Un final sosegado y sin fuegos artificiales para 'Sex Education' y sus personajes
El mérito de la temporada final es cerrar la historia de cada personaje con un nuevo principio. El principio de una vida que ya no veremos
![Un final sosegado y sin fuegos artificiales para 'Sex Education' y sus personajes](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/10/04/sex-education-RaDgStFxJbcCRlbNsjURKGJ-1200x840@abc.jpg)
Por fin llegó la cuarta y última temporada de 'Sex Education' a Netflix y lo cierto es que esta temporada de cierre le sienta bastante bien a una de las producciones más exitosas de la plataforma en los últimos años.
El camino que empezó con unos Otis ... , Maeve y Eric en plena efervescencia adolescente y sus viajes personales de descubrimiento sexual y emocional termina cuatro años más tarde con jóvenes adultos mucho menos centrados en los placeres carnales y completamente volcados en sus futuros profesionales y vitales. Por supuesto que el corazón de la serie ha seguido tratando sobre las dificultades de los jóvenes –y no tan jóvenes– a la hora de conseguir conexiones significativas y satisfactorias en el terreno sexual y emocional, pero los guionistas han sabido desarrollar a los personajes lo suficiente para que no se estancaran y no cayeran en el mal de los treintañeros interpretando alumnos de instituto. Se agradece, y mucho, haber podido disfrutar del proceso de maduración de personajes principales y secundarios.
Los primeros dos episodios de esta cuarta temporada, a pesar de las alabanzas previas, son un susto brutal que hace temer lo peor por la serie. El cambio del viejo Instituto Moordale a la nueva e inclusiva escuela Cavendish –dirigida por los propios estudiantes– es un inicio muy dubitativo que no le sienta nada bien y puede que le haga perder a algunos espectadores en el camino. Esos dos episodios se parecen más a 'Euphoria' medicada hasta las cejas de antidepresivos y ansiolíticos que a 'Sex Education'. Gracias a Dios, la serie corrige el rumbo y la sobredosis de modernidad pasa al asiento de atrás y les cede el volante a varias tramas cargadas de realidad humana: amor a distancia, depresión postparto, muertes por sobredosis, amistades que se pierden con la edad y futuros laborales en el aire. Todo ello sin perder ese halo amable que tiene toda la serie. Más que amable, natural.
Porque el mérito de 'Sex Education' es tratar todas las realidades con naturalidad mientras se encoge de hombros y dice «la vida es así». Sin artificios, sin dramones y con cierto grado de estoicismo y resignación que sin duda se destila de su origen británico. Todo muy gris en lo moral y lo ético. 'Sex Education' no habría funcionado si viniera de Estados Unidos, con sus típicos blancos, negros y fluorescentes en sus juicios morales.
El mérito de la temporada final es cerrar la historia de cada personaje con un nuevo principio. El principio de una vida que ya no veremos, pero que podremos imaginar porque le hace justicia a cada uno de ellos. Como si fueran viejos amigos a los que ya no veremos nunca, pero sabemos que siguen con sus vidas.
Mi única queja, y es totalmente subjetiva, es que decidieran malgastaran la bala de 'Last Goodbye' del genial Jeff Buckley en la banda sonora del capítulo siete en lugar de cerrar la serie con ella. Cosas de melómano.
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