Los furanchos, patrimonio gastronómico en Galicia. Cuando llega el tiempo más primaveral y veraniego, de abril a octubre, algunas zonas de Galicia abren la temporada de “furanchos”. Un acontecimiento que se espera durante el resto del año, ya que no hay nada que le guste más a l@s galleg@s que ir de vinos y de tapeo. Bueno, y al resto de españoles también, ¿no?
Seguro que much@s de vosotr@s habéis estado en alguno de ellos, o alguien os ha hablado de ellos… pero por si la cosa aún no está clara, voy a intentar contaros qué es un “furancho”, y por qué le gusta tanto a todo el mundo. Cualquier mortal que conozco, sucumbe ante los encantos de un “furancho” y disfruta de momentos inolvidables.
¿Entonces, qué es eso del “furancho”?
Por “furancho” o “loureiro” (según la zona) entendemos por una casa particular, que habilita el bajo de la vivienda, o un garaje, galpón o terraza, para ofrecer a los visitantes el excedente de vino de la cosecha familiar. Y ya de paso, también es posible disfrutar de algo de comida casera, para acompañar y hacer más llevadero el bebercio. También se designa como pequeña bodega en casas particulares donde venden los excedentes de vino que elaboraban los propietarios para el autoconsumo.
Entonces, si tenemos en la ecuación: vino de cosechero, comida casera, ambiente familiar y una localización “enxebre”, el resultado final es siempre un éxito. El otro nombre por el que se les conoce es loureiros, nombre común que designa al árbol laurus nobilis del latín laurum ‘laurel‘. El nombre se debe a que se colocaba una rama de laurel sobre las puertas de entrada de este tipo de establecimientos, aunque ya no es costumbre hacerlo.
Esto es la parte tradicional y legítima de la historia, pero como todo, tiene su lado negativo. A raíz del éxito de los “furanchos” tradicionales, durante los años han surgido negocios paralelos, que prácticamente son bares o tascas encubiertas, y que hacen una competencia desleal a los negocios hosteleros legales. En el 2012, la Xunta de Galicia tomó la determinación de tomar cartas en el asunto, elaborando un decreto que legislara al respecto. Según el DOGA (Diario Oficial de Galicia)
“se consideran furanchos los locales utilizados principalmente como vivienda privada pero donde sus propietarios/as venden el excedente del vino de la cosecha propia, elaborado en casa para su consumo particular, junto con las tapas que, como productos alimenticios preparados regularmente por ellos/ellas, sirvan de acompañamiento”
La tradición del “furancho” en algunas zonas de Galicia, viene ya desde hace más de 300 años. El vino excedente de la cosecha, se ofrecía a l@s vecin@s, que acudían a probarlo y de paso, la familia de la casa acompañaba el momento con platos caseros y tradicionales.
Los barriles o “pipotes” de vino, se “abillaban” (ponerles una billa o grifo) y para anunciarlo, se colgaba una rama de laurel o “loureiro” en la puerta de la casa. Y esto ha llegado hasta nuestros días. Si uno recorre las carreteras secundarias de las Rías Baixas (principal zona “furancheira”), es muy probable que se encuentre estos avisos casi en cada pueblo.
Lo mejor de todo es que según en cada zona, o incluso en cada “furancho”, podremos disfrutar de un vino diferente y una oferta de tapas/raciones propias del lugar. Tenemos hay una completa guía para localizarlos y conocerlos, pero bueno, de esto os hablaré más adelante.
¿Cuándo puedo ir de “furanchos”?
La temporada de apertura va desde diciembre hasta el fin del verano. Aquí cada Ayuntamiento puede determinar con cierto margen hasta cuándo se pueden tener abiertos. Ya que el verano es cuando más afluencia de gente hay, y esto hay que aprovecharlo.
Un día de verano, con buena temporada, es lo ideal para disfrutar de un auténtico “furancho”. Los bajos de las casa suelen ser de piedra, con una temperatura fresquita, o incluso muchos de ellos disponen de una zona de terraza con la típica parra, para estar a la sombra. Los excedentes de vino no son muy grandes, ya que hablamos de cantidades entre 1000 y 2000 litros. Con estas limitaciones, hay algunos “furanchos” que cierran antes de tiempo, al agotar las existencias de vino de la casa.
¿Y para comer/beber, qué tenemos?
Para beber, lo esencial y principal es el vino de la casa. Si estamos en la zona de las Rías Baixas, donde se sitúan el 95% de las localizaciones, tocará catar el Albariño cosechero.
Un vino elaborado en casa, con sus peculiaridades y limitaciones, por lo que no esperéis un “bouquet” como el albariño que nos ofrecen las bodegas. Este vino de “furancho” tiene su encanto, y puestos en contexto, sabe todavía mejor. Si se desmarca de lo tradicional, seguro que también encontraréis agua, cerveza o refrescos. Opciones bastante demandadas, aunque lo que se tercia es adaptarse y disfrutar de los vinos caseros. Maridan de maravilla con la comida casera.
