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'Zorras', la serie más explícita sobre educación sexual

Atresplayer estrena este domingo la adaptación del libro homónimo de la experta en sexo Noemí Casquet

Tutoriales de sexo explícito, así es la educación sexual de los menores en la Red

Cartel de 'Zorras', con Mirela Balić, Tai Fati y Andrea Ros Atresmedia

Adrián G. Peñacoba

Madrid

¿Cómo llegar al orgasmo por primera vez? ¿Qué es el 'squirt'? ¿Y el BDSM? 'Zorras' es la propuesta de Atresplayer para este verano que trata de arrojar luz sobre una serie de inquietudes sexuales que escapan a las explicaciones habituales en charlas de educación sexual. Lo hace a través de Alicia, Emily y Diana, tres amigas que deciden ayudarse para cumplir sus fantasías eróticas pendientes. Un producto inusualmente desacomplejado y explícito que adapta la trilogía de novela erótica de Noemí Casquet a formato televisivo. La serie de ficción, ya disponible en la plataforma, apuesta por subir varios grados la temperatura corporal del espectador.

Andrea Ros interpreta a Alicia, la pieza central de esta historia, que cambia su insatisfactoria vida de pueblo en Montgat por el frenesí de la capital, donde encuentra otro trabajo, nuevas experiencias y una vida distinta. Allí se cruza con sus dos futuras amigas: Emily –que interpreta Mirela Balić–, una madrileña quinqui y atrevida que contrasta con la tímida y aparentemente reprimida, Diana, a la que da vida Tai Fati. Así conforman 'El club de las Zorras' con un objetivo en común: descubrir su sexualidad latente. Para ello hacen una lista con sus fantasías sexuales bajo juramento de juntas ayudarse a cumplirlas. Entre ellas las hay para todos los gustos y colores.

En cada capítulo se definirá conceptual, emocional y bastante gráficamente una práctica o término sexual diferente. El primero explica que las siglas BDSM corresponden al bondage (ataduras), disciplina, dominancia/sumisión y sadomasoquismo. Con un guión divertido, entre lo gamberro y lo tierno, la serie toma un tono natural y pedagógico. Su estética atrevida pasa de situaciones naif con colores vivos, a las sombras y neones de un festín carnal sadomasoquista. «La paleta de colores en cuanto a las relaciones es tan amplia que es casi imposible que haya alguien que no se sienta interpelado en algún momento», explica Ros sobre una serie en la que «se muestran tanto relaciones saludables como no tan saludables, esporádicas, como más largas, el hastío, lo nuevo…».

Fotograma de 'Zorras' Atresmedia

Para Balić, la serie muestra de manera más cercana cómo es «tener sexo real con cuerpos reales». Argumenta que en el cine habitual «las posiciones parecen coreografiadas a un nivel que digo: '¡Joder!, ¿la gente folla así?, porque yo no'». La adaptación ha querido defender el momento en la cama de una manera más realista, en la que cabe «desnudarse de una manera aparatosa» o «besarse sin que parezca que se para el tiempo y es denso el aire», señala la actriz de Élite, para quien «la serie muestra cuantísima belleza hay en la naturalidad, en lo antiestético».

«He tenido una sexualidad muy estándar como todas, de fingir orgasmos de tener relaciones consentidas pero no deseadas, de tener mucha dificultad para poner límites. Es importante que las chicas jóvenes entiendan que el placer no solo se da sino también se recibe», recalca Ros. «Da igual el cuerpo que tengas: eres digno de placer, eres digno de belleza, de ternura», expone Fati. «Ojalá a mí como adolescente me hubieran dicho esto», añade Ros con complicidad. Las tres compañeras han generado un fuerte vínculo durante el rodaje e incluso tienen su propio grupo de Whatsapp llamado 'Zorras', a semejanza del de la serie.

Una educación deficiente

Casquet es una de las autoras más prolíficas en esto de explicar el sexo «sin los corsés que impone la sociedad habitualmente». Su discurso triunfa en diferentes formatos: sagas novelísticas, cursos online de sexualidad con contenido explícito, conferencias, artículos y redes sociales, donde suma más de 3,5 millones de seguidores. La joven autora imputa que «al hablar de educación sexual siempre miramos hacia los jóvenes cuando las personas mayores son quienes menos usan preservativos, realizan más prácticas de riesgo y las que más fingen orgasmos». Cree que «la educación sexual es necesaria para todas las generaciones»: «A partir de los dos años deberíamos estar educando sobre sexualidad [...] pero también entre personas de 30, 60 e incluso 80».

«Es interesante que la serie la vea tanto un padre como una señora. No porque con 70 años necesite saber qué es el BDSM. Pero quien tiene hijos adolescentes no puede pretender acompañar su desarrollo sin informarse», esgrime Balić. «En el cole, si eso, te enseñan a poner un condón en un plátano y una compresa. Tenía un montón de dudas que no fueron resueltas, en mi casa se hablaba con ese halo de vergüenza y de situación incómoda», manifiesta.

Casquet opina que existe un vacío en cuanto a la educación sexual: «Venimos de dos células sexuales, la gran mayoría concebidos mediante el coito, y hemos sido tan gilipollas que hemos dejado que hagan de nuestro propio origen un tabú, algo a ocultar, algo a sentirse culpable. Me parece absurdo: el sexo es lo que nos ha dado la vida».

Pornografía

«La pornografía creo que es algo que tenemos que controlar. Si no educamos a nuestros hijos para que entiendan que eso es ficción, tenemos el problema de que pueden llevarlo a la realidad», aduce la escritora. En 'Zorras', la protagonista hace uso del porno para dar vida a algunas fantasías que no puede consumar con su pareja. Son las mismas fantasías las que la llevan a formar 'El club de las zorras'. «Es lamentable que la pornografía sea la mayor representación de la sexualidad explícita que tenemos», lamenta Casquet.

«Parte de mi trabajo consiste en educar a través de la sexualidad explícita y en muchas ocasiones la gente lo considera pornográfico. Los cuerpos desnudos son automáticamente sexualizados o erotizados y no estoy de acuerdo. También tenemos una desnudez que es natural. Durante muchos años se ha mantenido la mirada masculina ante la sexualidad y ante el deseo. Es el eco que seguimos manteniendo en la pornografía", manifiesta Casquet y añade que «es muy fácil señalar hacia la pornografía, que insisto, tenemos que replantear ese formato», aunque pone el foco en el uso que se hace de ella: «lo difícil es señalarnos a nosotras mismas y a nosotros mismos».

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