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Iker Jiménez, la nave del misterio que se enfangó en la DANA

Unas veces acierta y otras falla, pero no es lo mismo errar con una psicofonía que con una catástrofe natural

Iker Jiménez toma una drástica decisión con Rubén Gisbert tras mancharse de barro para informar sobre los efectos de la Dana en Valencia: «Estoy estupefacto»

El presentador Iker Jiménez Mediaset españa
Lucía Cabanelas

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Una cosa es ver fantasmas y otra muy distinta pensar que están en todas partes. Porque no es lo mismo hablar de las caras de Belmez que difundir bulos sobre cadáveres inexistentes en una tragedia tan contundente como la DANA que se tragó Valencia. A Iker Jiménez, un coloso de la comunicación capaz de triunfar tanto en Cuatro como en Telecinco, tanto en televisión como en radio o el domingo como entre semana, le iba muy bien cuando se dedicaba a perseguir monstruos, desvelar misterios e identificar chupacabras. Animado por su enorme éxito, se fue asomando cada vez más al precipicio, a la actualidad, a un mundo donde la falta de rigor se castiga con el vacío. Y, en medio de tanto barro, terminó enfangado, casi tanto como su colaborador Rubén Gisbert, pillado in fraganti rebozándose en lodo para dramatizar en una conexión de su programa con lo que es ya uno de los episodios más tristes de la historia de España.

«Que se diga a estas horas esa cifra oficial de muertos, viendo lo que vimos y sabiendo lo que saben, es una ignominia, una jodida vergüenza para el pueblo español. Basta ya. Queremos la verdad. En el parking de Bonaire hay muchos cuerpos, muchos cuerpos. Muchos», tuiteó Iker Jiménez, vestido para la ocasión de justiciero popular de las víctimas de la DANA. Y siguió su mujer en 'Horizonte', el programa con el que marcó récord histórico en Cuatro: «Tenemos información de un compañero nuestro cámara que está allí. Estaba al lado de guardias civiles y había oído una conversación que decía que ese parking es un infierno. Para quien quiera decir que no han encontrado nada. También submarinistas de la Guardia Civil que han entrado han dicho que no vuelven a entrar. Por si quieren maquillar algo más». Y así, en pocas palabras, concluyó una metamorfosis que se gestaba desde hace años. La distancia que va de susurrar a espectros a convertirse en altavoz de 'informaciones' intoxicadas.

Reculó después, pero ya era tarde, portavoz, involuntario o inconsciente quizás, del mal endémico que asuela al mundo en épocas de catarsis: contaminar, incitar al odio, beneficiarse del dolor ajeno para esparcir desconfianza. Llevar al desvarío la bienintencionada búsqueda de la verdad a cualquier precio. En una entrevista con ABC, con motivo del estreno de 'Horizonte', hace tres años, Iker Jiménez se definió como «un proscrito» entre los suyos, y en cierto modo dio en el clavo. Voz incómoda para investigadores paranormales, visto de soslayo por los periodistas, el presentador de 'Cuarto Milenio' ha hecho suya la tangente, el camino alternativo. Y por ahí ha navegado, en su nave del misterio, a toda costa y sin frenos.

Iker Jiménez se vanagloria de tratar todos los temas con escepticismo, lo cual le vale igual a la hora de analizar una aparición mariana como para examinar la cifra oficial de muertos de la DANA. Pero no es lo mismo. El cambio de registro y de temáticas ha colocado en los últimos años su buque del misterio en la órbita del amarillismo y de las teorías de la conspiración. Los debates de 'Horizonte' reúnen en la misma mesa a catedráticos y científicos con terraplanistas y agitadores públicos en lo que pretende ser un ejercicio de libertad de expresión llevada a su máxima expansión, pero que es, en realidad, una frivolización de asuntos muy sensibles y una irresponsabilidad informativa cuando lo que está en juego es la salud del espectador.

La camarilla de colaboradores es, a todas luces, uno de sus grandes lastres y, según ha podido saber ABC, también un motivo de discordia en el equipo del propio Jiménez. Figuras como Ángel Gaitán o Marc Vidal incomodan por su perfil de agitadores y por sus polémicas intervenciones en el programa. «Saben cuanta gente ha desaparecido. Y saben cuantos desaparecidos son fallecidos. Nos tratan de memos, de niños y de borregos», enunció, con total impunidad, este último el otro día en el espacio de Mediaset.

Los fantasmas de Iker Jiménez

«Es valiente y audaz en la convocatoria de expertos, lo que a veces le ha acarreado más de un disgusto, porque él no piensa en modalidad política, sino periodística, y hay gente en esta sociedad deliberadamente polarizada y manipulada que eso no lo entiende aún. Me gusta la mirada limpia y sorprendida que tiene tantas veces sobre la actualidad. Iker es un espíritu libre y un verso suelto en el sistema de medios», admite David Felipe Arranz, colaborador de Iker Jiménez, a quien define como «un gran periodista y bellísima persona».

José Manuel Nieves, colaborador de 'Cuarto Milenio' desde hace muchos años, defiende el trato y el interés del programa por los temas de divulgación científica y también el «rigor» de Iker Jiménez, al menos en las cuestiones con las que él participa. «Los temas que propongo siempre los ha respetado y los trata bien. Si hay que hacer un gráfico, se gastan el dinero y lo hacen, hacen maquetas, todo lo necesario para que quede estupendo», destaca el periodista especializado en ciencia y tecnología, que abunda: «Es una persona muy curiosa, le gusta indagar y saber los porqués de todas las cosas».

Periodista tan alabado como criticado, es irreprochable el instinto del comunicador, capaz de entender la relevancia del Covid antes que muchos, atreviéndose a dar voz en directo a científicos que cuestionaban el relato oficial y acusando, poco después, el parón obligado de 'Cuarto Milenio', que desapareció de la parrilla de Mediaset durante la pandemia. Dieron entonces el salto a YouTube, donde siguieron intentando arrojar luz sobre el virus con 'Milenio Live' y 'La estirpe de los libres'. «Esos reporteros extraños que hablaban de fantasmitas acertaron», dijo entonces Carmen Porter. Unas veces aciertan y otras fallan, pero no es lo mismo errar con una psicofonía que con una catástrofe natural.

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