Mejores series 2017
Las mejores series del año para los críticos de ABC
La segunda temporada de «The Crown» se ha ganado, como su trama, un hueco en la historia; «Juego de tronos» se mantiene en la cúspide pese al desfasado ritmo de su último aliento y aunque se ha estrenado al final, «Manhunt: The Unabomber» es una de las series más interesantes del año

El año 2017 toca a su fin, consolidando a las series como el epicentro de la ya reinventada tercera edad de oro de la televisión. El auge de plataformas, el trasvase de actores de la gran a la pequeña pantalla o la competencia (por concurrencia) no hacen sino aumentar la calidad de unas ficciones que nada tienen que envidiarle ya al cine, ni en recursos ni en imaginación. La frescura de este nuevo mundo recupera las ideas que escasean en el séptimo arte y abre infinitas posibilidades, si bien la flexibilidad para profundizar en diferentes tramas y personajes sigue siendo una de las mejores bazas del formato.
Ficciones que merecen la pena hay muchas, pero no todas pueden colarse entre las mejores series del año . Con unos generosísimos medios, «The Crown» se ha convertido en una producción única en su capacidad para encontrar el conflicto dramático en cada página de la historia. «Juego de tronos» se precipita a su final, y pese al vertiginoso ritmo que a veces chirría recupera la esencia de los personajes antes desplegados por el mapa de los Siete Reinos, haciendo de su última temporada un trampolín perfecto hacia el final, una pausa entre el pasado y el futuro que, como el invierno, está a la vuelta de la esquina. Y aunque se ha estrenado al final, «Manhunt: The Unabomber» es una de las más interesantes del año.
Estas son las mejores series de 2017 para los críticos de ABC:
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1

«The Crown», por Federico Marín
Lo extraordinario de la serie de Peter Morgan no es la perfecta recreación histórica de unos sucesos fundamentales en la historia del siglo XX. Su talento y los generosísimos medios de la producción de Netflix no permitían otra alternativa. La brillantez de casi la totalidad del reparto tampoco sorprende demasiado. Lo que convierte «The Crown» en una producción única es su capacidad para encontrar el conflicto dramático en cada página de la historia, hacer creíbles sus diálogos, muchos de ellos necesariamente inventados, y convertir cada escena en una obra perfecta, apasionante y a veces incluso divertida. Hay intriga incluso en los sucesos más conocidos, no falta grandeza aunque se hable de las más bajas pasiones y descubrimos humanidad en personajes que podían creerse semidioses. Morgan sabe señalar los defectos, comprender los motivos y huir del panfleto sin escurrir nunca el bulto. Se atreve a decir cosas increíbles de la monarquía mientras consigue que su primera espectadora sea la Reina. Y aunque parezca imposible, la segunda temporada es incluso mejor que la primera.
Por Federico Marín
2

«Juego de tronos», por Lucía M. Cabanelas
Da igual que en lugar de coches, los protagonistas de «Juego de tronos» se (tele)transporten en dragones o cuervos: la serie ha pisado el acelerador. El ritmo, antes homogéneo (y a veces tedioso), chirría con la cercanía del desenlace, y las tramas se precipitan. Si durante las temporadas anteriores predominaba el desarrollo de los personajes, más profundos, y la importancia de sus viajes; la séptima da más importancia a la llegada a la meta, casi con flato. Los planes parecen menos elaborados, e incluso disparatados, y los giros de guión más predecibles. Abundan las elipsis temporales, y la coherencia lógica de la línea argumental se pervierte. Se pierde la capacidad de impacto, porque todo predispone a lo que termina sucediendo. Los personajes, antes dispersos por los Siete Reinos, se limitan a un par de recurrentes escenarios en esta penúltima temporada, y se desplazan a lo largo y ancho de Poniente a la velocidad de la luz. La celeridad de su progreso ha terminado aligerando hasta el innovador tono de la ficción. De ahí que aunque este drama medieval sea también una serie fantástica, donde los muertos vivientes y las resurrecciones están a la orden del día, se cuestionasen, no sin razón, tantas licencias.
Pese al vertiginoso compás, avanzar a marchas forzosas no le impide volver a sus orígenes; recuperar esa tradición de redonda complejidad, de diálogos afilados, de personajes fieles a sus instintos y motivaciones. Sin perder los detalles de calidad que la elevaron como una de las mejores series de la historia, su última temporada ofrece lo que se espera: un trampolín hacia su final, una pausa entre el pasado y el futuro que, como el invierno, está a la vuelta de la esquina.
Por Lucía M. Cabanelas
3

