Los españoles, rehenes de la nueva pasión turca

Este verano, en los corrillos de vecinas que matan el tiempo charlando al fresco en las últimas horas del día ya no se comentaban únicamente los chismes del pueblo, sino también qué iba a ser de Bahar o si por fin podrían ser felices Demir y su pequeña Öyku. Muchas hijas confiesan que ven o leen los resúmenes de ‘Tierra amarga’ para tener conversación con sus madres o tías, enganchadas al culebrón vespertino de Antena 3. Esto son solo reflejos analógicos del éxito de la ficción turca, imparable también en redes sociales, donde el final de ‘Love is in the air’ derrocó al estreno de la última temporada de ‘Juego de Tronos’ como el episodio más tuiteado de la historia. Los espectadores que acaban de sucumbir al encanto de estos cuentos de las mil y una noches modernos coinciden: «Es imposible huir de las telenovelas turcas».Razón no les falta: Turquía ha vendido sus series a más de 146 países de Europa, Oriente Medio, Asia Central, África y América, según medios locales. Solo en 2018, exportaron ficciones televisivas por valor de 500 millones de dólares. En 2023 esperan alcanzar los mil millones. En este contexto, los españoles no somos una excepción. El año pasado, las producciones turcas ocuparon 3.286 horas de televisión, un 569% más que hace dos años, cuando la suma total de las cadenas de la TDT era de 491 horas, según un informe de la consultora Dos30 elaborado con datos de Kantar Media. En canales femeninos como Nova desbancaron en 2020 a estadounidenses y mexicanas, hasta ahora las reinas de su programación. Y dieron el salto a las grandes cadenas: Antena 3 estrenó en junio ‘Mujer’ en 'prime time'. Después se le sumaron ‘Mi hija’, ‘Inocentes’ e ‘Infiel’, aún en emisión. Telecinco probó suerte en enero con ‘Love is in the air’, que finalmente encontró su sitio en Divinity. «Como producto cultural, las series turcas son muy interesantes, porque al principio parecían una moda, pero ya están generando cierto arraigo, se conversa sobre ellas fuera de la pantalla y están más vivas que nunca. No sé cuánto durarán, pero están muy presentes», afirma Ricardo Klein, sociólogo especializado en políticas culturales y profesor en la Universidad de Valencia.«Los turcos han creado una gran industria en torno al audiovisual. Son los segundos productores del mundo y saben muy bien lo que hacen. Detrás de una serie turca hay mucho talento. Tienen muy buenos actores, guionistas y sobre todo saben conectar muy bien con el público. Son capaces de adaptar historias que ya se han producido en otras partes como Japón, Corea o Inglaterra y desarrollarlas para que tengan mayor arraigo en el país y viajen a terceros. Los personajes nos cuentan sus propias vivencias y a partir de eso se genera una empatía muy fuerte en el espectador, que se plantea el dilema de qué haría él o ella en esa situación», cuenta Charo Calvo, responsable de selección de producto seriado de Atresmedia y la primera ejecutiva que fijó sus ojos en la ficción otomana.El fin del reinado mexicano«Nos llamó mucho la atención que las series turcas estuvieran ganando en audiencia en Hispanoamérica a producciones de México, Venezuela y Colombia», señala. Entonces, ya eran muy populares en los Balcanes, Asia Central y Oriente Medio, algo que entra dentro de la lógica «porque estas regiones comparten cultura, historia y algunos valores», comenta a Efe Chien Yang Erdem, investigadora de medios de la Universidad Istinye en Estambul.«Pedí verlas y enseguida me enganché y comprobé por qué funcionaban tan bien: son historias universales que, como tienen muchos episodios y de unas dos horas de duración, permiten a los canales latinos emitir un mismo título varios meses en tira diaria. Además están muy bien producidas porque en su país se emiten en horario de máxima audiencia. Las latinoamericanas normalmente tienen un presupuesto inferior y se desarrollan en interiores. Las turcas, en cambio, tienen muchas escenas en paisajes exteriores. Y luego está la ambientación musical, que es una parte importantísima y tiene mucho contenido dramático», plantea Calvo, que insiste en que las series turcas no son un género en sí mismo, sino solo una ‘denominación de origen’, ya