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El maestro con una varita mágica

La escuela de Chicho es recordada por sus alumnos- ABC reunió a varios- como la más dura y eficaz del mundo

federico marín bellón

FEDERICO MARÍN BELLÓN

MADRID

El maestro Ibáñez Serrador, querido por todos, es definido como un hombre metódico, estricto, de gran carácter, capaz de decir la mayor barbaridad y de pedir perdón casi al instante. Su vara podía ser dura, pero se convertía en varita mágica a la hora de descubrir nuevos rostros y talentos. El ojo clínico de Chicho es legendario. Marta del Pino, una de las primeras azafatas del programa (e hija de la primera redactora que tuvo ABC) cuenta que lo primero que le dijo el maestro en su primer día en el plató fue: «Te voy a poner con una que va a ser actriz». Su compañera era Victoria Abril, una de las incontables figuras del cine y la televisión que han salido del concurso. Marta, más tímida , es un caso atípico: trabajó varios años como modelo y ahora dirige una clínica estética.

Luisa Martín (más de una generación la recuerda por «Médico de familia») es una actriz de formación clásica que hacía números humorísticos para el programa. Ahora hace series «de llorar mucho». Cuenta que cuando conoció a Ibáñez Serrador se sintió «ante la persona más importante de la televisión». «Para mí fue como estar en la universidad con una beca. Y encima me pagaban bien », añade. Luisa corrobora la fama del jefe: «Decía cosas perversamente ingeniosas, humillantes. Luego siempre pedía perdón». Con las azafatas podía ser demoledor. Para criticar a una, a mí me llegó a decir: «Como no eres guapa, cultiva el intelecto».

María Abradelo presenta un concurso en Canal 9 y el próximo domingo estrena el musical «La cenicienta». Ha pasado por TVE, Telecinco, Antena 3, Canal Sur, el teatro... y en todas partes le dicen lo mismo: «Cómo se nota que vienes de la escuela de Chicho». «Con él aprendías a cantar, a bailar y a interpretar...».

«Una gran familia»

Luis Larrodera fue el último presentador (en 2004) y el primero que creció viendo el programa. «Podría pensarse que se había vuelto más paternal, pero aún era duro». Larrodera destaca que el concurso «forma parte de la cultura de España; hace ocho años y todavía se emplean expresiones como “hasta aquí puedo leer”». El presentador también define a Chicho como «el gran patriarca». «Todos los que trabajábamos con él formábamos una gran familia, incluido el equipo técnico». La mejor prueba es su actual mujer, Laura de la Calle, última azafata contable, con la que ahora tiene una preciosa niña de dos años. Laura cuenta que ya de niña «jugaba con sus primas a ser azafata». Marina tiene los genes marcados.

El humorista Manolo Royo, que acaba de escribir un libro sobre el Camino de Santiago, confiesa que con Chicho lo aprendió todo, aunque también tuvieron «días horrorosos». Destaca que el maestro le obligaba «a llevarlo todo escrito, hasta el saludo de buenas noches; era muy estricto y no creía en la improvisación».

Miriam Díaz-Aroca cuenta que trabajar en el «Un, dos, tres» fue un sueño hecho realidad. «En mi época universitaria envié cartas y más cartas para participar como concursante. Luego fui a un casting y me sentí invisible. Y cuando trabajaba en “Cajón desastre”, me llamó Chicho». Lo recuerda con «cariño y respeto», pero «muy bravo». «Y el se encontró con una guerrera» , añade. Miriam asegura que desde hace años le viene pidiendo los derechos para hacer una versión infantil del concurso. «Confío en que ceda alguna vez», remata.

Fedra Lorente, que ya había trabajado en «Historias para no dormir», recuerda las broncas de Chicho con Victoria Abril, y con una chica francesa que un día se puso de morros. «Parece que estamos pagando con tu cara la guerra de la independencia», le dijo. Fedra fue «la Bombi» durante una década. «Tenía una varita mágica en la mano , aunque alguna vez me dijo: “Fedra, también me equivoco”».

Isabel Serrano fue un día a cotillear al casting y se encontró con una fila de modelos tremenda. La actriz, que alterna su trabajo con el buceo y el yoga, recuerda todo lo bueno, pero también «una etapa muy dura para una chica de 19 años, que tenía que renunciar a su vida personal».

La reunión no puede terminar sin un recuerdo para Mayra Gómez Kemp , «una luchadora incansable que pasa un momento difícil».

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