«Manhunt: The Unabomber», por Hughes
Se ha estrenado al final, pero es una de las más interesantes del año. «Manhunt: The Unabomber» (Netflix) cuenta la investigación y detención de Unabomber, el terrorista neoludita que atentó durante los ochenta y noventa en Estados Unidos. Está muy bien interpretado por Paul Bettany, que desarrolla su aire intelectual. Unabomber no fue un terrorista más, ni un loco más. Su manifiesto tenía una extraña profundidad; un alma torturada porque los ruiseñores imitaban con su canto las alarmas de los coches.
La serie cuenta cómo el agente Fitzgerald, del FBI, llegó a él a través de la lingüística forense. Para perfilar su identidad sólo tenía unas palabras. La relación entre los dos es intrincada, psíquica, casi dependiente.
La serie regresa a los 90 y consigue algo: que esos años se vean realmente como otra época. Hay una distancia histórica, mental, que ya reconocemos.
Acabamos de ver «Mindhunter» , y esta serie se le parece, pero me atrevería a decir que es mejor. Más fincheriana que la del propio Fincher.
4

«Big Little Lies», por Elena Calvo
No es solo la genial interpretación de sus tres protagonistas lo que hace de esta miniserie de David E. Kelley para HBO una de las mejores ficciones del año. La espontaneidad de Madeline (Reese Witherspoon), la cordura de Celeste (Nicole Kidman) y la supervivencia de Jane (Shailene Woodley) convierten esta producción en una oda a la mujer.
«Big Little Lies» trata sobre la maternidad, pero desde un punto de vista muy diferente al que se suele dar en estas producciones. Madres que están dispuestas a renunciar a todo por sus hijos, pero con una enorme dimensión personal que dota al argumento de misterios, intrigas y secretos.
La naturalidad con la que pone sobre la mesa el tema de la violencia de género la convierte, además, en una ficción muy necesaria para una sociedad en la que cada día se asesina a mujeres por el simple hecho de serlo. Situaciones habituales como el silencio que se da ante el maltrato a causa del miedo o el convencimiento de que el maltratador cambiará se ponen de manifiesto a través de unas tramas excepcionales que enganchan desde el minuto uno.
Por Elena Calvo
5

«Girls», por Lorena López
La serie de Lena Dunham puede haberte gustado más o menos, pero no puedes negar que se trata de una ficción que importante para nuestra televisión. Hannah Horvath se ha convertido en la portavoz de una generación –la de los veintitantos– que, hasta ahora, no tenía ningún tipo de representación. Dunham se atrevió a decir, hacer y enseñar lo que le ha dado la gana durante seis temporadas que este año llegaron a su fin. Este variopinto grupo de veinteañeras neoyorkinas ya han llegado a los treinta.
Puede que el dibujo de Dunham de su peculiar grupo de amigas haya sido demasiado alocado, tanto que a veces parece inverosímil. Pero tenemos que darles las gracias por mostrarnos su cara más real. Cuerpos con más o menos michelines, celulitis, pelos… ¡qué más da! Son nuestros cuerpos, son los que nos hacen estar vivos.
«Girls» también muestra relaciones (sentimentales) realistas. Ni todos los tíos son caballeros dignos de un cuento de hadas ni tampoco son todos unos cabrones. Hay personas con la que, simplemente, no hay química cuando pensabas que sí, o con la que simplemente no consigues entenderte, aún cuando pensabas que sí lo harías. Pero esto también ocurre con la amistad. Hay mejores amigos que se transforman en perfectos desconocidos y eso Lena Duhnam también lo sabe. Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna son perfectamente imperfectas, perfectamente normales, como cualquier espectador que se atreva a enfrentarse a los veintitantos. Aunque si eres de los que prefiere enfrentarse a los treinta, tu series es «Master of None» .
Por Lorena López
6

«Better things», por Nieves Mira
Real, cruda, emotiva, bonita y contradictoria, «Better things» (de HBO en España) ha superado en su segunda temporada los diez episodios anteriores. Una condensación de pequeñas historias (una por cada entrega) de Sam Fox (interpretada por Pamela Adlon que, además, es creadora, guionista y directora) y su forma de ver el mundo. De su manera de convivir con sus tres hijas y con su madre, desconocida e imprevisible a pesar de vivir en la casa de al lado. Adlon abre un camino inexplorado en televisión hasta ahora al retratar a los personajes femeninos y sus relaciones entre ellas sin justificarlas. Las quiere, pero hay momentos en las que se iría lejos, y lo hace. Les da lo mejor, pero también se equivoca a veces. Sufre por ellas cuando (los hombres) las decepcionan. Pero no va a dejar su trabajo como actriz ni su carrera ahora que ya son mayores. Y exige (en el episodio 6, uno de los mejores del año) incluso un homenaje: quiere saber qué dirían de ella cuando esté muerta, ya que en vida parece que no la valoran.
«Better things» merece mucho más que pasar a la historia de este año como una de las últimas producciones/creaciones de Louis CK, que reconoció haberse masturbado delante de muchas de sus compañeras de profesión. Un secreto a voces en Hollywood que ha retratado también este año la humorista Tig Notaro en «One mississippi» (en Amazon en España). Porque este 2017 es el año de las mujeres y no solo por «El cuento de la criada», «Big little lies» o «Feud», sino por el hueco (a codazos) que se están haciendo producciones ahora disponibles en nuestro país gracias a las nuevas plataformas.
Por Nieves Mira
7

