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Ricardo Gómez: «Al principio la serie era un juego, pero enseguida supe que quería ser actor»

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Ricardo Gómez tiene sólo quince años, estudia 4º de la ESO y le encanta el cine, como a muchos chicos de su edad. La diferencia es que él ya ha vivido buena parte de la historia reciente de España, desde mediados de los años sesenta hasta el advenimiento de la democracia. Lo ha hecho, además, con la complicidad de millones de espectadores, los que siguen desde hace varias temporadas la serie «Cuéntame». Ricardo Gómez es Carlitos Alcántara, y desde la semana pasada pisa las tablas del teatro Arenal, donde interpreta junto a Juan Margallo «El señor Ibrahim y las flores del Corán». «No es la primera vez que hago teatro -recuerda-, porque ya estuve en el musical «La bella y la bestia», donde hacía de Chip (con 6 años), e intervine también en «Siglo XX, que estás en los cielos», en el Español, que dirigió Blanca Portillo».

- Esas primeras experiencias serían para ti como un juego, pero esto ya va en serio...

-Yo siento este montaje como un debut, sí. Pero actuar fue un juego para mí sólo al principio. «La bella y la bestia» me hizo descubrir que esto es lo que me gustaba. Pero al arrancar la serie ya decidí que quería ser actor.

- ¿Y cómo has llegado a este montaje?

-Juan Margallo también participa en la serie, y me habló del proyecto. Me dijo que tenía la edad perfecta del personaje. Me envió el texto y me encantó. A la semana siguiente ya estábamos ensayando. Y estoy encantado, porque es un aprendizaje extraordinario.

- ¿Qué es lo que te llama la atención de la interpretación?

-Poder hacer papeles distintos; yo llevo ocho años con el mismo, pero siempre se intenta darle matices distintos e irlo desarrollando. Al ser un niño que va creciendo y pasa a la adolescencia varía también mucho, lo mismo que he cambiado yo. Carlitos ha evolucionado mucho.

- ¿Tienes pensado estudiar Arte Dramático?

-Me gustaría, y también dirección cinematográfica. No sé bien todavía lo que haré .

- En «El señor Ibrahim y las flores del Corán» interpretas a Momo, un chaval que también cambia mucho a lo largo de la función.

-Más todavía que Carlitos, porque aquel ha evolucionado a lo largo de ocho años, pero éste lo hace en una hora. Momo empieza siendo un déspota, un chico amargado que nunca se ríe, pero después se convierte en una persona divertida, que se lo pasa bien, que quiere a la gente. Uno de los valores de la obra, y de lo que más le gusta al público, es precisamente la evolución de mi personaje y también del señor Ibrahim, el personaje de Juan Margallo.

- ¿Ya te sientes atrapado por el veneno del teatro?

-¡Sí! Cuando terminé la primera función con público ya quería empezar la siguiente. Y estoy deseando llegar cada día al teatro. Antes de salir sientes esa cosa en el estómago, que hace que los que nos dedicamos a esto seamos adictos. Sentir a la gente, su respiración, su atención, es muy bonito, y más en esta sala, que es tan pequeña.

- En inglés y en francés, se utiliza la misma palabra para definir actuar y jugar. ¿Te sigues planteando estas representaciones como un juego?

-Esta función es para eso, para jugar. Es un texto que te deja ser tú aunque interpretes a otra persona. Deja mucha libertad y es un placer hacerla. La verdad es que es una obra que me encanta, y ojalá pudiera interpretar a Ibrahim dentro de unos años.

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