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Masterchef 8

La eliminatoria más cruel de la historia de «MasterChef»

Seis concursantes tuvieron que cocinar para evitar la expulsión de otros tantos compañeros. Todos se entregaron en cuerpo y alma, dando así una lección de compañerismo tras el desaire de Saray

Teresa, un mar de lágrimas tras fracasar con un guiso ante un Fidel que no le supo dar órdenes

Teresa llora después de que el jurado comunicase la expulsión de Fidel RTVE

Rubén Ventureira

Lloró Teresa , se fue Fidel . Un corazón de vaca partió el corazón de ambos. Ocurrió en el quinto episodio de «MasterChef 8», donde la organización se sacó del gorro de cocinero una prueba insólita.

El programa comenzó con un mensaje de Jordi Cruz que parecía dirigido a la cordobesa Saray y a su «Pajaro muerto en lo alto de un plato» : «El respeto a los compañeros y a nuestra profesión siempre va por delante de todo lo demás», dijo muy serio el chef. En realidad, además de por la cordobesa –fulgurantemente expulsada la semana pasada tras un desplante insólito– iba también por los aspirantes que permanecen en el concurso. Pero eso lo supimos a última hora, cuando a los seis candidatos a la expulsión se les impidió cocinar para que lo hiciese un compañero en su nombre: su suerte quedó en manos ajenas. El sexteto se dejó el alma en sus platos, como si los que estuviesen en la rampa de salida fuesen ellos mismos. Fue toda una lección de compañerismo. Y más tras la tormenta Saray, que se fue arremetiendo contra los chefs y varios de los concursantes.

En resumen, «MasterChef» quiso dar una lección de compañerismo a los aspirantes. Y estos la superaron con nota. Saray, desde su casa, quizá también tomó nota. O no.

Con Saray en el recuerdo

La expulsión de la cordobesa aún colea una semana después fuera de los fogones de «MasterChef». Dentro –donde hay otra línea temporal (pues esta parte del programa que estamos viendo se grabó meses atrás)– coleó en su día, en concreto en el episodio emitido ayer. Además del comentario de Jordi, hubo varias menciones de los ex compañeros a la andaluza. «Me siento muy liberada, porque la mala educación no la tolero nunca», aseguró Teresa sobre la estruendosa marcha. Luna , que es un ser de luz, se puso mística cuando le preguntaron por el «caso Saray»: «Le deseo que encuentre la luz». Es decir, que la canaria le desea lo mejor, pero fuera de «MasterChef»: «Desde su marcha, está todo muchísimo más en calma, más en paz», admitió.

Liquidado el asunto Saray , los aspirantes se pusieron manos a la obra. O, mejor dicho, a la masa. La primera prueba consistió en hacer frituras . En la caja misteriosa había harina de trigo, de garbanzos y de arroz, huevos, pan rallado, agua con gas, bicarbonato, sal, agua y tres aceites diferentes (de girasol, de oliva 0,4 y de oliva virgen extra). El reto consistía freír con harina, rebozar, empanar, hacer gabardina y tempura. Todo ello en 45 minutos.

Frito, fritura y fritanga

«La gran Emilia Pardo Bazán ya hizo la distinción entre frito, fritura y fritanga», apuntó Pepe Rodríguez antes de que se encendiesen los fogones.

La Pardo Bazán era coruñesa, tierra natal de dos de los aspirantes, Sara Lúa e Iván . Ninguno de ellos estuvo a la altura de doña Emilia , si bien no llegaron al infame nivel fritanga. Ella presentó un plato titulado «Frituras mejorables»: puso la venda antes de la herida y con eso ya está todo dicho. Tampoco estuvieron a la altura del reto los barceloneses Teresa , Fidel y Alberto ; ni el madrileño Andy ; ni la canaria Luna ; ni la burgalesa Sonsoles . «Ni idea», resumió el trabajo de estos ocho Jordi Cruz , haciendo justicia al sobrenombre de «Risto de Masterchef» que le ha calzado Saray . Y es que no es sencillo, ya lo había advertido Pepe , eso de que lo cocinado quede crujiente por fuera y jugoso por dentro.

