Para 10 0.25€/pers. 280kcal/100g
Ingredientes
- 2 huevos
- 250 g. de harina de trigo
- 1 cucharada de vinagre
- 2/3 de cucharada de azúcar
- 2,5 cucharadas de aceite de oliva
- 2/3 de cucharadita de levadura
- Piel de 1/2 limón
- Ralladura de 1/2 limón
- Una pizca de sal
- Aceite vegetal para freír, en abundancia
- 166 g. de miel
Los nuégados son unos dulces típicos de la cocina manchega que se pueden encontrar en días señalados, como el Día de Todos los Santos. Son unas bolitas de masa frita, bañadas en una especie de caramelo de miel, que se disponen en forma de rosco. De ahí que en muchos lugares se los conoce como rosca de nuégados. Es un dulce muy típico del recetario clásico de Castilla-La Mancha, en la que no faltan todo tipo de dulcerías para estas fechas señaladas: buñuelos, gachas dulces o puches, arropes, bollos de mosto, entre otros. En Herencia (Ciudad Real) me comenta un seguidor que se llama Rosca Utrera.
Resulta fascinante cómo, con pocos ingredientes -sencillos y humildes-, se pueden conseguir recetas tan creativas y con resultados tan espectaculares como los nuégados manchegos. Merece la pena animarse con ellos, aunque también podéis probar otros postres tradicionales que tenemos en el blog como postres son los sobaos de Cantabria, las yemas de Ávila, los fartons de Valencia, la crema catalana, la tarta de Santiago de Galicia o los fardelejos de La Rioja.
Quedan riquísimos y se pueden hacer con antelación. De hecho, es preferible hacerlos la víspera para que se enfríen bien y la capa de miel que los recubre endurezca en la medida de lo posible. Aunque no seré yo quien os impida disfrutarlos recién hechos. Que cada cual los consuma a su gusto. Si hacéis este dulce tan rico, os vais a chupar los dedos. Palabrita. Están de rechupete.
Receta nuégados manchegos
Preparación de la masa
- Comenzamos aromatizando el aceite y, para ello, lo introducimos en un cacito junto con la piel de medio limón. Colocamos el cacito al fuego y lo calentamos a fuego bajo durante unos cuatro o cinco minutos, controlando que no suba la temperatura.
- Transcurrido este tiempo y aromatizado el aceite, recitamos el cacito del fuego y dejamos que enfríe o, al menos, que atempere antes de retirar y desechar la piel de limón.
- A continuación, en un recipiente amplio y hondo ponemos la mitad de la harina y hacemos un volcán en el centro. Añadimos los huevos, el aceite aromatizado, el vinagre, un pellizco de sal, la ralladura de limón, la levadura química y el azúcar.
- Removemos para integrar los ingredientes y, poco a poco, vamos añadiendo más harina hasta obtener una masa manejable y que no se nos pegue a las manos (no debe quedar dura). Es bastante posible que no haga falta usar toda la harina indicada en el listado de ingredientes.
Damos forma a la masa
- Estiramos la masa con ayuda de un rodillo a 1 centímetro de grosor y la cortamos en tiras finas. Las separamos para que no se peguen entre ellas y las dejamos tal cual, sobre la mesa de trabajo, para que se sequen ligeramente durante unos cinco minutos. Después les damos la vuelta y repetimos la operación, esta vez para que se seque la parte que antes estaba abajo.
- Cortamos cada tira con un cuchillo afilado o con unas tijeras en trocitos de un centímetro de grosor aproximadamente. No tienen que quedar todos iguales.
- Calentamos abundante aceite vegetal en una sartén y los vamos friendo por tandas. Cuando estén dorados los sacamos y dejamos que escurran el exceso de aceite sobre un plato con papel de cocina.
Cobertura y presentación final
- Mientras tanto preparamos la cobertura y, para ello, cocemos la miel en una sartén amplia durante unos cinco o seis minutos. Buscamos conseguir una especie de caramelo con el que bañar los nuégados.
- Para saber si está en su punto, echamos unas gotas en un plato con agua fría y si se forma un caramelito con los dedos, está en su punto.
- Volcamos los nuégados en la sartén y removemos hasta que queden bien cubiertos por todos sus lados.
- Después los sacamos y los colocamos en un plato de servir, donde formaremos la rosca.
- Para no quemarnos -ojo porque están muy calientes y las quemaduras de caramelo son terribles)- nos mojamos las manos en agua fría y le vamos dando forma a la rosca con sumo cuidado.
- Una vez lista, dejamos enfriar nuestros nuégados antes de servir y disfrutar de un dulce tradicional que está de rechupete.
Consejos para unos nuégados manchegos perfectos
- Para que los nuégados queden tiernos y jugosos por dentro, es importante dar a la masa el punto adecuado. No puedo indicar la cantidad de harina necesaria porque cada marca funciona de una manera distinta, por eso lo mejor es ir añadiendo poco a poco hasta que esté firme, pero tierna, y no se pegue a las manos.
- Los nuégados se pueden servir en “montaña” sobre un plato de presentación, pero es tradicional formar con ellos una rosca. La forma hay que dársela cuando están calientes, que son más maleables. Humedeciendo las manos en agua se consigue fácilmente y se aguanta el calor que desprenden sin quemarse los dedos.
Hemos trabajado 4 horas y 50 minutos para que disfrutes esta receta. ¿Cómo se calcula?
180 min. cocinando, 30 min. para hacer y editar las fotos, 45 min. para redactar y 35 min. para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales.
😊 Sin contar lo que dedicamos a investigar cómo hacer la mejor receta, comprar los ingredientes, comerla (y repetirla si no ha salido de rechupete), leer vuestros comentarios y responder a las dudas.
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En Herencia (Ciudad Real) esto se llama Rosca Utrera
Muchas gracias Pepe! Estoy con nuevas recetas, ya verás en el blog los bollos de vendimia y los arropes de uva.