parrillada mixta
Manolita Chen Deluxe
Jorge Javier Vázquez regresa a Telecinco con un batiburrillo de variedades
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Con la feria llegaban la noria y el Teatro Chino de Manolita Chen. «¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público!» era el eslogan con el que se anunciaba un espectáculo de variedades que antes de la era del destape colmaba los apetitos ... de los aficionados a la sicalipsis. Aquello era un puzle de cuadros de humor, música y erotismo de barraca, un batiburrillo de estímulos concebido a la medida, corta, de la vulgaridad de un público incapaz de procesar y disfrutar con producciones de largo metraje y cierta hondura, como la ópera. Todavía había clases.
Esa dificultad para digerir contenidos de grandes dimensiones no está hoy relacionada, como en los tiempos de Manolita Chen, con el subdesarrollo cultural, sino, al contrario, con la evolución tecnológica de unas formas de ocio y conocimiento cuya penetración social depende ahora de su duración. Todo bien masticado. Que parezca un accidente, o un vídeo de TikTok. Minuto y medio y fuera.
La túrmix que bate y hace papilla el discurso y el pasatiempo llegó hace mucho a la televisión en directo, que desde hace años trata de sobrevivir al envejecimiento de su público tradicional con el descuartizamiento, valga esta aproximación a la obra de Daniel Sancho, de todo lo que antes servía en dosis generosas y con sosiego, a ver si así los jóvenes, nativos digitales o no, se lo tragan.
A este esquema, de magazín y revoltijo, llevado al extremo, pertenece 'Cuentos chinos', programa en el que Jorge Javier Vázquez evita el reposo y acelera hasta estrellarse contra la pared del estrés que provoca entre los espectadores. Lo que empieza como un número de Medias Puri o de Uñas Chung Lee, por lo oriental, es un hormiguero sin reina. La reinona es Vázquez, cuyo personalismo –modelo Campos: mamá quiero ser artista, ser protagonista– es el único pegamento, o gacheta, que proporciona una mínima continuidad a lo que ni siquiera se puede entender como programa. Tras un mal comienzo, sin incentivos para la confianza, 'Cuentos chinos' solo tiene margen para serenarse y mejorar a través de la prueba, el error y la depuración de secciones. El desterrado de 'Sálvame', dramaturgo de ocasión, tiene tablas de sobra para proponer al público algo más consistente que sus risotadas de continudad y autosatisfacción.
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