«El cuento de la criada», por Silvia Montero
A veces lo más desasosegante, lo que más tememos, lo que nos produce escalofríos de auténtico espanto es lo que más nos atrae, y algo así ocurre con esta pesadilla que viene de la obra de Margaret Atwood. Nos ofrece una visión aterradora del mundo, en la que las pocas mujeres fértiles que quedan están al servicio de los ricos y poderosos para procrear. Visto así puede parecer lejano, inverosímil, pero es lo mejor que tiene, y que hace esta serie tan atractiva. ¿Y por qué esto no podría ocurrir? ¿Es tan raro que los que tienen el poder abusen y utilice a las personas a su antojo? Pues no, y eso es lo que Atwood muestra en su novela que tan magistralmente ha sido llevada a la televisión.
«El cuento de la criada» tiene la capacidad -que no es tan fácil de conseguir- de crear malestar en el espectador. Una sensación desagradable que te engancha, que te hace desear y ver qué será lo siguiente que puede ocurrir en ese infierno en el que se han convertido un país que antes era Estados Unidos.
Para poner cara a esa distopia está Elisabeth Moss, una actriz descomunal que crece con este papel que está hecho a su medida. Ella es Offerd, una de esas criadas que solo es valorada por su útero en esa sociedad imaginaria. Moss no es la única, porque esta es una serie de mujeres que brillan aunque tengan que pornerse en la piel de seres casi diaobólicos, que en el fondo esconden las mismas debilidades e inseguridades que la mayoría de los moratales. Así ocurre con Yvonne Strahovski, que borda el papel de esposa infértil que atormenta a Offerd. O Ann Wood, la Tía Lydia que adoctrina a criadas. A la espera quedamos de que la segunda temporada esté a la altura, pero de momento nos quedamos con esta primera que para los Emmy fue la mejor serie dramática del 2017.
Por Silvia Montero
8

«The Leftovers», por Fernando Muñoz
En este mundo de consumo veloz –el de las series– la fuerza centrífuga que hace que todo se mueva es lo que se dice de una nueva temporada. La cantidad. Que en la oficina, en la universidad, el metro o en la «tele clásica» hablen de una serie hace que todo el mundo la quiera ver para no perder el hilo de una discusión que dura una semana en Twitter. Luego será moda otra cosa. Pero en esta sobredosis de series que las nuevas plataformas inyectan sin control en nuestras teles y portátiles se cuelan algunas que pasan más desapercibidas. Se van filtrando hasta que calan. Y mientras todo el mundo conoce el otro lado de «Stranger Things» pocos se han atrevido a descubrir el otro lado, de vida y muerte, al que viajan los protagonistas de «The Leftovers» en su tercera y última temporada.
Una montaña rusa de ocho capítulos, algunos tan tremendos que su recuerdo se pega como un chicle en el cerebro, otros tan desbordantes que llegan a saturar el interés del espectador. Así, aunque irregular, la manera en la que Damon Lindelof cierra la serie es meritoria después de una primera temporada con una idea inicial tremenda –desaparece el 2% de la población y la secta que se crea–, una segunda llena de tensión y una tercera que descubre el recorrido vital de cada uno de los protagonistas para explicar qué hay al otro lado. Este sí, este otro lado es «la muerte» y no una mortal nostalgia. Y lo mejor, para los que fuimos segudores de «Perdidos»… ¿Cómo hubiera sido el final de la isla si J.J. Abrams y su socio Lindelof si este hubiera tenido la libertad que HBO le dio aquí?
Por Fernando Muñoz
9

«El fin de la comedia», por Rosa Belmonte
La serie de Ignatius Farray , Raúl Navarro y Miguel Esteban se estrenó minoritariamente pero con éxito en noviembre de 2014. Este año, Comedy Central (Movistar +) ha emitido la segunda temporada de una ficción con la que Ignatius Farray consigue que Louis C.K. parezca Lina Morgan. «El fin de la comedia» da un pellizco a «Louie» y también piensa en «Seinfeld», pero es muy española. Y libre. Sin filtros. Como «La que se avecina’ pero sin conflictos». Melancólica. Un estímulo para quienes detestan el humor tontaco y acomodado tan habitual en nuestra televisión. De este año, recordar esa escena delirante con Verónica Forqué en un ascensor. Con Ignatius y Marta Fernández Muro, que hace de su madre. Pero más gracioso es lo que pasó de verdad. En un camerino, Verónica Forqué preguntó a Marta Fernández Muro: «¿Estos quiénes son?». «Gente de la noche», le respondió Marta. Farray, Navarro y Esteban, de la noche o del día, son gente con un humor tan bruto y personal como recomendable.
Por Rosa Belmonte
10

