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Masterchef

El gran fracaso del «señor Miyagi» de «Masterchef» con la comida japonesa

El norteamericano Michael resulta expulsado tras perder tres duelos individuales consecutivos en la prueba final y cocinar un sushi incomestible

Michael llora tras ser expulsado de las cocinas de «Masterchef» RTVE

R. Ventureira

Curiosamente, fue la cocina japonesa la culpable de que el «señor Miyagi» de «Masterchef» se fuese para casa. Michael –que luce un pañuelo en la frente al estilo del maestro japonés de «Karate Kid» , y de ahí su apodo de Miyagi – contó hasta con tres «match ball» para evitar su marcha, y los desperdició uno tras otro. Así que pocas veces ha sido más merecida una expulsión en «Masterchef» .

El norteamericano se vio abocado a esa fatídica prueba final en gran parte debido al mal hacer previo del mallorquín José Mari , quien fue acusado de sabotear a sus compañeros de equipo en el reto de exteriores. El mal rollo volvió a los fogones más famosos de la tele, y eso que, en lo relativo al compañerismo, la noche empezó de modo idílico.

El de ayer fue el primer programa grabado tras la declaración del estado de alarma, que pilló a los concursantes cuando el programa iba por la gala nueve. Los aspirantes a chef estuvieron conviviendo juntos durante la cuarentena, alejados de sus familias. En ese tiempo hicieron piña: «Ya nos caemos todos divinamente», aseguró, al inicio de la noche, Juani . Ingenua que es. Tan bien había ido todo entre ellos que, según anunció, los ocho que quedaban tenían planeado «ir a Matabuena a hacer edredoning» . Se ve que la segoviana no ve muchos «reality» puesto que, tras las risas generalizadas, Luna le aclaró qué era eso del «edredoning»: «Ah, pues entonces fiesta del pijama», rectificó la concursante más veterana (74 años la contemplan), que durante la obligada reclusión perdió cinco kilos gracias a «la dieta de Iván» . Consiste en «desayunar poco, comer poco y cenar menos», explicó. Así cualquiera.

El que peor lo pasó durante ese tiempo fue Michael : «Me vino muy fatal el confinamiento. Echaba de menos a mi husband». Mejor les ha ido a Alberto y Luna . Lo suyo había empezado a «pitar» justo antes del covid-19. «He sentido más acercamiento y más amor. Hemos empezado a vibrar en una sintonía muy guay, los dos», reveló la profesora de yoga sobre cómo han pasado la cuarentena. Sigue cocinándose el amor a fuego lento entre el barcelonés y la canaria. ¿Y lo de Iván y Andy , «El Gallo» y «El Pollito» ? «Ya come maíz de mi mano», contó el coruñés Iván . Andy dijo que ya no desea ver al gallego fuera lo más pronto posible, como ansiaba antes, sino en la gran final compitiendo contra él.

El pasado 27 de abril , los concursantes volvieron al fin a las cocinas de «Masterchef», y eso es lo que vimos de entrada, en la prueba en la que se puso en juego un delantal dorado , que otorgaba inmunidad para un único programa, el de ayer. Recordemos que José Mari iniciaba la noche con un pin de la inmunidad en la solapa, el que logró semanas atrás.

Cocinando para los suyos

En la prueba inicial tuvieron que cocinar para sus familiares, que los fueron a visitar al plató, guardando la pertinente distancia en un programa lógicamente adaptado a «la nueva normalidad» . «La veo muy guapa y muy delgada», dijo José María de Juani , su mujer. Paula , la novia de Andy , se mostró sorprendida por el pique de su mozo con Iván durante los nueve programas que había visto en la tele: «No sé por qué le ha dado esa vena, porque fuera no se pelea con nadie».

Los aspirantes tuvieron que elaborar platos típicos de algunas de las festividades más conocidas del mundo, como el irish stew de San Patricio, el pavo del Día de Acción de Gracias norteamericano, los blintzes de Janucá de Israel, o los gulab jamun que se comen durante el Diwali de la India.

