parrillada mixta
En España se entierra muy mal
La tele es una fosa común con flores de plástico encima
Al-Mudena (28/11/2023)
Pucherazos a ojo (21/11/2023)
![Concha Velasco, a la salida del velatorio de Terele Pávez, en 2017](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/12/05/1400325105-RixSrNenKDHwvZJqT3lotEJ-350x624@abc.jpg)
De las muchas facetas profesionales en las que a lo largo de su carrera artística destacó Concha Velasco se ha pasado por alto la dimensión de la actriz vallisoletana como plañidera. Desde el conocimiento que nos proporciona el acceso a las agencias informativas, ... estamos en condiciones de afirmar y demostrar con abundante documentación gráfica que Concha Velasco fue la mujer que acudió a más velatorios en la reciente historia de España. Pocos muertos de postín –escritores, políticos, empresarios, deportistas, científicos en incluso celebridades sin oficio ni beneficio– se quedaron sin recibir el pésame sincero y entrañable, sin alarde figurativo ni necesidad de retratarse, de quien a partir de un modélico saber estar, tolerar y convivir supo alternar con todo tipo de gente. «Ya está ahí Concha Velasco», decíamos en cuanto su foto, a las puertas de cualquier tanatorio, entraba en el sistema. No fallaba. Querida por todos, también la actriz quería a todos, sin los muros que levantan quienes, muertos en vida, se empeñan en pedir sitio en el pudridero.
Valga este apunte como homenaje, pero también como denuncia de una forma de enterrar, muy televisiva, que dista poco del ceremonial de las fosas comunes y las deshonras fúnebres. Pixeladas, sacadas de YouTube o de sepa Dios dónde y cómo, de una calidad sonrojante, de una uniformidad que refleja el escaso aprecio por el finado, las secuencias que ilustran las necrológicas con que los telediarios tratan de rendir tributo a los muertos ilustres, más aún cuando estos han tenido relación o contacto con la industria audiovisual, son el desafortunado equivalente a las flores de plástico que nadie con una mínima sensibilidad lleva a un adiós para siempre. Da igual que sea María Jiménez, Carmen Sevilla, Laura Valenzuela, Gina Lollobrigida, Tina Turner o Martín Bahamontes. Todos reposan en la fosa común del desdén, cubiertos de flores sintéticas, pixelados por la desconsideración, enterrados tras un ritual mecanizado por el copia y pega de los peores retales, amontonados por el aquí te pillo y aquí te mato. Pico y pala, yeso sin mármol. Fuéronse y no hubo nada.
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