Televidente
Pedro Sánchez en 'El Hormiguero': pero qué majos son estos fachas
«A estas alturas no es extraño ver a un presidente dando clases de periodismo, porque esa parece ser la nueva puerta giratoria de la política. Y no sé de qué profesión habla peor esto»
'El Hormiguero' sale al paso de las 'exigencias' de Pedro Sánchez para su entrevista

Pedro Sánchez entró en 'El Hormiguero' al poco de morir Carmen Sevilla: me ciño a los hechos. Así que muerta la ligereza nos quedó la gravedad de un señor en deportivas y camisa remangada con ganas de dar lecciones de teoría de la ... información. La turra en prime time. «Una cosa es la opinión, y otra son los hechos», soltó, entre el sermón y la bronca. Daban ganas de cambiar de canal o correr a la facultad a pedir el título. Claro que a estas alturas no es extraño ver a un presidente dando clases de periodismo, porque esa parece ser la nueva puerta giratoria de la política. Y no sé de qué profesión habla peor esto.
Hubo un momento maravilloso en el que Sánchez señaló a sus críticos sin citarlos, en un ejercicio de 'joga bonito' digno de Eric Cantona. Acusó a «algunos medios de comunicación», y «a algunos programas», de decir que él estaba haciendo fraude electoral. Luego Pablo Motos le puso el corte de Juan del Val en el que supuestamente afirmaba tal cosa, y no era tan así, qué raro. «No había visto la declaración», confesó el otro. Después volvió a ponerse las coderas de profesor. «A ver, ¿qué es una mentira?». Era difícil no pensar: ¿y tú me lo preguntas? Pero Pablo Motos ya había colapsado y solo podía escuchar con el ceño fruncido. Rectificar no es mentir, explicaba Sánchez, moviendo las manos como un profesional del atril. «Rectificar, en un momento como el actual, está en el ADN de un político». Poesía eres tú.
Sánchez se fue hinchando según avanzaba la noche, y Motos se hizo tan pequeño que costaba verlo. Sánchez se comparó con Obama, con González, y poco menos que equiparó el quitar una bandera LGTBI con los «efectos no deseados» de la Ley del sólo sí es sí: más de mil rebajas de penas y más de cien excarcelados, dicho sea esto con memoria democrática. Motos no fue capaz de rebatir nada, por lo que el resto del minutaje fue un mitin, un paseo de rosas rojas. «Yo no compararía a Yolanda Díaz con Abascal», sentenció el socialista, jaleado. Terminó fraseando al ritmo de las palmas del público, al que no vimos pero sí escuchamos.
Durante su tour por Atresmedia, el presidente no ha dejado de repetir que en España hay una desproporción de programas conservadores, como 'El Hormiguero'. Ayer debió pensar: pero qué majos son en la derecha mediática. O mejor: pero qué majos son estos fachas.
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