TVEO
Un monumento parisino
La ceremonia de inauguración de París 2024 era un espectáculo para la televisión
La lluvia destiñe el desfile pero no puede con un emocionante final
No tenemos liberté, egalité, Beyoncé. Solo Masibon. Venga, Lady Gaga y Céline Dion. La ceremonia de inauguración de París 2024 (que dejen de decir veinte veinticuatro, ¿cuándo hemos olvidado decir dos mil veinticuatro o veinticuatro sin más?), la ceremonia, digo, era un ... espectáculo para la televisión. Muy bonito París, pero menudo tostón mientras fue de día. Excepto esos fuegos artificiales que hicieron una bandera francesa de humo. Y siempre La Marsellesa. ¿Pero María Antonieta con la cabeza en la mano? Haber sacado guillotinas. ¿Y ese cuadro humano atroz y diverso que imitaba 'La Santa Cena'? La persona que había en el centro era como Chiqui de 'Gran Hermano'. Durante esa parte, lo más bonito fueron los baúles gigantes de Vuitton (las medallas van en un estuche de la marca).
Un poco de barcos por el Sena (algunas delegaciones pequeñas parecían ir en cayuco) y a darle Perico al torno con la mosca por los tejados de París o con bailes del Moulin Rouge que hacían echar de menos a las Rockettes del Radio City Music Hall. Vale que Lady Gaga hizo un buen homenaje a Zizi Jeanmarie, copiando la coreografía y hasta el color de las plumas de la mujer de Roland Petit. Por supuesto, sacaron 'El Principito'. Hubo bastantes momentos de echemos toda la francesidad, como Torrente con la comida de Toni Leblanc en la batidora.
Y luego esa falta de reflejos de la realización al no mostrar a los Reyes de España al paso del barco español. A los holandeses sí los sacaron. Claro, que con esos impermeables transparentes... Bueno, la Reina, que sí tuvo reflejos para quitarse la capucha al saludar, estaba guapa hasta con eso encima. No todos. Los hijos de Alberto de Mónaco son todavía más inquietantes envasados al vacío. Lo de Holanda es otra. Los comentaristas españoles anunciando que llegaban Países Bajos. Parece que les den un doblón de oro cada vez que dicen Países Bajos en lugar de Holanda. Y todo les parecía bien. La cosa cambió cuando Zidane dio la espantosa antorcha-misil a Rafa Nadal, un monumento parisino. Sorpresa. Madre mía, el barquito con Rafa, Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis. Una es mitómana y aprecia a Marie-José Pérec en el último relevo o a Amélie Mauresmo un poco antes, pero ver a Rafa Nadal con Carl Lewis y Comaneci es la pera. Y sí, al final hubo Céline Dion cantando en francés en la Torre Eiffel. A mí no me ha interesado Céline Dion hasta el documental (Prime Video). Tengo que reconocer que estaba mirándola y temiendo que le diera uno de esos parraques.
No voy a discutir que una ceremonia siempre sea en su mayor parte aburrida, cursi y un espectáculo poco digno de aguantar salvo ratitos. Y sin contar discursos. Pero, demonios, es que teníamos reciente el recuerdo de Londres. De James Bond (Daniel Craig) con la Reina en Buckingham. Y luego lo del estadio de Danny Boyle. Qué más da, lo importante es Simone Biles, que también tiene documental en Netflix.
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