entrevista
Miguel Poveda: «El duende hace que te olvides de quién eres y te prestes al máximo al servicio del arte»
Vuelve a la Bienal de Sevilla tras 14 años de ausencia para presentar 'Federico y el cante', un espectáculo único que ha generado enorme expectación
Miguel Poveda: «En lo que me quede de vida voy a insistir mucho más en divulgar la música flamenca»
Bienal de Flamenco en Sevilla 2024: programación, conciertos y entradas
![Miguel Poveda es una de las principales figuras que pasarán este año por la Bienal de Flamenco](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/queplan/2024/09/08/MiguelPovedad-RNx7jMfH1ikAm7keaj86HfI-1200x840@diario_abc.jpg)
Conversar con Miguel Poveda (Barcelona, 1973) es fácil y agradable. Sus reflexiones, impregnadas de cierto candor, llevan el sentimiento a remolque de la palabra y el pensamiento a flor de piel. Es muy sensible a la belleza, por eso se emociona a las ... primeras de cambio cuando se ponen sobre el tapete los nombres de Lorca y de Paco de Lucía, su Dios particular. Y, por supuesto, la sonrisa, innegociable, como mascarón de proa.
Figura indiscutible del flamenco del siglo XXI, el catalán regresa a la Bienal de Sevilla los próximos días 13 y 14 de de septiembre tras catorce años de ausencia. Lo hará en el Teatro de la Maestranza con un espectáculo único que lleva por nombre 'Federico y el cante', una propuesta que casa a la perfección con su disco 'Poema del cante jondo', estrenado hace unos meses, y con su exitoso 'Enlorquecidos'.
En esta ocasión, la propuesta artística de Poveda es más tradicional, más ortodoxa, sumergiéndose en los cantaores antiguos que el poeta granadino conoció en su época y de los que se enamoró profundamente: Manuel Torre, Tomás Pavón, la Niña de los Peines, Tenazas, Caracol, Antonio Chacón y Silverio, entre otros.
Sin duda, se trata de una de las citas que más expectación ha generado una Bienal que arrancará un día antes con 'Caudal', un espectáculo único creado por Tomatito en el que también participa el cantaor reconocido en 2007 con el Premio Nacional de Música de España. Así lo atestigua el hecho de que las entradas para el viernes y el sánado estén agotadas desde hace meses.
—Llega a Sevilla para presentar un espectáculo dedicado a Lorca. El poeta y usted tienen el punto en común deser apasionados de esta ciudad.
Pues sí. De todos es conocida mi pasión por Sevilla desde que era pequeñito. Tanto es así que decidí instalarme aquí para que fuera mi casa, así ha sido durante trece años. Y todos esos años aquí fueron un aprendizaje equivalente al de 25 años. Al final Sevilla está metida en mi piel, en mis venas. Los últimos días de vida de mi padre fueron aquí y sus cenizas están aquí. Mi hermana y mis sobrinos siguen viviendo aquí, con lo cual tengo un vínculo con esta ciudad que ya es de por vida.
—En la histórica conferencia 'Teoría y juego del duende', Lorca define así: «El duende no está en la garganta, el duende sube por dentro, desde las plantas de los pies/ El duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre». ¿Qué es el duende para Miguel Poveda?
—Pues todo eso que has dicho. Yo añadiría que a veces incluso se hace carne, se hace humano. Se adentra en la sangre del intérprete y algo te posee dentro que hace que te olvides de quién eres y que te prestes al máximo al servicio del arte. Son momentos de magia, de chispa, de lo inexplicable. Algo que se da sobre todo en el flamenco.
—¿Cuándo ha sido la última vez que ha sentido el duende en un escenario?
—Ojalá se diese con frecuencia. Uno siempre lo está invocando como en la vida cotidiana invocamos a Dios o al Universo, y continuamente estamos pidiendo y nos sentimos muchas veces desprotegidos. Y cuando uno sale al escenario hay mucho de desprotección porque te enfrentas a un público, y si tienes ese sentido de la responsabilidad y de amor al arte necesitas invocar duendes y musas para construir ese canal que va desde tu corazón, desde tu alma, hasta el del oyente.
