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Concierto de luis miguel en el estadio de la cartuja

Sevilla se rinde al 'Sol de México' pese a los problemas de sonido

El cantante arrasa en su vuelta a Sevilla, donde más de 20.000 personas corearon los grandes éxitos de su carrera

El Estadio de la Cartuja de Sevilla, escenario de los conciertos más multitudinarios del año

Luis Miguel, exultante durante su concierton en el estadio de la Cartuja en Sevilla Raúl doblado
Rocío Vázquez

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Cuando uno pone las expectativas muy altas, corre el riesgo de verlas defraudadas. El concierto de Luis Miguel anoche en Sevilla merece algunas tachas y, en muchos corrillos, lo que más se escuchó fue precisamente lo contrario, que el Sol de México brilló, pero no se le oyó. Individualmente, habrá a quien le pese ese contratiempo pero, de manera global, el aura de la cita, el espectáculo de la orquesta y las impecables coristas, la comunión con el público, la presencia imponente del artista, los mariachis, las letras que enamoran y la banda sonora de varias generaciones compuesta a base de boleros, rancheras y canciones poperas, inclinan la balanza para el plato de la satisfacción.

No todos los días se presenta el artista más joven en recibir un Grammy, el de los récords en giras mundiales, el icono de la música latina, fenómeno mundial, protagonista sin pretenderlo del papel couché. Rostros conocidos como Nati Abascal y su hijo Rafael Medina o la modelo María José Suárez no se perdieron el evento. Los que no pudieron entrar fueron centenares de personas, algunas venidas de Italia o Alemania, a los que no les valía la entrada oficial que habían adquirido por ticketmaster.

El concierto se inició con unos diez minutos de retraso y aún con luz natural. Fue desbordante e incierto, porque apenas se distinguía la potente voz del cantante. Quizá tapada por la orquestación, el júbilo de las 20.000 personas congregadas o por lo que muchos critican la mala acústica del estadio de la Cartuja para este tipo de shows. Las ansias calmadas tras seis años de espera para ver al ídolo de cerca –o en las dos pantallas laterales– hacían olvidar cualquier fallo.

El repertorio con el que Luis Miguel se presenta en este tour que inició el año pasado y que desde el pasado viernes en Córdoba le tendrá por España durante más de un mes, comienza con dos versiones de admirados artistas, pero que el mexicano ha hecho tan suyas que parecen otras totalmente nuevas. El electrizante 'Será que no me amas', el cover de 'Blame It on the Boogie' de The Jacksons five y el 'Amor, amor, amor' de Bing Crosby para el que hay que remontarse a varias décadas atrás. Continúa con los sonidos R&B de 'Suave', uno de los hits del disco 'Aries', que se publicó justo después del gran éxito comercial del mexicano de principios de los 90, 'Romance'.

Luis Miguel no se dirigió en ningún momento a los asistentes. Tampoco hace tres días en la plaza de toros de la ciudad de los califas. Y es que, en honor a la verdad, no con palabras, porque sí fue generoso en sonrisas y gestos de complicidad. En la pista y las gradas respondían con gritos, piropos y haciendo brillar la noche sevillana con las linternas de los móviles. 'Hasta que me olvides', susurraba en otro momentazo de la noche. El intérprete pedía una prueba de amor después ('Dame'), seduciendo con sus desafiantes bailes: pierna adelantada, giros de un brazo, acompasado movimiento de caderas. Éxtasis de dimensiones olímpicas.

Boleros y mariachis

Pasado el primer tercio del espectáculo, el rey del bolero buscó la intimidad de la oscuridad para interpretar el primer medley de la noche dedicado a grandes temas de Armando Manzanero, que tan propios ha hecho también el sol de México. 'Por debajo de la mesa', 'No sé tú' o 'Somos novios', daban alas a los enamorados, los nostálgicos y a hasta a los más excépticos en los asuntos del corazón. Por momentos parecía sentirse más cómodo sobre el escenario, gustándose en la interpretación, pero en otros buscaba a su director para hacerle indicaciones.

El público más alejado empezaba a vociferar por los problemas de sonido y las pantallas se fundían a negro para el siguiente bloque de canciones, otros dos covers, que bajó las revoluciones del show: El 'Smile' o 'Sonríe', que también versionó otro rey del pop, Michael Jackson y el 'Come fly whit me' de Sammy Cahn.

Recuperó el pulso del partido -permitan la metáfora- haciendo uso del dron. Manejando el encuentro con sus fans haciendo una captura selfi que enardeció de nuevo al auditorio. Y entonces llegó la parte que para muchos de los asistentes fue la más intensa, la de la música genuina mexicana: el mariachi. Luis Miguel aprovechó la introducción de los músicos para despojarse de su traje y corbata oscura con camisa blanca y vestirse con otra negra con la que asemejarse más a su estética y después regaló dos clásicos, 'La bikina' de Rubén Fuentes y 'La media vuelta' de José Alfredo Jiménez. El estallido de grandes cintas con los colores de la bandera mexicana daban por concluida la fiesta y ponía al público de nuevo rendido al cantante.

El concierto terminaba con otro bloque de mixes y grandes éxitos como 'La incondicional', 'Te propongo esta noche' o 'La chica del bikini azul' mientras se desvanecía la esperanza de los asistentes de que su ídolo le dedicara algunas palabras. Tuvieron que darse por cumplidos con un grito final de 'Sevilla' que emplaza a una futura y ansiada cita.

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