Jorge Javier SL
Mediaset es una cotizada cuyos intereses económicos chocan contra los de su empleado del mes
Abandonar el plató en directo, el recurso dramático de 'Sálvame' que ahora supondrá el despido fulminante
La última zancadilla a 'Sálvame': el nuevo Código Ético de Mediaset España y el veto a 13 personajes
![Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame'](https://s1.abcstatics.com/media/play/2023/02/21/mediaset-salvame-codigo-etico-kPAE--1248x698@abc.jpg)
Si hay alguien en los platós de la televisión generalista, la de ‘la gente’, con autoridad moral para meterse en harinas políticas y sentar cátedra sobre los servicios públicos, la reversión de los derechos que recortó el PP y la superioridad de los programas –televisivos ... o políticos, tanto da– de rojos y maricones (sic), ese es el presentador de ‘Sálvame’, contribuyente neto, como los países del norte de la UE en el época de los PIGS, de una Agencia Tributaria de la que salen los fondos de esa sanidad pública por la que se manifiesta los domingos de la mano de Mónica García, médica y madre que para amenizar mítines y motines ha encontrado en Jorge Javier a su particular Fallarás.
Con los casi 800.000 euros que el también dramaturgo tuvo que pagar a Hacienda, cuya inspección desmontó la sociedad instrumental con la que minimizaba su carga tributaria, se han podido salvar muchas vidas. Es mejor dar que recibir, y es precisamente esta filantropía fiscal, este apego a la gente, este compromiso por la mayoría social, este neopatriotismo constituyente, el que ha legitimado el discurso del presentador, monologuista del odio y teleoperador de una exclusiva línea de aludidos por la que han pasado Pedro Sánchez o Irene Montero .
Que Mediaset haya prohibido ahora al empresario utilizar los platós como tribuna política no es un ejercicio de censura, sino una mera estrategia comercial con la que evitar la fuga de un público objetivo que se ha sentido insultado por el caudillo de ‘Sálvame’, libre, sin embargo, para remarcar su perfil sectario a través de otros medios y dar así la puntilla a un programa que incomoda a sus espectadores tanto como satisface a quienes no lo ven. Mediaset es una cotizada cuyos intereses económicos chocan contra los de su empleado del mes. En ambos casos, se trata de una simple cuestión de dinero.
«Podría detenerme en la Quinta Avenida y liarme a tiros y no perdería votantes», aseguró Donald Trump, entonces candidato presidencial, en 2016. El fanatismo lo perdona todo, y Jorge Javier sabe que la construcción inmaterial de un personaje de progreso le va a permitir –como a Sardá– sobrevivir al telegatuperio que en los últimos años lo ha hecho célebre, rico y filántropo, aunque sea por lo tributario. Que Mediaset no quiera financiarle la operación de resignificación intelectual entra dentro de la lógica societaria, que tan bien conoce Vázquez.
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