Un soltero «muy morboso» se compara con Nacho Vidal y presume de apetito sexual: «Me gusta mucho el ñaca ñaca»

Esther (59) dice que siempre ha generado envidias. Debe ser verdad, teniendo en cuenta que según Jesús (59), el hombre que conoció este viernes 22 de diciembre en 'First Dates', le duele la cara de ser tan guapa. La soltera, prejubilada residente en Barcelona, acudió al restaurante de citas de Cuatro buscando un soltero que fuese «alto, educado y honesto».

Requisitos que pareció detectar en Jesús, pues «para lo que hay por ahí», le valía. Además, se encontró con un tío tan extrovertido que cuando viaja en tren acaba hablando con todo el vagón.

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María Robert

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A él, por su parte, le encantó Esther. Al verla dijo «olé, esta es para mí». Dicho y hecho: desde el primer momento desplegó toda su labia y el afán por conseguir una segunda cita antes incluso de empezar a cenar.

Aunque la soltera lo noqueó al preguntarle por el amor. «Ahí le has dado… Yo quiero algo seguro, eso de aquí te pillo aquí te mato no es lo que quiero», le dio como respuesta. Eso sí, cuando ella no lo escuchaba enseñó su verdadera naturaleza ligona, declarando sin cortapisas que «yo me follo todo lo que se menea, soy un Nacho Vidal».

No fue la única vez que presumió de apetito sexual. Una vez tanteó el carácter de Esther y que estaban en la misma onda, Jesús le dejó muy claro a su cita que tenía muchas ganas de marcha. «Me gusta mucho el ñaca ñaca. Me gusta follar, me gusta comer, me gusta de todo», recalcó, aclarando encima que «toda la que se viene conmigo, repite después». Será porque, según él, sabe encontrar el punto G. Con ese comentario dio en el clavo.

Resultó que Esther está harta de encontrarse con parejas sexuales que no la han satisfecho. Tanto es así que confesó llevar ocho años sin sexo porque solo ha encontrado hombres que no le han aportado nada en la cama. Jesús insistió en que con él, eso no le va a pasar. «Soy una persona muy morbosa… Mejor uno o dos, pero bien».

La prudencia no era el fuerte del soltero, pero a la otra protagonista de la cita no pareció importarle. Es más, Esther puso el pie en el acelerador cuando Jesús le especificó, en la intimidad del reservado, qué le haría si estuvieran solos en casa.

Visto cómo habían conectado, la decisión final no se la pensaron mucho. «Somos un parejón», sentenció.