Si hablamos de un “furancho”, hablamos de comer bien y abundante. Platos bien caseros y tradicionales, como tortilla de patatas, embutidos de casa, empanada, huevos fritos, croquetas, pimientos de Padrón, “raxo” o zorza con patatas fritas, churrasco.
Al tener tan cerca la costa, es también frecuente encontrar “xoubas” (sardinillas) fritas, sardinas a la parrilla, calamares, choquiños (chocos pequeños), mejillones. Una amplia variedad de platos, que varían de un local a otro, e incluso cada uno ya tiene su especialidad, que funciona como reclamo.
Para rematar, algún postre casero puede encontrarse, como una bica, leche frita o flan. Café siempre “de pota” y unos licores también caseros, para hacer una especie de sobremesa. Esto suele tomarse en el último de la ronda, ya que lo ideal es hacerse una pequeña ruta, y no quedarnos en un “furancho” en plan restaurante.
Todo ello preparado en una sencilla cocina, con los hornillos de gas de toda la vida, y el menaje casero. Mesas y bancos de madera, manteles de “hule” y decoración bien “enxebre”, completan un ambiente acogedor para disfrutar con los cinco sentidos.
Los precios suelen ser comedidos, adaptados a lo que se ofrece, con lo que la experiencia es siempre satisfactoria. Yo que estoy en Madrid, y aunque ya estoy acostumbrado a los precios de mi tierra, no dejo de sorprenderme a veces de lo bien que he comido y lo poco que tengo que pagar por ello.
¿Dónde podemos encontrarlos?
Aunque se hable de “furanchos en Galicia”, no es algo que podamos encontrar en todo su territorio. Se concentran en dos zonas determinadas: la principal en las Rías Baixas y luego en menor medida, en la zona de Betanzos (A Coruña).
La comarcas del Salnés (Sanxenxo, Cambados, O Grove, Ribadumia) y O Morrazo (Cangas, Moaña, Bueu, Aldán) son el epicentro de la actividad de los “furanchos”. A mayores, también podemos destacar la zona de Bembibre, a las afueras de Vigo.
No se podría dar un número exacto, aunque los censos oficiales de los ayuntamientos se aproximan a unos 350 furanchos”. Luego están los que siguen sin estar registrados, y otros tantos que se han ido reconvirtiendo en tascas o tabernas. Como os comenté, tenemos la gran suerte de contar con una web: defuranchos.com , donde encontrar un sinfín de locales de este tipo. Con un mapa para encontrarlos y luego la ficha de cada uno con sus particularidades. Un trabajazo enorme, que nos facilita muy mucho la tarea de localizar estos templos gastronómicos.
De todas maneras, la opción que más triunfa es la de las recomendaciones de l@s conocid@s, que viven o veranean por la zona, y ya tienen sus “furanchos” preferidos bien fichados. De junio a agosto, arde el “guaxap” pidiendo donde encontrar un local bien enxebre y tradicional, cuanto menos conocido mejor.
Algunas recomendaciones, para la ruta de “furanchos”
Uno de los municipios con más y variados “furanchos” es Meaño, cerca del conocido Sanxenxo. No es extrañar esta aglomeración al ser una zona de gran producción de albariño.
El pueblo de Cobas, es como la “milla de oro”, al contar con un buen número de “furanchos” en plena temporada. Ahí podemos encontrar el “Furancho de Juan”, “A do rapaz”, “A Roda”, “O Bacelo de Mari”, “O quirófano”, etc. hasta contar 14 locales. Una localidad donde hacer una ruta para comer, descansar y luego volver a la carga para la cena.
Otra zona recomendable es el triángulo formado por Moaña, Cangas y Bueu, en la comarca de O Morrazo. Esta no es zona de vino, pero sí de buen producto del mar y de la huerta, por lo que encontraremos un buen número de “furanchos” en un pequeño territorio. Para moveros con seguridad, en la web “Crónicas furancheiras” encontraréis muchos locales, con sus particularidades, paltos, ubicación, etc.
En el barrio de Matamá (Vigo), está el “Furancho da Balsa”, un clásico en la ciudad y que está siempre entre las recomendaciones de “guaxap”. Abren de jueves a domingo, y además de comer/beber muy bien a un precio imbatible, los viernes y sábados por la noche suele haber alguna charanga o banda de “gaiteiros” para amenizar las cenas como se merecen.
Como colofón, os dejo un lugar especial, de esos a los que hay que ir alguna vez en la vida. Se trata del “Furancho Reboraina”, en Redondela (Pontevedra). Un lugar mágico, con un pazo antiguo, un amplio jardín y un magnolio gigante, donde se sitúan los comensales en los días de verano. Por la noche, bombillas estilo rústico hacen un ambiente todavía más embaucador. Abren del 1 de mayo al 31 de julio (lunes cerrado), y no se admiten reservas.
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Muy interesante!! No conocía el término «furancho». Un abrazo, Celeste
Un espectáculo. Cuando vamos a Galicia siempre vamos a uno en Vigo al lado de Balaidos.