que en el país se produce ficción de todo tipo: comedia romántica, ciencia ficción, dramas, thrillers... Atresmedia decidió probar suerte con estos contenidos exóticos con ‘Fatmagül’ (Nova), un éxito en Turquía que cuenta la historia de una joven obligada a casarse con uno de los cuatro hombres que supuestamente abusaron de ella. Pese a lo espinoso del asunto para una mentalidad occidental, más de 744.000 espectadores (4,1 por ciento de cuota de pantalla) vieron la ficción en Nova, con una fidelidad superior al 67,7 por ciento. Además, ‘Fatmagül’ contó también con una adaptación española: ‘Alba’ Este es uno de los ejemplos de nuevas temáticas o cuestiones sociales, que, según Klein, abordan las series turcas. Y que suponen un soplo de aire fresco para el género de la telenovela. «Los culebrones mexicanos, aunque ahora se están poniendo las pilas, siguen el manual clásico de la telenovela: chico y chica se enamoran en el primer capítulo, viven mil dificultades y se reencuentran en los episodios finales. Las ficciones turcas no son tan previsibles, no siempre sabes lo que te espera. Y a veces, la trama romántica es muy secundaria, como ocurre en ‘Mi hija’, donde la verdadera historia de amor es la de un padre y su niña», cuenta Betty Martínez, aficionada a los culebrones y autora del blog de Nova ‘Betty ve telenovelas’.Mediaset, y más concretamente Divinity, probaron suerte con ‘Kara Sevda’ aunque su mayor éxito fue ‘Erkenci Kus’ (Pájaro soñador)’, la serie con la que España descubrió a Can Yaman, uno de los grandes galanes de la telenovela turca. Porque, al igual que Hollywood, esta industria tiene su propio ‘star system’, caras recurrentes que saltan de serie en serie y cuentan con millones de seguidores en Instagram. Incluso Beren Gökyıldız, la protagonista de 11 años de ‘Madre’ y “Mi hija’, cuenta con más de un millón de seguidores en la cuenta que gestionan sus padres. «En el mundo de las series turcas, los seguidores son muy devotos de determinados actores, a los que siguen allá donde vayan. Se llegan a ver las nuevas series que no han llegado a España en turco y sacan las uñas por defenderlos», destaca Martínez.Quedó demostrado en 2019, con la visita de Can Yaman a España para grabar un capítulo de ‘Volverte a ver’ en el que sorprendía a Jesusa, una seguidora de 75 años a la que las novelas turcas habían ayudado a superar un difícil duelo. Si alguien hasta entonces no había oído hablar del atractivo actor turco, sus fans se encargaron de que apareciese en todos los telediarios: se agolparon en el aeropuerto de Barajas y en la puerta de su hotel. Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset, reconoció que hacía mucho tiempo que no se les colapsaba la centralita de la cadena por sobrecarga de llamadas. No se recuerda un fenómeno fan tan devoto desde el éxito de Sandokán o El Duque de ‘Sin tetas no hay paraíso’. Un ejemplo más, insiste Klein, en que su éxito ha traspasado la pantalla.El impacto del CovidEl impacto del coronavirus y el salto de los grandes dramas turcos al ‘prime time’ el pasado verano -en tiempos de crisis siempre es más económico comprar a buen precio que producir ficción- acrecentaron su base de seguidores. «El confinamiento influyó de forma determinante en nuestros consumos culturales. No podíamos salir y necesitábamos cubrir horas y eso impactó en el consumo de televisión. Una serie turca, además, te garantiza entretenimiento por mucho tiempo, unos 200 capítulos, no es como una serie de ‘prime time’. La televisión en muchos hogares ocupa aún hoy un lugar central», reflexiona el experto en sociología. «Además, son productos bastante fáciles de digerir. Cuando uno se acerca a las telenovelas no espera algo muy complejo que intelectualmente lo desafíe, sino algo que le acompañe a lo largo del tiempo. Quiere pasar el momento sin complicarse, y más en épocas tan complejas y convulsas como las que vivimos».Con sus lujosos escenarios, imponentes paisajes y atractivos protagonistas, las series turcas ofrecen al público español, cada vez más acostumbrado a ver series extranjeras distintas a las americanas gracias a las plataformas, el exotismo justo. «Ofrecen un esquema occidentalizado de Oriente», destaca Klein. «Esto