Nebulossa se suma a la celebración del triunfo de ABBA en Eurovisión en la embajada sueca en Madrid

Javier Díaz-Guardiola

Madrid

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Iniciar sesión

12/04/2024
Actualizado a las 14:54h.

Compartir

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Iniciar sesión

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete

Dicen que la muerte nos iguala a todos. Es mentira: en realidad nada más coloca al ser humano en su sitio que verle correr detrás de una bandeja de canapés. Eso sí que pone a la misma altura a la 'socialité' y a la profesora de pilates. Lo comprobamos el pasado miércoles en la sede en Madrid de la Embajada de Suecia en España, donde los comensales corrían literalmente detrás de los camareros, que protegían con sus cuerpos las bandejas con albóndigas del país escandinavo coronadas con la bandera nacional. A punto estuvimos de generar un conflicto diplomático.

La excusa era la celebración del 50 aniversario de la consagración del 'Waterloo' de ABBA en Eurovisión, y, con ello, de la primera victoria en el Eurofestival de este país nórdico. Luego cayeron algunas más. Hasta siete. Bien se encargaron de recordárnoslo a los comensales de una forma muy fina los anfitriones a lo largo de la velada, con el embajador, Teppo Tauriainen, a la cabeza, adaptándose con gracejo norteño a la situación. Por cierto: el alto comisionado recordó el origen noruego de los representantes de su propio país este 2024 precisamente en Suecia, que alberga la gran final. ¿Le gustan? Ni confirmo, ni desmiento, pero el título 'Inolvidable' de su canción puede ser todo un presagio.

Fiestorro, pues, eurovisivo, a horas 'tempestivas' (de siete a 22:30 de la noche, que esta gente se acuesta pronto), ante uno de los públicos más exigentes, el eurofan, por lo que no se escatimó recursos para agasajarlos: chapas en la solapa, fresas para arrancar, photocall de Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid... Y actuaciones de Charlotte Perrelli (Suecia se puede permitir el lujo, tras alzarse siete veces con el Micrófono de Cristal, de elegir de modo random al ganador o ganadora con el que materializar su brillante palmarés musical) y Nebulossa, que hace así campaña de votos en un auditorio que ya tiene ganado: el del español chispado. En este concierto 'casual' en unas estancias palaciegas (ni rastro de IKEA a nuestro alrededor), se contó con la colaboración de RTVE y su delegación festivalera, con Ana Bordas y María Eizaguirre a la cabeza.

Perrelli abrió fuego reactualizando el 'Take me to your Heaven' que le valió un primer puesto en Jerusalén en 1999, como Ruth Lorenzo ha reactualizado su 'The Rain' aunque causando bajona. La sueca dejó claro la pasta de la que está hecha una diva, y entre canción y canción (también interpretó el 'Hero' que en 2008 le devolvió al Festival), sintiéndose arropada por la masa, aprovechó para realizar algunas confesiones: como que tiene casa en Marbella, o que le gusta más la canción con la que acabó décimo octava en Eurovisión que la que le dio el éxito. También que aquel 29 de mayo que ella se estrenó ante los eurofanes no vio espectadores, solo flashes de cámara que la aturdían. Por eso cantó para ella.

Tras su corta actuación, seis minutos de reloj (el festival obliga a que las canciones no superen los tres minutos), Nebulossa interpretó el que tiene visos de ser su one-hit-wonder. María Bas y Mark Dasous, en riguroso diferido, se mostraron cariñosos, encantados, abrumados. Él, a sus teclados; ella, a su paseillo por la escalera –rango vocal en el que realmente se siente cómoda–. Sin rastro de bailarines 'encorsetados' en el escenario. Tan solo la entregada batería. Tras su 'performance', el momento de los regalos: dos cestas de productos típicos, para que vayan haciendo estómago a la marinada gastronomía sueca, y un peluchín en forma de cánido. El embajador, encargado de hacer la entrega, se atrevió a definir la familia y el sexo del achuchable animal: una zorra. Luego deseó a los representantes españoles «suerte en Estocolmo». La cita es el 11 de mayo en Malmo. Este hombre sí que tiene claro lo que tiene que desear.

Disuelto el concierto, dj para amenizar la velada con 'temazos' eurovisivos de hoy, ayer y de siempre. Este redactor se infiltra entre el gentío con una doble misión: una, encontrar una copa. Lo del canapé lo da por perdido. Para un sueco ya es tarde y ellos han venido cenados de casa. Dos, averigüar cómo se dice 'zorra' en su idioma, título de nuestra apuesta patria de este año, bendecida por el cachondísimo votante popular del Benidorm Fest 2024.

Hablando de masa: varipinto público el de esta noche en la Embajada. Sin necesidad de sacar el 'gaydar' a pasear, el 70 por ciento del respetable era a todas luces homosexual. El otro 30, ciudadanos suecos. En ocasiones los grupos se cruzaban. Mucho representante político (a Javier Maroto se le pudo ver cómo pilota en cuestiones eurovisivas), periodistas, amantes de las albóndigas. Entre el gentío, actrices como Laura Pamplona y hasta los integrantes de Megara (el pelo de su vocalista no se nos despinta), repudiados por el público español, acogidos en su seno por San Marino. A este país representarán en Malmo. Sería de justicia poética, por lo menos, que pasaran a la final.

Contra todo pronóstico, fracaso rotundo en la segunda misión (¡Qué tiempos aquellos los de 'Misión Eurovisión', prehistoria televisiva en RTVE del Benidorm Fest!). En la primera descubro que el vino que se sirve es español pero de marca 'El sueco'. Estos nórdicos son únicos contando chistes. Como el de que el ruibarbo puede formar parte de un postre. Volviendo a lo que me trajo aquí, se me llega a insinuar que este civilizado pueblo superó hace mucho lo de insultarse los unos a los otros, así que estas palabras no se estilan. Touché. Como mucho me pueden decir el nombre del animal en la lengua de Stieg Larsson. No me vale. Habrá que volver el año que viene, suizos y croatas mediante.