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La isla de las tentaciones

El huracán Marta y la bombera pirómana arrasan «La isla de las tentaciones»

Los celos de una joven canaria con una aspirante a bombera santanderina copan la trama del primer capítulo del «reality»

Marta llora ante su novio Lester Telecinco

Novo

Su nombre es Marta , tiene 29 años, trabaja como administrativa y es la novia de Lester . O al menos lo era al llegar a «La isla de las tentaciones 2» . Porque tal y como ha empezado la cosa, el asunto pinta muy mal.

Marta, que es todo un huracán sentimental , fue, de largo, la gran protagonista del primer episodio. La muchacha sabe el terreno que pisa, y no nos referimos a que como canaria esté acostumbrada a la arena de la isla. No, nos referimos a que no es novata en la telerrealidad, pues participó en un «Gran Hermano» : por tanto sabe muy bien qué hay que hacer para «chupar» minutos y primeros planos.

Once años juntos

Ella y Lester llevan once años juntos, con sus altos y bajos, con algún período en barbecho en medio, y no es de extrañar que así sea, pues se ve que les gusta vivir en una montaña rusa emocional. Marta está dotada del don de la palabra, y soltó unas cuentas frases para el recuerdo. ¿Acaso no es el que sigue un certero resumen de una relación tormentosa?: «Nos queremos mucho, pero nos queremos mal» . Palabra de Marta, de la que por ahora desconocemos el apellido, pero no descartamos que sea Coelho. Otra frase de ella sustancia otro drama muy común, el de esa mitad de la pareja que se ve obligada a cambiar para contentar a la otra mitad, y cambia tantísimo que ya no se reconoce: «Me he enamorado tanto de él que me he desenamorado de mí» .

Elisa, santanderina de 19 años, la bombera pirómana Telecinco

No es Marta de las que se conforma teniendo guerra con uno. La que es guerrera, lo es con todo, y, sobre todo, con todas. Y si estas todas son tentaciones, pues mucho más. Por ejemplo, entre las aspirantes a alterar el pulso de los cinco muchachos emparejados está Elisa , una santanderina de 19 que oposita a bombera . El fuego, ciertamente, camina con ella, o al menos así lo sintió Lester desde un primer momento. El caso es que Marta , nuestra Marta, la vio venir, pisando fuerte la pasarela, y la catalogó como «chiguagua », en plan insulto, pues es como ella se refiere a este tipo de mujeres digamos lanzadas y presumidas. Pese a sus 19, Elisa no se arredró, y una y otra se desafiaron primero de mirada y luego de palabra. Después, cuando a las solteras se les pidió que eligiesen al muchacho que más tilín les había hecho, la ni siquiera veinteañera se fue directa a por Lester . Como diría Raphael , ¡provocación! No hacía falta ser Rappel para saber que el asunto no iba a quedar así. Y, como veremos, no quedó así.

A Marta no le bastó con este pique, y se buscó otro. Inmediatamente y porque sí. Resulta que Fátima , otra de las solteras, compareció en la pasarela en la que lucieron tipito las aspirantes y declaró solemne: «El amor es una competición y yo he venido aquí a ganar». Acto seguido, se giró y los taconazos la traicionaron: total, que lo primero que se come en la isla a punto estuvo de ser el suelo. A la aún novia de Lester se le escapó una risa y un comentario malicioso («vaya hostia te vas a ganar»). La tal Fátima lo escuchó: «¿Qué has dicho?». «Nada, mi amor, camina», respondió Marta . «Baby, estos zapatos valen más que tu alquiler así que cállate», zanjó la ofendida joven, que aunque española vive en tierras de Shakespeare. Esta muchacha ya buscó la fama –ella dirá que el amor– en la versión crucerística de «First Dates» .

Baby, estos zapatos valen más que tú alquiler, así que cállate

Fátima

Tentación de la isla

Después, los chicos se fueron con las solteras a Villa Montaña . Y las chicas a Villa Playa con los solteros. Y ahí hubo tomate e intercambio de impresiones, que después contaremos.

Pero pasemos ya a la jornada siguiente, a la luz del día, en la playa. Ahí se volvieron a ver las caras todos juntos, las cinco parejas y las 18 tentaciones. A Lester se le ocurrió decir que había tenido la ocasión de hablar con las dos muchachas que habían tenido sus más y sus menos con su moza y que, bueno, que había sido un malentendido porque eran dos señoritas majas y correctas. En mala hora soltó tales elogios. «¿Tú te crees que eso es un novio?», se preguntó voz en grito Marta . «Falso, que eres un falso», clamó, indignada con la doble traición, en dirección a Lester . Y se dio media vuelta y se fue. Como aquello no es un plató, cuando alguien se va, queda muy expuesto. Y por eso todos pudieron seguir la discusión de Lester y su novia bajo las palmeras.

En honor a la verdad, hemos de decir que en este punto al guionista de Marta se le fue un poco la mano. La muchacha empezó a caer en una sobreactuación poco creíble. Nos recordó a esas actrices guapas que se ponen feas para ver si así les dan un Oscar. La tal Marta no busca el Oscar. Busca, como veremos, el premio Edu , pero eso aún no lo sabe «su» Lester. Un novio que la intentaba tranquilizar haciendo patente la diferencia de edad entre él y la bombera pirómana. «Es una niña, le llevo diez años. No es tentación para mí, es una niña» , insistía, y en este punto resultó inevitable acordarse de Enrique Ponce , que a lo peor estaba viendo este programa obligado por su novia millennial.

Tras el drama, les tocó elegir a ellas un soltero para su primera cita. «Me ha hecho el desayuno y todo, así que voy a coger a Edu» , anunció muy seria huracán Marta . Después se echó a llorar, muy en su papel de indignada. Lester lo encajó con preocupación, y más que tendría si llega a saber lo ocurrido en la intimidad la noche anterior, cuando ella y Edu tontearon en una habitación y su novia –siempre ella– pronunció una de las frases de la noche: «La manguera de un bombero pesa» . Porque Edu, ya es casualidad, es bombero.

Después le tocó a Lester elegir. Y echó más leña al fuego. Eligió, claro, a la aspirante a bombera. Explicó que era una especie de reto de confianza. No coló, no.

A su aún novia, la elección le sentó tan mal como la bomba atómica francesa al atolón de Mururoa.

Marta: Si sabes que me iba quedar jodida, ¿por qué hace esto? Si tiene un repertorio súper guay de chicas, ¿por qué elige a esta que me ha insultado? ¿Qué hago? ¿Corro por la playa y me voy a Canarias nadando? Tengo ganas de darte donde más te duele, pero yo soy una buena mujer y no voy a hacerlo.

Lester: Estate tranquila.

Pero no se estuvo tranquila. Cuando llegó la hora de la despedida, se reunieron en la playa y solo el paraje fue idílico.

Marta: ¡Se acabó! Lester, ¡vete! Que te vayas.

Lester: Confía en mí. No hay ninguna ahí que te supere.

Y de repente, el guionista, otro pirómano, mandó a la estudiante de bombera a que avisase a Lester de que era hora de irse a Villa Montaña , ese territorio de vicio y perversión:

Marta: ¿Te importa ponerte a un lado?

Elisa: Yo con las barriobajeras no hablo.

Y Marta se fue corriendo y llorado, y Lester lloró también, clavado en la arena como un torero que acaba de recibir una cornada. Mientras, la aspirante a bombera intentaba apagar las lágrimas del muchacho. De momento, solo con palabras.

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