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Concierto

El multiverso de Carmen Boza comienza a expandirse desde Nocturama

El festival, en su segundo día de programación, brilla con la actuación de la artista Carmen Boza y su nueva propuesta artística

Carmen Boza: «Me interesa ver hasta dónde puedo llegar, sola en el escenario, para expandir el concepto de guitarra y voz»

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La artista Carmen Boza durante su concierto en Nocturama 2023 E. M. Malpartida

E. M. Malpartida

Sevilla

Una canción que brilla tiene detrás más trabajo que inspiración, más pulso que lógica, más olfato que tacto y, por supuesto, más gusto que oído. Una buena canción, por tanto, contiene multitudes y una artista debe saber ver todas y cada una de sus variantes para escoger el faro que más ilumina, ese que la lleve a buen puerto. Aunque para eso hace falta mucho talento.

Carmen Boza ha alcanzado una versión de sí misma capaz de contemplar todas las variantes de sus canciones y composiciones. Con talento y suspicacia ha sabido vislumbrar todos los caminos y escoger con tino, acierto y buen gusto el que la lleve hasta el límite de todas ellas. El punto más alto del horizonte. Tras un año de parón y un lustro desde que autoprodujera su último álbum, Carmen Boza ha conseguido zafarse de la etiqueta de cantautora, de la artista con banda, para convertirse en la versión más completa y a la vez sencilla de sí misma: una vocalista pantagruélica, una guitarrista excelsa, una letrista cultivada y una intérprete poliédrica.

Su concierto —que empezó pasada la medianoche tras las actuaciones de Fajardo, primero, Víctor Herrero y su guitarra, después, y el adelanto de Lorena Álvarez en la programación— fue sin duda el momento más esperado por las decenas de personas que se congregaron en el Teatro Central el pasado viernes. Muchas de ellas parecían conocer a la Carmen Boza cantautora, pero no a la artista que guarecía adormecida esperando su momento. «¡Carmen, di algo!», le reprochaban algunos desde el público mientras Boza, concentrada, regalaba un setlist único hasta el momento, compuesto por siete canciones, tres inéditas y cuatro de ellas supuestamente conocidas: 'Astillas', 'San Juan', 'Un Golpe de Suerte' y 'Culpa y Castigo'.

Supuestamente, claro, porque todas ellas eran variantes del multiverso sonoro que Carmen Boza ha desatado contra el determinismo de una industria que adolece de los mismos patrones y fórmulas, que encasilla y etiqueta, que a veces aburre y tropieza con la misma piedra. Por eso, Boza ha decidido explotar en todas direcciones, expandiendo los límites de sus composiciones hasta donde se acaban los puntos cardinales de los ritmos, los versos y los acordes. En su directo impera un libre albedrío frente a lo esperable, domina el impulso y la conjetura frente a lo lógico y lo calculado.

Tras un set parecido al de un 'deejay' —mesa con ordenador, mezclas y un teclado—, Boza perfila unos acordes a la guitarra, unos ritmos al teclado, unos coros en abstracto. Pasan unos minutos hasta que el respetable reconoce la primera canción en sonar: 'Astillas'. Se crea una comunión instantánea, un éxtasis en los ecos y reverberaciones que Carmen va construyendo con el equilibrio de un maestro del Jenga.

La versión más vocalista de Boza arrolla, la más interpretativa, contagia. La más rítmica, hipnotiza. Los coros que dibuja Carmen entonan un 'lalalala' que se nos pega en la lengua y en el pecho mientras nos arrastra a un bucle de sonidos y arpegios. Un pinchazo de energía recorre el cuerpo cuando Carmen arroja la primera pista de la segunda canción con los coros: «Tu vida es tuya, es tuya, es tuya». 'San Juan' es la loma de una montaña inmensa, un crescendo que marca la frontera entre lo que era Boza hace un par de años y lo que es ahora.

Los pies golpean al compás que marca Boza, como intentando quitarse algo pegajoso que nos quiere atar al suelo. Carmen mueve milimétricamente los botones de la mesa de mezclas como quien busca en una probeta el elixir de la vida: un error de cálculo puede mandarlo todo a la mierda. Pero no lo hace. «¡Oh-oh-oh-oh!». Una vez más, los coros y el ritmo marcan los pasos del público que a estas alturas sigue a Boza a ciegas por esta senda, dispuesto a todo sin pedir nada.

Bueno, no todos. Algunos insisten: «¡Boza, di algo! Siempre suele interactuar, no sé qué le pasa», se queja alguien en el público. Carmen no se entera, o no parece dar muestras de ello, convencida de que el libre albedrío es lo único que nos puede sacar del determinismo de los algoritmos, del marketing y las fórmulas tradicionales. El cuarto tema, inédito, podría llamarse «Anestesiada», pero igual no. Es lo de menos, si no fuera porque esta canción realmente saca a la gente de la Matrix, les ofrece la pastilla roja, les da libertad a base de un ritmo que rompe los esquemas.

Carmen se acerca por momentos al trap, a lo urbano, al RnB, y aún así hay gente que le pide que hable, como si quisieran hacerla recapacitar: «¿¡Adónde vas, loca!?». A descubrir el Nuevo Mundo, podría responderle. A traernos oro, podría añadir. Nuevos horizontes, también diríamos. Nada que conquistar, porque nada es de nadie, pero todo nos lo ofrece ella. «Otro tacto de terciopelo, de facto, me da consuelo, en un universo paralelo». Así, Carmen apunta a un nuevo cielo al que mirar.

Tras 'Un Golpe de Suerte', la última en sonar es 'Culpa y Castigo', título que Carmen nos chiva de antemano. «Gente bella, hermosa, gracias por vuestro respeto, este concierto es importante porque presento parte del que será mi nuevo álbum», apunta la artista linense antes de despedirse con una versión de unos diez minutos de uno de sus temas más conocidos. Una variante, nunca mejor dicho, ya que tras algunos acordes y coros conocidos, Boza termina rapeando como Gata Cattana y afilando arpegios en la guitarra como PJ Harvey: «Monto este caballo sin espuelas y él me deja que lo monte, porque lo trato bien».

La velada parece copiosa pero Carmen deja en el público hambre de más. La aventura extasia y no agota, contagia y no cansa. Carmen Boza hilvana estrellas y mientras nosotros miramos la aguja, ella nos señala al cielo. Gracias a que hay artistas como ella, que se hacen preguntas incómodas, que alcanzan horizontes lejanos e inhóspitos, podemos experimentar lo que es viajar a otros mundos. El nuestro ya lo tenemos muy visto.

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