Amianto
En los programas de Íñigo pasaban cosas extraordinarias, pero lo más extraordinario estaba en el aire

De pequeña veía «La conquista del espacio» («Star Trek») en «Directísimo», de José María Íñigo . Se había empezado a emitir independiente en 1971. No hacía falta transportarse a la Enterprise y explorar extraños mundos. En los programas de Íñigo también pasaban cosas extraordinarias. O ... se provocaban. Uri Geller dobló cucharas . En la segunda etapa de «Estudio Abierto» fue donde Lolita anunció que se casaba y que todo el mundo estaba invitado. Ya sabemos qué pasó después. En marzo del 76, Íñigo llevó a Solzhenitsin a «Directísimo» y este se sorprendió de que los españoles llamaran dictadura a lo nuestro. Explicó por qué no lo era comparando España con la URSS. Juan Benet escribió en «Cuadernos para el diálogo»: «Yo creo firmemente que mientras existan personas como Alexander Solzhenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados». Y de todas esas cosas que pasaban o se provocaban en los programas de Íñígo, la más extraordinaria era el amianto que recubría los platós desde 1964.
El amianto que provocó en José María Íñigo el mesotelioma que acabó con su vida. Inició un procedimiento, que continua su familia (hoy tienen la primera cita), para que el mesotelioma sea considerado enfermedad laboral. No sería el primero, ya hay casos de un técnico y un electricista de TVE.
Ahora imagino el Estudio 1 como un lugar de terror, de envenenamiento lento. Como « El conquistador de Mongolia » (1956). De los 220 integrantes del equipo, más de 150 murieron de cáncer en los siguientes años . Entre ellos, John Wayne, Susan Hayward o Agnes Moorehead. Claro, que Susan Hayward estuvo a punto de ser devorada por una pantera. El rodaje fue en St. George (Utah), cerca de donde el Gobierno había llevado a cabo 11 pruebas nucleares en 1955. Pero no había peligro, decían. Exponerse a la radioactividad para una birria de película . John Wayne de Genghis Khan. Achinado. Brando se negó a volver a hacerlo. Y eso que no habían llegado los batallones de la apropiación cultural. Pero no se sabía nada. Como ahora sabemos poco de otros peligros.
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