un aroma que sorprende.
Os animamos a probar esta receta en casa porque no os va a defraudar. Podéis luego tunearla al gusto con otros ingredientes como orégano, aceitunas negras, semillas, pipas, etc.… Pero la receta original y clásica de los romanos es la siguiente.
Preparación del pan Libum
- Empezamos calentando nuestro horno a 220º C, por ambas partes arriba y abajo.
- Desmenuzamos muy bien el queso fresco en un cuenco o recipiente grande, tipo ricota o requesón. Podéis ayudaros de una batidora de varillas para desmenuzarlo mejor y conseguir una textura más cremosa.
- Añadimos la harina tamizada con la ayuda de un colador, puedes utilizar harina de trigo o espelta como prefieras, y después añadimos el huevo, la sal y un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Amasamos muy bien y despacio con nuestras propias manos para mezclar los ingredientes y los sabores. Podéis hacer vosotros mismos, “polvo de laurel”, triturando laurel seco en un molinillo de café o en una trituradora de alimentos. Y luego añadirlo en la masa para intensificar el sabor. Es una masa pegajosa, pero trabajando bien se consigue una masa moldeable y suave.
- Dejamos reposar la masa 30 minutos, y después hacemos pequeñas bolas de pan, como panecillos, no muy grandes para que al hornear no queden crudas. Los podemos pincelar por encima con aceite o leche. Antiguamente, se cocinaban estos panes en vasijas de barro dentro de un horno de leña, pero si no tenéis, podéis hacerlo en vuestro horno convencional de casa, en una cazuela de barro y si no, simplemente sobre la propia bandeja del horno como en este caso.
- Esparcimos las hojas de laurel frescas sobre la bandeja del horno o cazuela de barro y las partimos un poco para que desprendan el aroma. Seguidamente, ponemos las pequeñas bolas de la masa encima de las hojas de laurel. Si no tenéis laurel fresco, podéis utilizar las hojas de laurel secas, pero antes humedecerlas con aceite para hidratarlas un poco. Ya veréis el olor que desprenden.
Horneado del pan libum
- Horneamos unos 30 minutos aproximadamente, dependerá del tipo de horno, hasta que se doren y terminamos poniendo nuestro horno en posición de grill durante 3 minutos, para conseguir un color más intenso y tostado.
- Retiramos los panes y los dejamos enfriar sobre un trapo de cocina limpio o servilleta de tela para después servirlo en una cesta o panera. Es mejor esperar antes de comer, las masas calientes, aunque son apetecibles, suelen sentar mal en el estómago.
- Continuamos preparando en un recipiente o bandeja grande la miel que sí es muy espesa la pueden rebajar un poco con agua o hidromiel, y volcamos los panes encima, dejándolos reposar unos minutos para que se empapen.
- Y finalmente, servimos unos panecillos deliciosos, con una textura esponjosa y a la vez firme, que os harán sentiros como auténticos romanos. Si os sobran que no creo… podéis dejarlos en una cesta de pan y tapar con un trapo o servilleta de tela y estarán igual de tiernos que el primer día.
¡Ave César, los que van a morir te saludan!
Hemos trabajado 3 horas y 50 minutos para que disfrutes esta receta. ¿Cómo se calcula?
120 min. cocinando, 30 min. para hacer y editar las fotos, 45 min. para redactar y 35 min. para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales.
😊 Sin contar lo que dedicamos a investigar cómo hacer la mejor receta, comprar los ingredientes, comerla (y repetirla si no ha salido de rechupete), leer vuestros comentarios y responder a las dudas.
Categorías: Recetas de pan, masas y rebozados