«Vikingos», por Alex Jiménez
Uno de los grandes regalos que ha dejado este 2017 en cuanto a series se refiere fue el final de la cuarta temporada de «Vikingos» , a principios de año, y el estreno de la quinta hace solo unas semanas. La genial trama creada por Michael Hirst para History Channel, basada en las andanzas de los ejércitos nórdicos que transitaron por Europa en el siglo IX y centrada en especial en la historia del legendario rey Ragnar Lodbrok (interpretado por Travis Fimmel), se ha convertido en todo un fenómeno de masas en España.
Su genial trama, su alto grado de adecuación a la realidad que versiona y sobre todo, sus preciosas localizaciones, hacen de «Vikingos» una serie diferente, tan exitosa entre el público que fue renovada por una sexta temporada antes de que se estrenase la quinta. Habrá que ver cómo logra adaptarse, todo sea dicho, a la ausencia del carismático Ragnar en esta nueva temporada, aunque de momento —y van seis episodios, cinco estrenados en España— no parece que la no presencia del líder nórdico haya hecho mella en una audiencia entregada a Lagertha, Ivar, Bjorn, Floki, Ubbe y compañía. El año también ha dejado otras grandes ficciones, como «Mindhunter», «El cuento de la criada», la sorprendente «Riverdale» o la española «La casa de papel» .
Por Alex Jiménez
11

«Mr. Robot», por Guillermo Ginés
Elliot se hace mayor en la tercera temporada de «Mr. Robot» . Ya no quiere una revolución mundial, se conforma con estar en paz consigo mismo. Sigue hablando al espectador, pero ahora le dice la verdad. Sin demonios personales disfrazados de profetas informáticos ni cárceles vestidas de hogar.
La transformación, lejos de empequeñecer la serie, incrementa su genialidad. Le confiere la pausa extrañada en temporadas anteriores y llena de grises un mundo que contaba con demasiados buenos y malos. También ayuda el mayor protagonismo de White Rose, el vaso comunicante de Philip Price. O la vuelta de Leon, el sicario con más flow de la televisión. O Irving, un vendedor de coches diestro con el hacha. Todos contribuyen a concebir una temporada en la que «Mr. Robot» madura, pero no toca techo.
12
«El Ministerio del Tiempo», por Helena Cortés
Fascinados por la calidad de las superproducciones estadounidenses, a veces nos olvidamos de que también en las cadenas españolas podemos encontrar ficciones capaces de mirar de tú a tú a las mejores series de año pese a tener la mitad de presupuesto. Una de ellas es «El Ministerio del Tiempo» , cuya tercera temporada (¿y última?) ha vuelto a conseguir el milagro de convertir en trending topic a Goya, Lope de Vega, Hitchcock e incluso a Pizarro y compañía. Solo por su carácter didáctico y la fiel comunidad de seguidores o ministéricos que ha creado y su vocación de innovación tecnológica, la serie de TVE creada por los hermanos Olivares merecería un lugar entre lo más destacado del año; pero es que además la tercera entrega ha logrado hacernos sentir cómplices con su guiños, arrancarnos una sonrisa, emocionarnos e incluso reflexionar sobre quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos (como cantaba Siniestro Total, que podría ser perfectamente uno de los grupos preferidos de Julián o Pacino). Con sus aciertos y sus errores, esta serie explica y analiza con crudeza y ternura el carácter español como nadie, incluso mejor que los anuncios navideños de Campofrío.
Y si este ha sido un año de mujeres (Big little lies, The crown, Feud y Glow son, por este orden, lo mejor que he visto en el caduco 2017), ojo con las protagonistas de "El Ministerio del Tiempo": Amelia es una capitana ejemplar, Lola una valiente superviviente intertemporal e Irene un ejemplo de libertad.
Aunque la premisa de la serie es genial (y así lo acreditan las decenas de premios que acumula, entre ellos Ondas, Iris, Fotogramas, Mim, Asociación de la Crítica de Nueva York), su explotación no puede ser eterna, y quizás sea el momento de dar paso a otros héroes. Mejor morir con honor, que diría Alonso. Mientras los creadores, TVE y Netflix, que se lanzó a coproducir esta tercera entrega, toman la decisión final, "El Ministerio del Tiempo" se lanzará a la conquista de decenas de países a través de la plataforma estadounidense a finales de enero.
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