MASTERCHEF
«Pájaro muerto en lo alto de un plato» es el nuevo «león come gamba» de «MasterChef»
La concursante Saray se niega a desplumar y cocinar una perdiz y causa la indignación de los chefs y de sus compañeros
Las otras ocasiones en que MasterChef puso a prueba a Jordi Cruz
«Un pájaro muerto en lo alto de un plato». Esa fue la propuesta con la que se presentó Saray ante la mesa de los tres «chefs». Como decía Radio Futura en aquella canción, hace falta valor. Y es que solo con ver sus caras bastaba para saber que se trataba de una idea pésima. Pero la concursante andaluza quiso llevar su desafío hasta el final. Los fans de «MasterChef» ya tienen un nuevo «León come gamba» que echarse a la boca.
Empezamos por el principio. Por el entrante, como tiene que ser. ¿Quién es Saray ? Pues una cordobesa de 27 años. Educadora social, transexual y gitana. Ya en la primera gala confesó que en su familia hay quien no ve bien lo segundo. No es el caso de su madre, quien estuvo en el plató del programa para apoyarla desde el primer minuto. «Gipsy Meat», un elaborado solomillo, le valió el «sí» inicial de los «chefs» y le abrió la puerta del talent culinario. «Soy la Saray», espetó de buenas a primeras. Muy temperamental, había seducido a la audiencia por su simpatía. Pero en la cuarta gala se le cruzó el cable. Y acabó fuera del programa después de haber causado el mayor revuelo, y también la mayor vergüenza ajena, que se recuerda en la edición española de «MasterChef».
Un plato con sabor a infancia
La primera prueba tuvo el aroma de la infancia. De la caja misteriosa cayó una montaña de chuches, cumpliendo así la profecía de Saray , que dijo haber tenido la «sensación brujística» de que la prueba iba a ir de dulces. No tuvo las mismas dotes para adivinar todo lo malo que se le venía encima.
Chuches decorativas al margen, se trataba de que los aspirantes elaborasen en 90 minutos un postre con frutas que evocase su infancia. Para invocar a la inspiración, se citó en los fogones del estudio a Christian Escrib à , premio al mejor pastelero concedido por la Real Academia de la Gastronomía.
El barcelonés Fidel hizo «un arroz con leche crudo, duro e incomible». La coruñesa Sara Lúa propuso «Mi plátano favorito» en honor a su fallecido padre, pero el plátano no era protagonista, y con eso está todo dicho. Iván , también coruñés, confesó que en su infancia era el clásico «gordito comecollejas», y que por eso el postre que le tocaba siempre en casa era la saludable macedonia: «Mamacedonia» bautizó por ello su plato, pero su batiburrillo no gustó. La madrileña Ana optó por una tarta en honor a su hermana que le quedó «infantil». Su paisano Andy firmó unas natillas con las que pasó «de lo pretencioso a lo asqueroso», según el jurado. Al barcelonés Alberto se le cortó la nata del postre que quería hacer, e improvisó unas manzanas al horno; «falta fuego, falta horno», criticaron los chefs. La burgalesa Sonsoles quiso revivir una tarta de limón que tomaba cuando era niña, pero no le salió y acabó improvisando una especie de batido de tarta. Todos ellos aguantaron el juicio severísimo... hasta que llego Saray .
La cordobesa cocinó unas «galletitas morunas» que evocaron un viaje que hizo a Marruecos con sus padres; a Jordi Cruz le pareció poquita cosa para hora y media, y ya se lo comentó en plena preparación. «¿Qué quieres que te haga? ¿Una tarta de 15 pisos?», bromeó la aspirante. Seguidamente, improvisó unos batidos. A la hora del veredicto, Jordi la estaba esperando con el cuchillo levantado, en plan la escena de la ducha de «Psicosis» . La acusó de tomar la prueba «a cachondeo» y le entregó un delantal negro. Así, de sopetón. «¿Cómo me das un delantal negro y no habéis probado ni mi plato?», preguntó –no sin cierta razón– la muchacha. «España sabe que mis galletas están buenas», se rebeló la andaluza. «Mi hijo de 6 años sabe hacer estas galletas en 10 minutos», espetó Samantha Vallejo-Nágera .