Los familiares de los ocho concursantes fueron los encargados de catar sus creaciones culinarias. Lo hicieron a ciegas. Tenían que votar por uno de los platos. Los comensales se sentaron de dos en dos, y así fue como vimos juntas a las novias de los enemigos íntimos, Iván y Andy .

Los familiares, que demostraron tener buen paladar y juicio, coincidieron en que el codillo de cerdo de Michael era duro de roer (empezaba así su noche más amarga), que el mole mexicano de Alberto estaba malo y que la dorada al vapor chino de Ana no era gran cosa. El Gulab Jamun, el postre hindú que hizo Luna , pasó el corte sin demasiados elogios. Andy hizo fritoles venecianos: de los ocho platos, fue el que más le gustó a su novia y a otros dos invitados. La mujer de José Mari eligió los blintzes israelís de su marido. La novia de Iván también optó por el plato de su novio, un pavo típico del Día de Acción de Gracias. El guiso irlandés de Juani fue seleccionado por su marido, pero también por dos de los otros comensales. Así que hubo empate entre la segoviana y Andy , y el jurado se decantó por la veterana, que se vistió así el cotizado delantal dorado.

Pintando platos

La prueba de exteriores se ofició en la finca Dehesa de Valbueno , en Guadalajara , un pinar con más de cuatro siglos de historia donde Samantha Vallejo-Nágera organiza eventos exclusivos.

El reto fue muy imaginativo: convertir cuatro cuadros del Museo Nacional Thyssen–Bornemisza en elaboraciones de alta gastronomía. El chef Diego Guerrero , al que contemplan dos estrellas Michelin, fue el elegido para diseñar un menú con el que poner a prueba la creatividad y la estética de los ocho aspirantes. El entrante (espárragos con jamón) estaba basado en «Jarrón con flores y dos manojos de espárragos», de Jan Fyt . El primero (un guiso realizado a base de partes habitualmente desechadas de tres pescados) bebía de «El antiguo mercado del pescado en el Dam, Amsterdam», de Emanuel de Witte . El segundo (pichón, shitake y sirope sin azúcar) se inspiraba en «Paisaje con aves de corral», de Melchior de Hondecoeter . Por último, el postre (limón confitado con miel) tomaba como referencia pictórica «Bodegón con porcelana y copa nautilo», de Willem Kalf .

Como capitanes actuaron Juani , en su condición de ganadora de la prueba inicial, y Michael , elegido por el jurado sin más criterio que su santa voluntad. El azar decidió los equipos: en el rojo Iván , Alberto y Luna ; en el azul, Andy , José Mari y Ana . A la segoviana le dieron ocasión de liderar uno u otro. Y eligió el primero, que llevaba incorporados los platos a realizar: los pescados y el postre.

Con la habitual tensión que genera cocinar contra el cronómetro, se pusieron manos a la obra, con el objetivo de alimentar, también estéticamente, a 40 artistas, pues esos eran los comensales.

Enseguida se vio que el equipo azul tendría problemas, y eso que su menú era el «más sencillo» de los dos, a juicio de Jordi Cruz , que fue quien supervisó los fogones de esa escuadra. Al poco de empezar, el chef advirtió de un error, sin concretar cuál era. Lo que ocurría es que había que poner a hervir un arroz. José Mari intuía que se trataba de eso, pero se lo guardó para él, por no lidiar con Michael , que tiene fama de escuchar poco y gritar mucho. Durante el cocinado, el mallorquín y Andy gastaron mucha saliva en rajar de su capitán, que no les paraba de decir que hablasen menos y cocinasen más. El espíritu del confinamiento, aquel al que aludió Juani , estalló en mil pedazos.