Jordi hizo esa crítica generalizada antes de elogiar el trabajo de la madrileña Ana . Tras el plato «quemadito» presentado por el norteamericano Michael llegaron más elogios: los recibieron el mallorquín José Mari y la señora (74 años) segoviana Juana , quien antes de presentar su plato confesó (no era necesario, doña Juana) que usa dentadura postiza.

José Mari el inmune

Los dos mejores, que fueron José Mari y Ana , se midieron en un segundo cocinado. Tenían que hacer un plato libre dulce o salado con numerosos ingredientes. En juego estaba un pin de la inmunidad . El ganador podía usarlo de forma inmediata (en caso de tener que enfrentarse a la eliminación en la prueba final; y no fue el caso) o reservarlo para una semana posterior.

El problema para los aspirantes fue que les plantaron como rival por el susodicho pin a Aleix , ganador de «MasterChef 7». Los jueces, a los que se sumaron los chefs Toño Pérez (dos estrellas Michelin) y Marcos Morán (una estrella Michelin), cataron a ciegas. Y Aleix volvió a dejar claro que, cuando lo sacas del pescado, es como un pez fuera del agua. Y perdió. O, mejor dicho, le ganó José Mari , que recibió un pin con las mismas ínfulas que Rosa , la militar expulsada semanas atrás , recibiría una condecoración de las fetén.

Los aspirantes, antes de la prueba de exteriores en Bermeo RTVE

El primer triunfo de Juani

La prueba de exteriores trasladó a los aspirantes al puerto de Bermeo , en Vizcaya , donde hace cinco siglos los marineros empezaron a cocinar a la parrilla en alta mar, según la lección de historia previa de los chefs. La técnica pasó del agua a la tierra, y se expandió por todas las latitudes. Pescadores y rederos fueron los comensales, en número redondo de cien. Los capitanes de los dos equipos los eligió el «inmune» José Mari , quien delegó en «la abuelita».

Así, b ajo el mando de Juani , el equipo azul juntó al propio José Mari, Michael , Sonsoles , Sara Lúa y Teresa . Marmitako (entrante), besugo a la parrilla (primero) y mamía con compota de manzana y teja (postre) eran los platos a preparar. Sobre el papel, un menú más fácil que el del otro conjunto. Lo que no es fácil es la relación entre Michael y José Mari . Sara Lúa le contó a Jordi que el americano pidió que José Mari no le hablase durante la prueba, porque lo pone nervioso. Jordi lo llamó a capítulo: «Es porque me desconcentra», se justificó Michael .

Capitaneado por Fidel , el equipo rojo reunió a Iván , Ana , Luna , Andy y Alberto . Su menú: guiso de potxas (entrante), ventresca de atún a la parrilla (primero) y pastel vasco (postre). Mientras manejaba la cuchara, Andy siguió profundizando en su personaje. Le contó a Luna que a él le va más el papel de abogado malo, que es, según su propia descripción, el que no tiene escrúpulos y el que siempre se guarda un as en la manga. El madrileño se trae un pique con José Mari e Iván , que, visto lo visto, jamás quedarían de cañas con Andy, pero mucha menos gracia les haría encontrárselo en un juzgado.

El chef Aitor Arregi , el único parrillero con una estrella Michelin, y Aitana , aspirante vizcaína de la pasada edición del concurso, visitaron las fogones mientras los concursantes estaban atareados.

El equipo azul cumplió con el marmitako, patinó con un besugo crudo con la firma de Michael pero bordó el postre, aunque Sara Lúa olvidó su nombre (mamía) al servirlo. La abuela respondió al reto de José Mari y fue elegida como la mejor de la prueba. Fue su primer triunfo del quinto episodio, pues después aún sumó otro.

El equipo rojo sirvió una ventresca «pasada de punto» y un postre «grumoso». Luna rebautizó el «Pastel vasco» como «Pastel vasco rústico». Lo de camuflar la realidad con un disfraz de palabras puede funcionar en la política –y de hecho, funciona, y puedes ganar elecciones generales, incluso hasta un par de veces–, pero no en «MasterChef». Fidel , I ván , Ana , Luna , Andy y Alberto fueron declarados perdedores. «No vemos vuestra evolución», juzgó Jordi Cruz . Lo de achacar falta de evolución a los concursantes es ya todo un clásico de la quinta o sexta semana de «Operación Triunfo» y empieza a serlo también de «MasterChef» .