—En la misma conferencia que hemos citado antes, Federico describe el episodio en que un hombre le gritó a la Niña de los Peines durante una actuación en Cádiz: «¡Viva París!», dando a entender que allí no importaban tanto las facultades, ni la técnica, ni la maestría, se valoraba otra cosa. Al oírle, la sevillana se rebeló, bebió cazalla y puso aquello bocabajo. ¿Se ha rebelado alguna vez en un escenario contra una actuación que no termina de romper?
—Muchísimas veces, cuando he empezado con algo cruzado: la atmósfera, yo mismo me siento torpe o frío, o simplemente hay alguien en el público con cara como de estar juzgándote o de estar aburrido. Cuando ocurren esas cosas estoy continuamente remontando y es cuando más duran mis conciertos. Porque yo tengo que terminar con aquello hirviendo. Yo tengo que hacer como en esa anécdota que ha contado de la Niña de los Peines, darle la vuelta al asunto, y hasta que no lo consigo no me bajo del escenario.
—Dentro de una semana se cumplen 14 años de su última actuación en la Bienal. ¿Qué recuerdo guarda de esa noche? ¿Hubo duende?
—Fue en la inauguración de la Bienal. Pues te voy a decir una cosa, voy a ser honesto, lo hubo en muchos momentos, porque yo no sé cómo salió aquello. Horas previas y días antes aquello era un desajuste horrible, porque había muchas personas: había una orquesta de ochenta y tantos músicos, cuatro o cinco guitarristas, cada uno de su padre y de su madre, cuatro cantaores, cuatro cantaoras… aquello era como un musical mastodóntico con casi 200 personas. Y encima los flamencos como somos. Y que al final saliera bien, dentro de todos los fallos que pudo haber, me pareció que era porque había duende o algo parecido.
—Si se supone que actúan los mejores artistas flamencos del momento, ¿por qué ha pasado tanto tiempo (siete ediciones) para que Miguel Poveda vuelva a la Bienal de Sevilla?
—Honestamente, porque no me apetecía.
—¿Se lo han propuesto?
—Sí, claro, cada Bienal. Y mi respuesta siempre ha sido la misma: no es el momento, no tengo ganas o no tengo un discurso que pegue en la Bienal. Y no era por desprecio ni muchísimo menos, más bien todo lo contrario, y precisamente por eso tenía que ser honesto. Sin embargo, ahora que estaba con mi obra de flamenco he sentido que tenía algo que contarle a la Bienal; también que Luis Ybarra ha entrado, que a mí me da mucha buena onda. Que un chaval joven tan comprometido esté a cargo de la Bienal también me ha animado a participar y estoy feliz de hacerlo.
—¿Qué puede adelantar de ese espectáculo único 'Federico y el cante'? Supongo que visitará este nuevo disco y recordará 'Enlorquecidos'.
—A ver, 'Poema del cante jondo' está más estructurado en lo que es la gira, el comienzo, el desarrollo, el final. Y en este caso me traigo cosas de 'Poema del cante jondo' porque está Federico, pero el enfoque es distinto, quizá más tradicional todavía, donde canto a Manuel Torre, Tomás Pavón, la Niña de los Peines, Tenazas, Caracol, Chacón, Silverio, a todos esos cantaores que Federico conoció en esa época y de los que se enamoró.
—¿Quiénes le acompañarán en el escenario?
—Estará Eva la Yerbabuena, Jesús Guerrero, Diego del Morao, la Banda Virgen de los Reyes, y estará ¡el duende! El duende es Manuel Monge, un chavalito de once años de Jerez. Esa definición que tú has dicho antes la dice él en primera persona, él es el duende que está todo el tiempo en el concierto creando esa atmósfera que yo intentaré coger. El duende existe. Esa noche estará allí.
—También participará en 'Caudal', espectáculo que está dedicado a Paco de Lucía. ¿Qué significa Paco de Lucía para usted?
—Dios. Cuando uno dice: «¿crees en Dios?» Yo digo que sí, que he conocido a Paco de Lucía, lo he visto. Son de esos seres que han hecho algo en la vida que no es propio del ser humano, como las pirámides de Egipto. Esa profundidad, esa magnitud de músico, parece que se escapa hasta de la razón. Solo de hablarlo se me ponen los pelos de punta.
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