Para 2 0.30€/pers. 80kcal/100g
Ingredientes
- Queso (mozzarella)
- Pan rallado
- Salsa bechamel o nata
- Mantequilla (opcional)
¡A gratinar! Esa técnica culinaria que convierte cualquier plato en una obra de arte dorada y crujiente, digna de una ovación en la mesa. ¿Quién puede resistirse a esa capa superior de queso fundido, dorado y crujiente, que cubre con gracia cualquier plato, desde unos sencillos macarrones hasta las recetas más sofisticadas? Pero, aunque todos amamos ese resultado final, no siempre sabemos exactamente qué implica gratinar, de dónde viene la técnica o cómo se logra la perfección en casa.
Gratinar es una técnica culinaria que consiste en dorar la parte superior de un plato, generalmente en el horno, para crear una capa crujiente y sabrosa. Aunque lo más común es hacerlo con queso, también se puede gratinar con pan rallado, mantequilla, nata, bechamel o incluso una mezcla de todos estos ingredientes. Lo importante es que la superficie quede doradita y, al mismo tiempo, tenga esa textura crujiente que tanto nos gusta.
Pero, cuidado, porque no se trata de simplemente calentar el plato. Para gratinar correctamente, necesitas una fuente de calor intensa, ya sea la resistencia del horno, un gratinador o incluso un soplete culinario, para que esa capa se dore de manera rápida sin que el resto del plato se reseque o se queme. ¿Qué platos podemos gratinar? La típica lasaña, unos macarrones con queso, una coliflor, las patatas gratinadas o los mejillones gratinados, todas están de rechupete.
Un poquito de historia: ¿de dónde viene el gratinado?
Aunque el acto de dorar alimentos sobre el fuego ha existido desde que el ser humano empezó a cocinar, la técnica de gratinar tal y como la conocemos hoy en día tiene sus raíces en la cocina francesa. La palabra «gratinar» proviene del francés gratin, que a su vez deriva de gratter, que significa raspar o rascar. ¿Y por qué? Porque el gratinado, cuando queda bien hecho, crea una capa que a veces tienes que raspar o cortar con el cuchillo antes de hincarle el diente.
En la Francia del siglo XIX, gratinar se convirtió en una técnica muy popular, especialmente en platos de alto nivel como el gratin dauphinois, una delicia hecha con patatas y nata, que se sirve aún hoy en muchas mesas. Desde entonces, el gratinado se ha extendido por todo el mundo y es una técnica que se utiliza en todo tipo de recetas, desde platos de pasta hasta verduras, pasando por carnes y pescados.
Receta gratinar
Elaboración paso a paso
- Lo primero de todo, asegúrate de que el horno esté bien caliente. Lo ideal es que utilices la función de gratinado o, si no tienes, la temperatura más alta posible, entre 200 y 220 ºC.
- Ya sea una lasaña, unas verduras o una pasta, asegúrate de que el plato esté ya cocinado antes de gratinar. Recuerda que el gratinado es solo el toque final, no el proceso de cocción del plato entero.
- Dependiendo del plato, cubre la superficie con queso rallado, pan rallado, bechamel o lo que prefieras. Si usas queso, asegúrate de que esté rallado finamente para que se funda de manera uniforme.
- Coloca el plato lo más cerca posible de la resistencia superior del horno para que el gratinado sea rápido. Vigila de cerca, porque en cuestión de minutos tendrás ese dorado perfecto. Si ves que empieza a dorarse demasiado rápido, puedes bajar un poco la temperatura o cubrir el plato con papel de aluminio.
- Si quieres ser un verdadero profesional, usa un soplete culinario para darle ese toque final. Esto es especialmente útil si la superficie no ha quedado lo suficientemente dorada en el horno.
- Saca el plato del horno, deja que repose unos minutos para no quemarte (sí, la tentación de hincarle el diente enseguida es fuerte, pero resiste) y prepárate para disfrutar de ese contraste entre la capa crujiente y el interior cremoso.
Consejos para gratinar perfectamente
- Para un gratinado dorado y sabroso, selecciona quesos que se fundan bien, como mozzarella, cheddar, gouda o gruyere. Si quieres un toque más crujiente, mezcla un queso seco como parmesano con pan rallado.
- El gratinado requiere un golpe de calor intenso. Asegúrate de que tu horno esté en modo grill o a una temperatura alta (200-220°C) para crear esa capa dorada y crujiente en pocos minutos, evitando que el interior se reseque.
- Distribuye el queso o el pan rallado uniformemente sobre el plato para que el calor actúe de manera homogénea. Esto evitará zonas quemadas o mal gratinadas.
- Rociar un poco de aceite de oliva o añadir unos pequeños trozos de mantequilla sobre el queso ayudará a conseguir un acabado dorado brillante y realzará el sabor.
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