Saray se gana el delantal negro en la primera prueba tras el descontrol en la presentación de sus galletas https://t.co/5KB3O2GWnE #MasterChef pic.twitter.com/f6DYUN3xWf
— MasterChef (@MasterChef_es) May 4, 2020
«Os estáis equivocando conmigo. No puedo ver a ninguno. Ya pueden tener 45 millones de estrellas Michelin. Tienen la negra», se quejó ya fuera de pantalla de Pepe , Jordi y Samantha . «Voy a ser un robot de cocina», anunció a los jueces, a los que acusó de ser unos sosos que no saben apreciar su alegría y salero. Llegó incluso a anunciar a sus compañeros, por lo bajinis, que se iba: «A mi casa ya. Me piro, me piro». En resumen: Saray se pasó dos pueblos. O tres ciudades. Justo antes de la prueba de exteriores pidió disculpas. Pareció un arrepentimiento sincero. Sólo lo pareció.
Cinco postres para chuparse los dedos
Hubo cinco postres que pasaron el corte. El mallorquín José María construyó uno «divertido». La señora Juani , segoviana de 74 años, triunfó con una leche frita para llorar; por dos razones: porque recordó con ella a su hermano muerto pero también porque estaba especialmente buena. La canaria Luna replicó un bizcocho de su madre que convenció al unísono al jurado. También gustó a los «chefs» una tarta de bizcocho de chocolate y banana con la que el norteamericano Michael imitó una similar con la que se emborrachó en la infancia.
Especialmente emocionante fue el reto para la barcelonesa Teresa , cuyo abuelo regentó una pastelería, en la que tenía vetado el acceso al obrador por ser mujer. Tras 26 años como economista que le han generado unos ahorros, a los 56 quiere ser pastelera. Para eso ha ido a «MasterChef». Fue a lo seguro con una crema catalana que ya había sido su puerta de acceso al concurso. «La hacía con mi bisabuela», evocó. «Todo está bien hecho y todo está muy rico», elogió Jordi Cruz .
Finalmente, los «chefs» eligieron como los dos mejores postres los realizados por Luna y José María , por ese orden.
En «La casa de papel»
La prueba de exteriores empezó siendo de interiores. Los concursantes pisaron el hall del Banco de España de «La casa de papel» , a modo de secuestrados. Los «chefs», con sus monos rojos y sus caretas con la cara de Dalí , recibieron a los aspirantes, quienes tuvieron que cocinar un menú de cuatro platos internacionales para 48 invitados, que eran parte del equipo técnico de la serie española de mayor éxito. Entre ellos, los actores Itziar Ituño , Enrique Arce , Fernando Cayo y Fernando Soto .
¡Pedazo de exterior tenemos hoy en @lacasadepapel! Una de las pruebas más espectaculares que hemos hecho #MasterChef pic.twitter.com/GbobW6Wnbg
— MasterChef (@MasterChef_es) May 4, 2020
Los platos del menú fueron un homenaje a algunos de los personajes de la saga. El entrante, un bacalao, se bautizó como «Lisboa» . El primer plato fue un sashimi de salmonete llamado «Tokyo» . El segundo era «Río» (picanha asada). De postre, «Banco de España» , un lingote de chocolate sobre sopa de fambruesa y pepitas de oro.
Luna dirigió a un equipo, el azul, que ella mismo seleccionó: lo formaban Saray , Juani , Sonsoles , Ana , Sara Lúa y Fidel .
Por su parte, José Mari comandó al conjunto rojo: Andy , Alberto , Michael , Iván y Teresa , que fueron los cinco descartados por Luna . Su misión no era el atraco perfecto, sino elaborar el primero y el postre.