se ve incluso en el físico de sus protagonistas». «Hay muchas series turcas que son más tradicionales y muestran el día a día de zonas rurales, solo que nosotros no las hemos adquirido. Hemos preferido elegir aquellas que tienen más que ver con nuestro día a día. Por eso en estas series tenemos la sensación de ver el lado occidental de la sociedad turca, que también existe y es real. En Turquía se juntan Oriente y Occidente, hay una parte de la sociedad muy moderna, que vive en ciudades, con un alto poder adquisitivo. Y luego hay un mundo más tradicional y rural, con unos valores tradicionales más arraigados donde la religión ocupa un lugar más importante en la vida cotidiana de la gente», plantea la ejecutiva de Atresmedia, que señala que, pese a las cautelas iniciales, en el fondo han encontrado también paralelismos entre la sociedad española y la turca, como el valor que se le da a la familia. Durante el confinamiento, el público encontró en estas series un pasatiempo sencillo que les acompañaba cada tardePor eso, incluso en las ficciones otomanas más modernas hay elementos que chocan a espectadores occidentales. «Yo intento verlas simplemente como ficciones, pero a veces son muy moralistas y limitan muchísimo los besos, por ejemplo. Pero no tanto algunas bofetadas que reciben las mujeres. Es curioso, porque hay protagonistas femeninas que tienen que someterse a la tradición y sus códigos de honor pero luego también hay historias de superación y mujeres independientes. ‘Sila’ por ejemplo, cuenta la historia de una chica a la que casan por la fuerza y acaba montando un colegio para educar a los niños en otros valores», relata Betty Martínez.Con todo, las productoras turcas son muy cautelosas para no tener problemas con el Consejo Supremo de Radio y Televisión de Turquía (RTÜK), el órgano que controla las emisiones audiovisuales del país y vigila que no haya escenas que atenten contra «el orden ideológico y moral». Pero a veces es inevitable que estas series, que ya se producen pensando también en las exportaciones a terceros, no incurran en momentos censurables para el regulador. ‘Love is in the air’, por ejemplo, fue multada en febrero porque sus protagonistas disfrutaban en un jacuzzi, completamente tapados por la espuma, de un momento de intimidad. «Contradice las costumbres y tradiciones de la familia turca», alegó el organismo. Los seguidores de ‘Las mil y una noche’, por ejemplo, hicieron una colecta para pagar la multa a RTÜK porque querían que sus personajes favoritos, Sherezade y Onur, se dieran un beso en pantalla.Productoras extranjeras con una fuerte presencia en el país, como Netflix, en cambio, han preferido dejar pasar algunos proyectos antes que someterse a las exigencias del organismo. El mejor ejemplo es ‘Only You’, protagonizada por Özge Özpirinçci (’Mujer’), que no recibió luz verde del regulador porque contaba con un personaje homosexual, según su creadora, Ece Yorence (’Fatmagul’), que renunció a hacer cambios en el guión. Al final, el proyecto se está rodando en España bajo el título ‘Si lo hubiera sabido’, con la guionista original como consultora e Irma Correa como escritora principal.Una marca para el paísDe momento, ni expertos ni productores ven que el idilio de España con la ficción turca vaya a acabar. «Más que descubrir un nuevo filón, yo quiero pensar que hemos abierto una nueva puerta al mundo a nuestros espectadores. No solo se hacen series americanas o francesas, hay productores que cuentan cosas de distintas formas». De hecho, la semana pasada Atresmedia, RTVE, Secuoya, TVG y ETB participaron en un evento organizado por la entidad de las exportaciones turcas (HIB) con el objetivo de «fomentar nuevas compras y vías de cooperación», contaba con orgullo el diario ‘Daily Sabah’.La producción de series turcas puede entenderse como una estrategia de «marca» para el país: «A través de la pantalla, personas de todo el mundo conocen Turquía», añade la experta Chien Yang Erdem. «Así, es más fácil para nuestros empresarios ingresar en los mercados de esos países», comentó hace meses a la prensa local Sekib Avadic, jefe de la Cámara de Comercio de Estambul.

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