Boris Izaguirre volvió a los fogones de «MasterChef» RTVE

El gran truco final

En el último reto de la noche, Fidel , I ván , Ana , Luna , Andy y Alberto se vistieron los delantales negros. Sobre el papel, en 60 minutos les tocaba cocinar «un plato digno de MasterChef» partiendo de un ingrediente principal un tanto complicado (cilantro, coco, corazón de vaca, caracoles, foue, aguacate). Ya estaban dispuestos a encender los fogones cuando la organización anunció un giro argumental. No cocinarían ellos. Lo harían en su lugar los del otro equipo. El azar decidió quién representaría a quién. Así, Juani cocinó por Alberto . José Mari , por Iván , quien unos minutos antes lo había llamado «culebrilla». Sara Lúa representó a Andy . Michael , a Ana . Teresa , a Fidel . Y Sonsoles trabajó para Luna .

Al coruñés Iván , que no tiene pelos en la lengua, no le pareció bien ese cambiazo, que se aplicó por primera vez en la historia del concurso: «Me parece bastante injusto. La permanencia de cada uno debería ser de cada uno», argumentó con mucha lógica. Jordi le explicó que en las cocinas profesionales hay ocasiones en las que no puede ir el chef principal y lo tiene que sustituir otro. Y querían que los concursantes aprendiesen esa lección sufriéndola en sus carnes.

No obstante, los «afectados» podían dar indicaciones. Fidel no dio ni una a Teresa : «Confío en ella. Sé que lo va a hacer como si cocinara mi madre para mí, y que lo va a hacer con todo el cariño», argumentó. La mujer combinó manzana con corazón de vaca, para sorpresa de los chefs. Muy tensa, la animó un poco la presencia de un antiguo concursante «MasterChef Celebrity», Boris Izaguirre , quien fue testigo de este intenso asalto final. «Que sepas que leo tus novelas», le dijo la barcelonesa. Pero se estaba cocinando un fracaso... En claro contraste con Fidel, Iván tiró de su experiencia como entrenador de fútbol en el Victoria coruñés y guió a José Mari en todo momento.

Juani hizo un tartar de salmón con aguacate ante el que Boris se arrodilló («es el mejor tartar que he comido en todo mi vida») y Alberto respiró aliviado.

Michael hizo unos caracoles que estaban tan buenos que: 1) los probó su «representada» Ana , que los odia 2) Jordi pidió palillos y pan para aprovechar la sala. «Todos los que metéis puñales por detrás a Michael deberíais aprender cómo guisa. En vez de meterse con él, aprended de él», aconsejó Samantha . Y eso que Michael jamás en la vida había cocinado ni comido caracoles. Toda una lección de cocina y compañerismo.

Sara Lúa cocinó en nombre de Andy un foie «correcto», aunque escaso.

José Mari presentó dos tipos de ceviches. «Una birria», juzgó Jordi . «Te has quemado a medio camino», criticó Pepe . Si lo hizo así no fue por perjudicar a Iván , sino por no escuchar sus sabios consejos.

Sonsoles le dio vueltas al «coco» para hacer un coco bañado en pollo al curry, pero no acertó: «Comida de gatos hindúes» a juicio de Jordi . Luna se vio fuera por minutos... Hasta que llegó Teresa .

«A Fidel le entrego mi corazón», bautizó Teresa lo suyo. Tomó el corazón de vaca y lo guisó. O eso dijo. «No lo has guisado, lo has encharcado en aceite», espetó Pepe. «No se puede comer», criticó Jordi, quien también reprochó la «falta de actitud» de Fidel durante el cocinado.

Lloraba Sonsoles mientras el jurado deliberaba. Los chefs elogiaron a Juana , Michael y Sara Lúa antes de dictar sentencia. Fue la esperada: Fidel , fuera.

«Echar a un compañero es lo peor. Lo siento tanto. No es justo. Esto me va a hundir a mí también», dijo llorando Teresa . Le entregó su corazón y sus lágrimas, pero no pudo evitar que Fidel abandonase, en parte por su culpa, los fogones de «MasterChef».

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