'Las noches de Tefía': cuando el sueño es más real que la pesadilla
La serie de Atresplayer cuenta la vida de unos hombres que vivieron en un campo de trabajo bajo el yugo del franquismo
Miguel del Arco: «Los sueños en el teatro empiezan y acaban cada día»
![Fotograma de la serie 'Las noches de Tefía'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/06/23/TFIA_CAP50847-ManuelRomanSierra_220516(1)-RVbbgIx94VFD4jkbG5RS4CI-1200x840@abc.jpg)
Muchos de los derechos sobre los que se asienta la sociedad están construidos bajo el sufrimiento de muchos que hace un tiempo sufrieron la tiranía y el maltrato de otros. Los campos de trabajo en España para alcohólicos, rufianes y vagabundos existieron ya durante la Segunda República bajo la Ley de vagos y maleantes, que se radicalizó durante el franquismo añadiendo a los homosexuales en la lista. La Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía fue uno de ellos. Allí, un grupo de hombres silenciados bajo el yugo del franquismo, de sus insultos y sus humillaciones, trabajaban con la esperanza de salir con vida de aquel infierno.
Miguel Del Arco se atrevió a entrar en él para crear 'Las noches de Tefía', una serie original de Atresplayer que se estrena el próximo domingo y que relata la vida de estos hombres que anhelan una vida mejor. La historia arranca con la llegada de la Vespa, interpretado por Patrick Criado, otra vez al campo de trabajo. «Es un tipo que a pesar de la represión que vive y el sufrimiento, siempre tiene una sonrisa y quiere apoyar a sus compañeros. Allí hace todo un camino de aprendizaje», asegura el actor a ABC.
![Por las noches, los presos imaginan una vida en el Tindaya](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/06/23/DSC08348copia(1)-U78777775410hYH-624x350@abc.jpg)
En una isla donde no se puede entrar ni salir, como un país sometido a una dictadura, los presos trabajan por la mañana para soñar por la noche. Pero soñar despiertos. Es el momento en el que cierran las cortinas de las habitaciones y hacen un hueco a Charli, uno de los presos que quiso ser director de teatro y vio truncado su sueño al estallar la guerra. Él relata las historias para este ejército de soñadores. Es ahí cuando las puertas del Tindaya se abren. «Es un espacio de libertad. Al fin y al cabo los teatros son los gimnasios de la empatía. Allí conocen que la libertad conlleva derechos y obligaciones y que hay que cuidarlas mirando hacia la comunidad», asegura el director al periódico. Y así sucede. En el Tindaya, todos los personajes pueden soñar con lo que quisieran ser.
La serie muestra una realidad dolorosa, pero aliviada a través de la espontaneidad de los personajes. El humor es una brecha de luz en medio de una oscuridad lúgubre que no deja entrever ni una pizca de esperanza. «Hay que contar la historia sin frivolizar. La risa ejercicio de resiliencia. Lo que viven allí es una pesadilla y la risa tal y como aparece es sanadora y te ayuda a vivir». asegura el director. En el Tindaya cantan y bailan. Solo allí pueden vivir la vida que les gustaría. «Fue un gran reto. Al final cantas lo que esa persona realmente vivió», añade Criado.
El proceso de documentación tampoco fue fácil. Apenas hay documentos oficiales de la época que reconozcan estos hechos. «Es impresionante la ley de absoluto silencio que el franquismo estableció en casos como este», asegura el director. La lectura de 'Viaje al centro de la infamia' de Miguel Ángel Sosa, cartas y el testimonio de Octavio García, quien estuvo unos años allí, le bastaron para construir la historia de Tefía. «Me sorprende muchísimo que en España haya habido campos de trabajo y sean episodios que la gente no conoce o no quiere hablar de ello», asegura el actor. Esta serie es un homenaje a todas las personas que sufrieron. «Es necesario saber de dónde venimos, conocer nuestra historia y no olvidarla. Urge para hacer mejor la convivencia y para defender los valores de la democracia», añade el actor.
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