Luna , la profesora de yoga más estresada que uno puede llegar a imaginar, se vio un tanto desbordada en su labor de comandante en jefe. De hecho, fue su tocaya Lúa la que le sacó las castañas –más bien el bacalao– del fuego. «Puré quemado, mi culpa. A la hora de emplatar ha sido un caos. Estoy decepcionada conmigo misma», admitió la canaria. Lógicamente, el ganador fue el equipo rojo, que además bordó el postre gracias a las habilidades con el dulce de Andy , premiado con una medalla de oro.
El gran lío final
Sobre el papel, todo el equipo azul estaba abocado a jugarse la permanencia en la prueba de eliminación. Pero la organización se sacó de la manga un as. Andy pudo elegir entre: a) salvarse él y todo el equipo azul excepto «mandilón negro» Saray b) competir con todo el equipo rojo y Saray por evitar la expulsión. Eligió la primera opción.
También tuvo el privilegio de repartir más o menos tiempo entre los aspirantes de este último reto. El menor margen (20 minutos) se lo concedió a Saray : «Trae malos rollos. La quiero fuera», dijo el madrileño. Aún tenía reciente el enfrentamiento entre Teresa y la cordobesa que acababa de tener lugar ante los fogones. La primera preguntó a la segunda si creía que su actitud en la prueba inicial había sido propia de una educadora social, y la segunda respondió llamándole «hipócrita». Se generó tan mal rollo que la muy sensible Sonsoles acabó llorando al ver cómo se agredía verbalmente a Teresa .
Todos los participantes tenían que cocinar con los ingredientes que había en una caja sorpresa. En la de Saray había una perdiz. La apartó malamente. De un plumazo, podríamos decir. «Me da mucho repelús. Y con pelos y todo. No puedo. ¿Pero qué me estás contando? Ni muerta, ni muerta», dijo mientras, armada con cuchillo y tenedor, apartaba «el pájaro» hacia una esquina. Para ella, no hay duda, era un pájaro de mal agüero. «Preparaos para un león come gamba 2.0», anunció Andy con buen criterio y «background».
Después, Saray decidió hacer una «camita» sobre la que posar el ave, acompañando sus escasos movimientos con chuflas como «ni MasterChef ni MasterChuf». Y cantando «Volando voy / volando vengo». Vamos, que cumplió su amenaza y fue como un robot de cocina. Los robots no tienen sentimientos.
Pepe Rodríguez le pidió que no presentase ese plato. Pero vaya si lo hizo. Ni un pelo se cortó. Eso sí, antes peinó las plumas con un cuchillo, para que al menos el pájaro quedase algo mono. Y le colocó tres tomatitos encima. En cuanto a lo apetitoso, la imagen resultante evocaba aquella de «El Padrino» en que un tipo amanece con una cabeza de caballo entre las sábanas.
![Saray, con el plato de la discordia](https://s2.abcstatics.com/media/play/2020/05/05/saray-U60560184173Mbl-510x349@abc.jpg)
«Nos hemos equivocado terriblemente contigo. Creo que es la vez que más nos hemos equivocado a la hora de dejar entrar a alguien por esa puerta en ocho años», le espetó Jordi Cruz , antes de devolver la dignidad a la perdiz librándola del mejunje en que la había bañado la cordobesa. El chef consideró su actitud una afrenta a las 28.000 personas que se presentaron a las pruebas de selección. «Demuestra que no eras inteligente. Vienes aquí con la gracia que piensas que tienes tú a hacer esta idiotez», juzgó Pepe Rodríguez .
Así ha sido la expulsión de Saray en el cuarto programa de #MasterChef 8 https://t.co/5KB3O2GWnE pic.twitter.com/PYvzC9D0oq
— MasterChef (@MasterChef_es) May 4, 2020
Según trascendió su expulsión, Saray publicó un mensaje en Twitter en el que mostraba su arrepentimiento: «La verdad es que me pudo la situación y soy muy de arrebatos. Sentía que ya estaba escrito, que era mi momento de irme... y me bloqueé, me vine abajo y me superó... Lo siento @MasterChef_es».
Demasiado tarde para dar marcha atrás. A esas horas ya era historia de «MasterChef». Una lástima. Porque Saray tiene salero y gracia, y estaba dando mucho y buen juego delante y detrás de los fogones.
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