Qué bien se hablaba antes
Todo el mundo parecía salir de una novela; más formal, más mayor y también más ingenuo
![Maribel Verdú y Mercedes Milá, en el programa de la segunda en Movistar](https://s2.abcstatics.com/media/play/2022/05/16/files_2022-05-16_17_26_32-U16504681025eQX-1248x698@abc.jpg)
Sorprende escuchar lo bien que hablaba la gente antes. No me refiero al 'Ancien Régime', que por supuesto; basta con escuchar cómo se hablaba en España en los años 80. Escuchar a los de la movida con Paloma Chamorro , al Buitre ... cuando debutó o las entrevistas que hacía Mercedes Milá , que salen ahora del archivo para un nuevo programa ('Milá vs. Milá', #0) en el que ella las repasa con los mismos personajes, décadas después.
En España siempre salen los mismos, pero el programa consigue que resulte original y hasta fresco. El mérito está en la mirada de Milá, que se observa a sí misma (a su yo del 1984) con ojos que no son de nostalgia, o no solo, con una especie de divertido bochorno diluido en ternura. Con su pelo blanco, su delgadez de buena cuna y sus zapas molonas, trasmite una forma agradable de enfrentarse al tiempo .
Empezó con García y esta semana le tocó a Massiel , que da buenas entrevistas y la dio aún mejor con Milá. La autora intelectual del 'me suda el chocho punto com' dejó frases de camiseta, todas marcadas por el yo, bendito yo: «Yo soy anterior al 1,2,3», «yo era amiga de todo el Fifty Four», «me pone cachonda el poder dialéctico», «en los 80 yo todavía era feliz»… Contó que fue espía, que tuvo el hijo en Londres para darle el 'ius soli', y que los Goytisolo y Bofill padre, amigos suyos, eran todos masones.
Pero la entrevista con Milá fue distinta porque eran dos mujeres con cosas en común: los 70 años cumplidos y el mismo 'hombre de mi vida', el productor José Sámano (no confundir con el cronista), y se hizo extraño verlas a las dos, cada una con su recuerdo, como si guardaran restos del mismo tesoro. Si vivimos en los recuerdos de los otros, ¿qué relación hay entre ellos? ¿Son como agua de un mismo río, llama de un mismo fuego? La conversación era tan humana que tras el amor, Massiel se fue a otro universal: la nuera, y se quejó, como hacen las suegras («yo lo acepto todo, eh»), de que exige cita para ver a los nietos.
Habla bien Massiel, pero qué bien hablaba antes. ¡Cómo se hablaba entonces! Todo el mundo parecía salir de una novela; más formal, más mayor y también más ingenuo.
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