«No seas drama queen» , contestó José Mari una de las muchas veces que Michael le azuzó. En una nueva pasada por los fogones del equipo azul, Jordi Cruz reveló que, efectivamente, estaban metiendo el cucharón hasta el fondo al no poner a hervir un arroz. Y se pusieron a ello. Pero ya era tarde. El cocinado iba con retraso y el equipo, partido en dos mitades: por un lado, Michael y su «pinche» Ana ; por el otro, Andy y José Mari . «Se están rebelando», se quejaba de estos dos el norteamericano. Lo cierto es que Michael estaba desbordado, y hasta la madrileña decidió contradecir alguna de sus órdenes.

El «sabotaje» de José Mari

Ya se sabe que lo que mal empieza, mal acaba. Ése fue exactamente el caso del equipo azul. «Me habéis pisoteado, sobre todo tú», se quejó el norteamericano, una vez acabado el cocinado, señalando a José Mari , que le acusó de mentir.

«Todos sabemos que Michael no es santo de tu devoción, pero lo que no puedo consentir es que antepongas eso a que un comensal coma mal», juzgó Jordi Cruz . «Te están haciendo la camita», añadió el chef catalán, pero lo asombroso es que no se dirigió a Michael , sino a Andy . Y es que, a su juicio, el mallorquín aprovechó que gozaba de inmunidad para sabotear el cocinado con el objetivo de perjudicar a sus compañeros de equipo y, sin embargo, rivales. Una acusación grave de la que él se defendió. Pero solo él: ninguno de sus compañeros le echó un cable. Andy acabó cayendo del guindo: reflexionó, concluyó que se había dejado arrastrar por su amigo José Mari , pero que éste le había tendido una trampa... Y ahí dio por acabada dicha amistad.

A favor del desastroso equipo azul se puede decir que al menos su capitán intentó dirigir, aunque no lo dejaran. La capitana del rojo, Juani , simplemente se dejó llevar; su papel lo asumió Iván . El coruñés, elegido el mejor de la prueba, llevó en volandas a su escuadra a un claro triunfo.

Duelos a la japonesa

La prueba final que afrontaron los delantales negros consistió en una serie de duelos. Algunos tuvieron más oportunidades que otros. Iván concedió a Ana el privilegio de protagonizar la primera eliminatoria, y la madrileña, a su vez, seleccionó a Michael para disputarla. El ganador, se quedaba; el perdedor, tenía que elegir otro compañero con el que batirse.

El chef Ricardo Sanz , presentado por «MasterChef» como pionero e inventor de la fusión japo-española, diseñó los menús finales. Ana y Michael rivalizaron con una tempura de wagyu. El norteamericano se atascó desde un principio. Al tiempo, y viendo los toros desde la barrera, Andy se atragantaba (figuradamente) cuando José Mari le decía que, en caso de llegar ellos dos a la eliminatoria final, usaría al fin el pin de la inmunidad y lo enviaría para casa. Aunque Michael remontó, y acabó haciendo un buen plato, el jurado mandó a Ana a la galería.

Michael eligió enfrentarse a José Mari . El mallorquín anunció que cocinaría contra el estadounidense y de que, de perder, lo haría también contra «El Pollito» madrileño . Se trataba de elaborar katsuramuki de espárrago blanco con bogavante. «Nunca me había puesto tan nervioso en mi vida», admitió el mallorquín. «Es la primera vez que hago algo así», se intentó disculpar. Hizo un mal plato, pero peor fue el del norteamericano. «Los dos suspendidos», juzgó Ricardo Sanz . Pero uno, el señor Miyagi, más que el otro.

Así que el último «duelo al fogón» fue un Andy-Michael . Dispusieron de cuarenta minutos hacer un complicado sushi, con una forma muy especial. El norteamericano no comprendió en qué consistía el plato y, además, lo hizo incomible. Andy fracasó desde el punto de vista culinario, pero acertó en la estético, y por eso el abogado fue proclamado vencedor del duelo. Y fue así como Michael se pudo ir con su «husband» pero sin el premio. Y, por supuesto, entre lágrimas.

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