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Devastación moral, violencia y contrabando: Así es el «Gigantes» de José Coronado y Enrique Urbizu

Madrid se convierte en un protagonista más de la nueva ficción de Movistar+

José Coronado y Enrique Urbizu MOVISTAR+
Helena Cortés

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El edificio Montano, un viejo inmueble situado en la madrileña calle San Bernardino, se ha convertido en el cuartel general de la familia Guerrero, el ambicioso, poderoso e inmoral clan de contrabandistas forjado en el Rastro sobre el que orbita «Gigantes» . La nueva serie de Movistar+ devuelve a José Coronado a la pequeña pantalla de la mano del director que le encumbró hasta el Goya: Enrique Urbizu («No habrá paz para los malvados»). «No os perdáis los rosetones que hemos puesto en la fachada, son imágenes de Saturno devorando a sus hijos, y una alegoría clara a la ficción», apunta el cineasta, que ha estado durante dos años desarrollando la idea original de Manuel Gancedo con los guionistas Miguel Barros y Michel Gaztambide. «Aquí hablamos de una saga familia encabezada por Abraham Guerrero (Coronado), que educa a sus tres hijos huérfanos de madre ( Isak Férriz, Daniel Grao y Juan Carlos Librado, “Nene” ) en un régimen moral y ético devastador, con una ferocidad extrema. Eso los convierte en gigantes. Se creen indestructibles, son feroces, pero están muy solos», puntualiza Urbizu sobre una historia de seis capítulos, «profundamente madrileña», grabada íntegramente en localizaciones naturales.

En el interior del cuartel general del patriarca de los Guerrero, bajo los frescos protegidos de los hermanos Zuloaga, lo único que no ha podido tocar el equipo de arte, se acumulan decenas de muebles y objetos desvencijados traídos de anticuarios o alquilados . «Mi personaje es un tipo que nació en un hospicio y se ha criado en la calle, en el Madrid castizo de la España de los cincuenta. Empezó con la compraventa de todo tipo de género, hierro, etc; pero ahora trapichea también con sustancias peligrosas. Se ha montado su imperio, aunque vive de forma muy austera», sostiene Coronado, recuperado del infarto que sufrió el pasado mes de abril y con ganas de volver a dar guerra. «A mí esto me da la vida, me han avisado y he tenido suerte. Trabajar no me estresa. Tengo que estar donde me gusta, porque no sé estar sentado», añade.

«En cuanto me llegó el primer guión pensé que tenía delante al padre de Santos Trinidad («No habrá paz para los malvados»). Así se lo hice saber a José, y se empezó a dejar el pelo largo. Él tiene un carrerón sin mí, pero cada vez que me llega un guión le llamo», cuenta Urbizu sobre una ficción que no se estrenará hasta 2018 . «Aquí hemos estado limando apoyos emocionales, porque tenemos personajes muy desérticos», plantea este amante del western crepuscular. «No hay referencias, ni se parece a “Los Soprano”, que ni he visto. Siempre nos han gustado los cabrones. Los de “El padrino” están idealizados. Meten a niños en botellas de ácido, lo que pasa es que son majos. Estos ni eso», zanja.

Hermanos y rivales

Sobre el almacén se encuentra la casa familiar. Sus austeras habitaciones, que el equipo ha adornado con imitaciones de Sorolla y Tiziano, también hablan de la personalidad de sus inquilinos, y, sobre todo, de ese amor-odio que sienten los tres herederos por la familia. «Hay conflictos entre todos todo el rato. Se han criado con un padre que solo quiere que compitamos hasta destrozarnos . En ese intento por sobrevivir, cada uno ha desarrollado sus técnicas. Tomás, mi personaje, el más culto y desapegado, y aunque tiene su propia familia, siempre vuelve», afirma Daniel Grao. Otro Daniel, el mayor, «es la viva imagen de su padre, aunque no quiera ser como él», reconoce su intérprete, Isak Férriz. Finalmente, Clemente, el «más noble», busca en el boxeo su vía de escape, tal y como explica «Nene». «Hay siempre mucha tensión. La serie representa muy bien el universo de Urbizu, sus atmósferas, ese afán de dar muchas capas pero enseñar muy pocas. No hay miedo a crear silencios tensos. Y si tiene que recrear violencia, lo hará a tope », cuentan los actores.

Riesgo es la palabra que define esta serie. «Rodamos en formato panorámico, con lentes anamórficas. Tenemos un material difícil, violento, árido , sin expectativas de lograr un final feliz. Lo bueno es que no me tengo que preocupar por si esta serie la van a ver las abuelas y los nietos, porque a ninguno le toca ver esta», concluye Urbizu.

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