Crítica de Danza
Bailar fuera del canon
Vía Katlehong Dance, compañía sudafricana, presenta piezas de Marco da Silva Ferreira y Amala Dianor en el teatro Central
Así será la nueva edición de Primaverando 2024 en Sevilla que se celebrará el 16 de marzo
Crítica de Danza
'Via Injabulo'
- Coreografía: Marco Da Silva Ferreira y Amala Dianor
- Bailarines: Julia Burnhams, Monicca Magoro, Lungile Mahlangu, Tshepo Mohlabane, Kgadi Motsoane, Thato Qofela, Abel Vilakazi
- Música: Jonathan Uliel y Awir Leon
- Director de escena: Alexander Farmer
- Teatro Central Dia 8 de marzo de 2024
Primero hay que explicar qué es esta compañía que programada en el Teatro Central esta temporada, nos ha traído una danza ajena a lo que habitualmente vemos. Ya tuvimos una importante muestra hace unas semanas con 'Caraça' de Marcos Da Silva Ferreira, y repite este ... coreógrafo con la compañía Via Katlehong Dance.
Via Katlehong Dance se forma en 1992. Originalmente era una troupe comunitaria, compuesta por jóvenes de la ciudad de Katlehong en el East Rand,, una conocida zona de guerra durante los levantamientos de 1980 en Sudáfrica, y el objetivo era mantener a los jóvenes lejos de la violenta actividad criminal de su ciudad. Dirigida por Steven Faleni y Buru Mohlabane, la compañía cuenta con una escuela de danza comunitaria de 18 miembros.
En el teatro Central de Sevilla se han presentado con dos piezas, de Amala Dianor y de Marco Da Silva Ferrerira, bajo el título de 'Vía Injabulo'. Son cuatro mujeres y cuatro hombres que bailan ataviados con zapatillas de deporte, cambiando brevemente en el intervalo de vestuario, siempre urbano.
'¿Conoces Sudáfrica? ¿Conoces pantsula?', uno de los bailarines se dirige al público para ver qué responden. Panstula, un baile callejero nacido en Sudáfrica, con reminiscencias del hip-hop y del break, pero con una estética absolutamente propia. Los ocho bailarines están a gusto con estos coreógrafos, no en vano ambos vienen de los ritmos de la calle, tanto el portugués Marco Da Silva Ferreira y la franco-senegalesa Amala Dianor.
¿Están bien?, y el público contesta. Hacen interacción con el patio de butacas, les hacen moverse, dar palmas, incluso uno de los bailarines se mete entre el público. La energía es tremenda.
'Førm Inførms' de Marcos da Silva Ferreira es una coreografía intrincada, veloz, intensa, incluso en ocasiones dramática. Bailan los intérpretes sobre un tapiz blanco, los hombros del teatro libres, y una mujer sale sola se mueve con una música percutiva que va marcando el ritmo. Se añaden otros siete bailarines. Y entonces la locura. Los cuerpos se mueve con esa carencia rítmica africana que tan difícil es de imitar. Zapatean, hacen ritmo con los pies y los brazos en sus cuerpos. Bailan fuera de los cánones de la danza de los años 80. Están creando sus propios cánones.
Imposible seguir la velocidad de los pies, los cientos de gestos que hacen con el cuerpo, los escorzos con los brazos y manos, se cruzan, se agrupan, deshacen los encuentros, vuelven a la danza coral. Entran en una catársis colectiva que parece no terminar, y cuando lo hacen, en el escenario se para el tiempo. Se abren las luces del teatro, los bailarines se marchan, entran los técnicos. Quitan el suelo blanco que se convierte en negro, y detrás, una especie de mesa de sonido que cuelga del techo con luces de colores. Se ha convertido en una fiesta de la mano de Amala Dianor y su obra titulada 'Emaphakathini'.
Salen los bailarines, han cambiado su atuendo, pero siguen con las zapatillas de deporte. Sacan unas neveras de playa, algo habitual en las reuniones en Kathelong, y de ellas, botellas de agua y latas. Empieza una especie de fiesta colectiva, donde se van retando y respondiendo. Si éste es el espíritu de pantsula, bienvenido sea. Bailan una música electrónica que cada uno va pinchando en el ordenador de la mesa colgante.
Ambas piezas tienen un nexo común: la energía y la inspiración de los rtimos africanos, el pantsula presente en cada momento en los cuerpos de ocho bailarines excepcionales que transmiten la fuerza del movimiento, tanto que parece algo natural y quizás lo es. Es una obra en dos partes con una intensidad extrema común, energía, felicidad en algunos momentos, pero sobre todo hay aires de renovación, algo que siempre es necesario en cualquier arte. Afortunados nosotros por poder ver más allá de los circuitos habituales lo que se danza en lugares tan alejados geográficamente y tan cercanos en su necesidad de transmitir.
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