'La sombra de la tierra', el debut tras las cámaras de Elvira Mínguez que encoge el alma
La actriz adapta su propia novela homónima en la serie, que se presentó en el Festival de san Sebastián y que se estrenará en Atresplayer
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![Adelfa Calvo, una de las protagonistas de 'La sombra de la tierra'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/09/27/La_sombra_de_la_tierra-k81H-U603122425501qeB-1200x840@diario_abc.jpg)
Brota la vida de la tierra del mismo modo que la engulle, la sepulta. Como una rutina. Con la obviedad de quien respira, y también con la desesperación de quien persigue un aire que no llega. Así se odian Atilana y Garibalda, protagonistas de 'La sombra de la tierra', ... la nueva serie que Atresmedia presentó esta semana en el Festival de San Sebastián, por necesidad y por castigo, de forma inevitable. Como una condena bajo las tierras que se disputan y que arrastran y arrasa con todo. Como una maldición que las consume, como la ponzoña, por dentro, pero que no las mata a ellas sino al resto.
«Voy a cumplir setenta años y estoy cansada de que ver que se nos muestra de perfil, en tres cuartos, pero es muy difícil ver a una mujer entera. Las mujeres somos absolutamente maravillosas y deleznables, como todo ser humano. Las protagonistas no son capaces de amar sino que odian. Y odian a sus hijos, porque hay madres que lo hacen», explica en su puesta de largo Elvira Mínguez, guionista y directora de la ficción, adaptación en cuatro capítulos «de cine» de su propia novela homónima, editada por Espasa.
La veterana actriz, que ha trabajado a las órdenes de directores como John Malkovich, Steven Soderbergh o Asghar Farhadi, debuta tras las cámaras con «una película de cuatro horas», una serie producida por Fonte Films, de Pablo Isla, que todavía no tiene fecha de estreno en Atresplayer.
La factura técnica es impecable pero la historia no es apta para pieles finas ni estómagos sensibles. 'La sombra de la tierra' es un drama rural áspero, rocoso. Duro y devastador. Que encoge el corazón, succiona toda alegría y la esconde en lo más oscuro del alma. Una historia, ambientada en un pueblo de Zamora a finales del siglo XIX, que revuelve los trapos sucios de las familias protagonistas para «hablar de las consecuencias del abuso sexual intrafamiliar», porque lo habitual es que no se hable de ello. El silencio, en la serie de Elvira Mínguez, corta como una espada bien afilada.
«No abundan personajes femeninos con este empaque, valentía, con esas zonas humanas, la presencia y la posición emocional de estas mujeres», enumera María Morales, llena de la humanidad que le escasea a su Atilana. Coincide Adelfa Calvo, cuya Garibalda supura inquina desde una silla, incapacitada para todo menos para despreciar a su enemiga e irreconocible bajo los «más» de quince kilos de maquillaje protésico. «No todos los días se coge a un personaje así con 62 años y siendo mujer. Nunca he visto tanto respeto por una directora como por Elvira, creo que hemos ido todos a una. Era su primera vez y nosotros la hemos arropado y hemos tenido el lujo de mirarla a los ojos y entender a la primera con un gesto o una palabra lo que nos quería decir. Si decía: 'Confía', yo iba a muerte», señala la actriz.
El entusiasmo con Mínguez es generalizado, pero su favorito del reparto es su «amigo» Carmelo Gómez, aquí testigo en segunda línea de ese desprecio que se disparan a miradas las protagonistas. El intérprete solo aceptó darle una segunda oportunidad al proyecto por su amistad con Mínguez. Ahora no se arrepiente. «Leí el primer guión y no me convenció. Pensé: 'Qué brutalidad'. Luego leí el segundo, pero solo porque era de Elvira, y dije: 'Uf'. Me conmocionó», cuenta.
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