parrillada mixta
Pitufeo
Eso no está pagado; si no con dinero, con el intangible de la notoriedad. Les llaman –«Na te pío, na me llevo»– las bien pagás
Yolanda se va de TX
Banderas y chistes de nuestros padres
Aprovechando que el río de Eurovisión pasa por Benidorm, conviene recordar el origen levantino de la primera adaptación española del 'smurfing', aquí conocido como pitufeo y consistente en fraccionar una determinada suma de dinero para no llamar la atención de Hacienda o la Policía, o ... las dos a la vez, dependiendo de la naturaleza del negocio. En el plano político y siempre a cargo del presupuesto, el pitufeo permite repartir fondos a gente amiga y poco ambiciosa, para que vaya tirando y no pase mucha hambre, sin necesidad de pasar por el aro de los trámites administrativos y los filtros que, a la sombra del Tribunal de Cuentas y los agentes de la UCO y la Udef, exige la contratación al por mayor. En el mundillo televisivo, donde confluyen todos los males del sector público y el privado, este menudeo pasa por llamar de forma esporádica, pero suficiente, a los miembros y miembras de una compañía estable de cómicos a los que por su afinidad gubernativa sería muy cantoso dar un programa propio, pongamos que de periodicidad semanal, y que a través de esta sofisticada técnica se benefician de las tareas intermitentes que les encomienda con tanta generosidad como agradecimiento la emisora pública. Eso no está pagado; si no con dinero, con el intangible de la notoriedad. Les llaman –«Na te pío, na me llevo»– las bien pagás.
Salimos de los premios Feroz, berrea de calentamiento de nuestra intelectualidad audiovisual, y nos metemos en el Benidorm Fest, factoría de ideas y pasatiempos de la talla de 'Zorra'. En la primera retransmisión estuvo de comentarista Bob Pop, profesional del humor inteligente y visitador de los más diversos programas de la cadena gubernativa; la segunda superproducción vuelve a estar amenizada por Inés Hernand, humorista igualmente inteligente que lo mismo te alivia unos Goya –«Eres un icono, presi. Te queremos»– que te guisa un estofado en 'MasterChef'. Desde el río hasta el mar.
El pitufeo televisivo quizá sea la enésima consecuencia de la descomposición de los viejos marcos comunicativos y del proceso de sustitución de las superestrellas de antaño, habas contadas, por una disciplinada y famélica legión de actores de reparto, 'influencers' influenciados por el Gobierno que los inspira y proyecta en una pantalla en la que para más inri van de transgresores, fuera del canon de una memoria democrática que nos recuerda que los pitufos no rompieron un plato en su vida.
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