Fin de 'Ruta Turina' para recordar al músico sevillano

El último concierto de este gran ciclo se ha ofrecido en el Teatro Cajasol patrocinado por la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría con la colaboración de la Compañía Sevillana de Zarzuela y el patrocinio de la Fundación Cajasol. El académico Andrés Moreno Mengíbar presentó el acto, dedicando unas palabras a la importancia del músico sevillano, realizando su seguimiento de la trayectoria vital y musical del maestro, para dar paso a este recital que nos traía la música más lírica, teatral si se quiere, a cargo de Aurora Galán y Javier Molina.

A la soprano la hemos visto en algunos títulos de la Compañía Sevillana de Zarzuela, el más reciente 'La Gran Vía'. Empezaba el concierto con las Cinco rimas de Bécquer para soprano, un cuaderno en el que el músico busca al poeta sin salir de Sevilla, y que acaso el primero angosta al segundo, tal vez para que prevalezca la música sobre el texto. Galán es fundamentalmente una lírica, con vigor y destacados agudos, que da y mantiene, como en la romanza de Diamela de la ópera en dos cuadros 'Pregón de flores' (el agudo cambia finalmente al modo a mayor), el 'Cántico del genio de la fuente' de la ópera en un acto 'Jardín de Oriente' o el couplet de 'Margot' (que lo hace una octava más alta de lo escrito), entre otras.

Pero también desde el inicio del recital advertimos un 'vibrato', que se puede permitir corregirlo. Desde luego su zona de confort, como se dice ahora, es elcentro y los graves de soprano, aunque ya hemos dicho que no sólo da estupendos agudos, sino que luce con ellos un 'fiato' considerable. Pero lo cierto es que es en la región media y grave es donde se le entiende el texto mejor, pongamos de nuevo el couplet de 'Margot', que repitió como propina, y como es de buena estampa, no le costó destacar ese toque de picardía que le viene tan bien a la coquetería de una chica 'parisienne' (nos venía a la cabeza la Mussette de 'La Bohème', estrenada sólo 18 años antes). El 'Poema en forma de Salve' y 'Cantares' ya le cogió con la voz bien templada y las cantó con gusto y finura.

Le acompañó muy bien Javier Molina, muy atento, con la tapa del gran cola al mínimo, delicado cuando tocaba y arrebatador cuando se requería. Lo mismo diríamos de sus dos momentos a solas, primero con la 'Plazoleta de Sevilla' (personalmente nos gusta más como marcha procesional, pero es cuestión de gustos) y 'El triunfo de Afrodita' de 'Margot', de mayor duración y variedad, donde las dinámicas permitieron desde la delicadeza a la pulsación hercúlea. Ambos fueron muy aplaudidos.