Ya es otoño, los suelos de los castañares se tiñen de naranja y cada vez oscurece más pronto. En esta época no faltan ganas de dar un paseo por el campo, ya sea para recoger unas setas o simplemente para ver cómo caen las hojas de los árboles. Pero las hojas no son lo único que cae en esta época si pasamos por un castañar, todos lo sabemos. En el suelo también encontraremos unas cuantas castañas.
Aunque las castañas son un fruto estacional del otoño, tenemos algunos métodos para poder conservarlas durante todo el año y darnos el lujo de comerlas cuando queramos. Os contamos los trucos para que no echéis de menos las castañas en todo el año.
Congelar las castañas
Para periodos largos de tiempo, lo mejor es que congelemos nuestras castañas. Como todo, tiene su truco, y lo podemos hacer de diferentes maneras: congelándolas con piel y sin piel.
1. Congelar las castañas con piel
Esta es la forma más fácil. Únicamente tenemos que preparar una bolsa de plástico para congelar u otro recipiente que podamos cerrar bien y meterlas al congelador. De esta manera, para prepararlas después lo único que nos hará falta es cocinarlas directamente, sin dejar que se descongelen. En el caso de que las queramos cocer, por ejemplo, sólo tendremos que añadirlas a la olla.
Pero ojo, si se congelan con piel para asar, sería conveniente darles antes un corte para evitar que exploten. Darle el corte estando congeladas es más complicado.
2. Congelar castañas peladas
Esta manera nos puede llevar un poquito más de trabajo, pero si vamos a usar las castañas sin piel posteriormente, sin duda es el método que más nos interesa llevar a cabo. Para congelar las castañas sin piel lo primero que debemos hacer es, obviamente, pelarlas. Hay un truco bastante sencillo para pelarlas fácilmente: cogemos un cuchillo bien afilado, hacemos un pequeño corte a cada castaña y las echamos a una olla con agua hirviendo. Con esto, la piel se retirará fácilmente a través de este proceso de escaldado.
Una vez las tengamos peladas, el proceso es el mismo, guardamos en una bolsa para congelar y a la hora de cocinar ya las tendremos listas.
Cómo conservar castañas frescas
1. En un lugar fresco y seco
Si las acabamos de recoger del suelo o las acabamos de comprar y las vamos a consumir en un periodo corto de tiempo, lo mejor es buscarles un lugar bien fresco y seco, como una cestita mimbre que permita circular el aire. Meterlas en una bolsa de plástico supondría eliminar el flujo de aire y hacer que se nos pudran, tenedlo en cuenta.
Ahora bien, este método tiene un riesgo, y es que al estar al aire libre, algunos insectos voladores (como las moscas) pueden poner huevos en nuestras castañas, dando lugar a pequeños gusanos. Un truco puede ser cubrir las castañas con un paño fino. Este método nos librará de esos gusanitos tan desagradables, pero eso sí, disminuirá el tiempo de pudrición.
2. En la nevera
Guardarlas en la nevera hará que las castañas nos duren un poco más, prácticamente hasta un mes. Habría que seguir el mismo proceso de antes, colocarlas en un recipiente que deje circular bien el aire y dejarlas tapadas.
Conservar envasando al vacío en su jugo
Una buena opción para conservar nuestras castañas es envasarlas al vacío. De esta manera, no hace falta congelar, estarán envasadas en su jugo y nos durarán mucho tiempo.
El proceso es sencillo: primero debemos pelarlas con el mismo truco de las castañas congeladas, escaldando; después las introducimos en un frasco que cierre al vacío y que debemos haber esterilizado antes para evitar el crecimiento de bacterias; llenamos el bote con el jugo que nos ha quedado cuando hemos hervido las castañas y por último hacer el vacío en el frasco.
Esto último es sencillo, una vez cerrados los frascos, los introducimos en una olla con agua y lo ponemos a hervir. Es importante que sea una olla lo suficientemente grande para que los tarros estén completamente cubiertos. Dejamos que hierva unos cinco minutos hasta que escuchemos un pequeño “plup” del tarro, que será la señal de que ya se ha hecho el vacío.
Conservar en almíbar
Una buena manera de conservarlas es en almíbar, las famosas castañas Marrón Glacé. Solamente habrá que cocer las castañas en azúcar y canela (en ocasiones también se añade una vaina de vainilla), haciendo que estas adquieran esa capa azucarada en el proceso de cocción. Tras ello, introduciremos las castañas junto con el almíbar que hemos hecho en tarros de cristal, igual que en el método anterior, previamente esterilizados.
Aunque las he preparado en casa en alguna ocasión, es un gran trabajo. Me encantan las de la marca «Cuevas«, que además he visto el proceso de elaboración, todo un arte. Tienen un tratamiento de pelado mediante vapor de agua al que se exponen las castañas destinadas a la elaboración de Marrón Glacé, garantiza la integridad del fruto, un paciente y laborioso proceso que deja en manos de personal especializado la difícil tarea de retirar manualmente la piel interior inevitablemente adherida al fruto, todo ello para evitar agresiones a su estructura.
Las castañas destinadas a la elaboración de conservas, son tratadas mediante un proceso de pelado mediante hornos de fuego. Cuevas destaca por la alta productividad y eficiencia de esta línea que incorpora la más novedosa tecnología con una capacidad de producción de 40.000 kg/día.
Conservar mediante deshidratación
Castañas pilongas o secas
Esta es una buena opción, pero el inconveniente es que, para que quede perfecto, normalmente necesitaremos una deshidratadora de alimentos. En caso de que dispongáis de una, primero deberéis limpiar y pelar las castañas antes de deshidratarlas.
Si no disponemos de una máquina de deshidratación, podemos hacerlo en el horno a temperatura muy baja durante horas, o podemos dejarlas sobre un papel de cocina al sol durante varios días hasta que se deshidraten por completo de cocina. Tendremos unas castañas secas o pilongas de rechupete.
Harina de castañas
Una vez hemos deshidratado nuestras castañas, una de las opciones que tenemos es hacer harina de castañas con ella. Esta harina es un alimento muy recomendable, saludable, delicioso y apto para todos los públicos y lleno de virtudes nutritivas.
Lo único que debemos hacer para prepararla es poner las castañas deshidratadas en el procesador de alimentos, molinillo, vaso batidor de mano, lo que tengamos para triturar las castañas y que las convierta en polvo fino como la harina que conocemos. El resultado es una harina castaña de color tostado, que nos dará mucho juego en la cocina.
Hay un montón de recetas con castañas riquísimas y sería un fastidio pensar que sólo podemos disfrutar de ellas unos pocos meses al año. Con estos métodos, ya no hay excusa para preparar un flan de castañas o un buen bizcocho cuando nos apetezca un poco de sabor otoñal.
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