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Álex González: «No tengo una vida de excesos, pero soy muy impulsivo»

El actor madrileño cruza el Atlántico en un narcosubmarino en 'Operación Marea Negra', serie que se estrena en Amazon Prime Video el viernes 25

Álex González en 'Operación Marea Negra' Amazon Prime Video
Federico Marín Bellón

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Estuvo cerca de matarse en lancha en el rodaje y conoció la angustia de vivir en un minisubmarino. Sabe lo que es rodar una superproducción rodeado de estrellas internacionales, como 'X-Men: Primera generación' , y es una estrella de nuestra televisión, encumbrado gracias a 'El Príncipe' y 'Vivir sin permiso' . A los 41 años, Álex González está en lo mejor de la vida y de su profesión, superada ya esa etapa en la que sentía que llegaba «un poco tarde a todo».

El viernes estrena en Amazon Prime Video la miniserie 'Operación Marea Negra' , inspirada en la peripecia real del primer narcosubmarino interceptado en Europa, un semisumergible artesanal que atravesó el Atlántico en 2019 con tres toneladas de cocaína en la panza. Escrita por Patxi Amezcua y Natxo López y dirigida por Daniel Calparsoro , en la serie conocemos a Álex González cuando todavía es boxeador, como en su primera película, 'Segundo asalto', por la que fue nominado al Goya.

Rodamos en cuatro distintos y fue sorpresivamente claustrofóbico. Ninguno de los actores contábamos con ello. Estábamos más centrados por tener que pasar tantas horas sin poder quitarnos el neopreno, en pleno mes de junio y en un estudio donde pegaba el sol. Estábamos los tres y otras cinco personas del equipo ahí metidos. Nos ayudó a entender lo que pasaron los tripulantes reales.

Busqué mucha información. Me sorprendió que había muy pocas imágenes. Luego pensé en citarme con él en la cárcel, pero hablando con Calparsoro decidimos que era mejor no hacerlo, al no estar tan basado en los hechos reales. Eso nos permitía dar el asalto a la imaginación, a un lugar más creativo. Es curioso, porque luego, rodando cerca de Vigo, un especialista que hacía escenas de moto acuática se me acercó impresionado porque decía que yo era igual que Agustín. Él era del mismo barrio y lo conocía bien. Es curioso casi a un nivel místico.

La verdad es que le di bastantes vueltas. Según estaba escrito en el guion, parecía que siempre se salvaba, para no hacer que cayera mal. Lo hacía todo un poco por casualidad, en contra de su voluntad. Cuatro días antes de empezar a rodar, hablando con Daniel (Calparsoro), algo no nos convencía y él me dio la clave: en nuestro universo no puede haber víctimas, solo gente responsable. Esa premisa cambió el personaje por completo. Toma decisiones y es como la pólvora. Trabajaba con esa imagen: no puedes volver atrás cuando la prendes y por donde pasa lo quema todo. Eso es Nando. La huida es siempre hacia adelante. Es un tipo muy astuto, intuitivo, impulsivo, que habla poco y hace más. Comprender todo eso me costó un poco. Cuando empezamos a rodar no estaba incorporado del todo, pero por fortuna empezamos por el capítulo 3 y al llegar al 1 se produce la presentación del personaje, que ya tenía más trabajada.

No me preocupa caer mal. Sí había preocupación del guionista por empatizar, entendible, pero uno de los regalos de esta profesión es conocer, aprender, intentar hacer sin juzgar. Entender que no eres bueno ni malo, sino que tiene que ver con las circunstancias. Para mí Nando tiene dos motores, el económico, la ambición, y luego el reconocimiento. Cuando se dedica al boxeo lo busca, luego también como marinero y al final con ese envío tan importante. De repente, es un héroe en el lugar menos esperado. En mitad del océano se da cuenta de su fuerza interior, que no necesita el reconocimiento de nadie. Y ese es el viaje bonito del personaje. Cuando opté por esta variante del personaje no víctima no pensaba en que cayera bien o mal, solo en hacerlo entendible. Es verdad que luego, al ver el resultado, me dicen que empatizan con él. Es fácil si dejamos la ilegalidad a un lado. Es un delito, pero también es un tipo persiguiendo sus sueños.

«Me encantaría una segunda temporada y una tercera de 'Operación Marea Negra' en la que termine siendo un capo, como Pablo Escobar»

Sobre lo de hacer de supervillano, me encantaría. La imagen arquetipo de héroe y villano empezó a cambiar en el 'Batman' de Christopher Nolan . Fue el primero que nos contó los orígenes del bueno y del malo y que explica cómo entender las circunstancias de cada uno. En el extremo está 'The joker'. Claro que me encantaría hacer de supervillano, pero me imagino una segunda temporada y una tercera de 'Operación Marea Negra' en la que termine siendo un capo, como Pablo Escobar.

Con el portugués me liaba un poco, porque el de Portugal lo entiendo algo, pero el de Brasil solo al final, después de mucho tiempo rodando. Hablamos sobre todo en inglés. Lo que más me costó y a lo que más respeto tenía era al acento gallego. Estaba expectante y los gallegos me han dado el aprobado.

Con Daniel he cambiado la palabra duro por exigente. Duro es cuando dedicas muchas horas a un trabajo y no ves resultados. Daniel exige mucho, pero el resultado con él es espectacular. Entonces no es duro. Exige lo máximo, pero visualmente, interpretativamente e incluso más allá, en el proceso, consigue que te diviertas. Por ponerme intenso, consigue que todas las personas de todos los departamentos conecten con el primer día que decidieron dedicarse a esto, con esa ilusión. Siempre pide más y a veces digo: no tengo más, pero encuentras que tienes. Y él a sí mismo se exige, pero desde un lugar lúdico, amable.

A mí también me encanta. Es maravilloso y mejor persona. Yo llevaba la lancha y en un par de ocasiones tuvimos un susto. Una al lado del barco de apoyo, perdimos el walkie a 60 nudos, unos 110 kilómetros por hora. En coche no es mucho pero en el mar es una barbaridad. Sin la experiencia suficiente, me acerqué demasiado y salimos volando. Casi nos matamos.

«Me atrevo a probar más. No tengo miedo a hacerlo mal. ¿Cómo tenía yo la arrogancia de intentar dar en la diana a la primera?»

No pienso mucho en ello, pero sí lo noto. Lo comentaba con mi padre el año pasado. Papá, no sé qué me pasa que ahora trabajo con menos presión. Es la misma disciplina, pero sin el sufrimiento de buscar tanto la aprobación ni intentando trabajar con mis miserias como actor. Es un error que cometía. A veces pensaba que cuantas más miserias mostramos, mejores actores somos. Hay que trabajar desde el placer y el gusto. En 'Toy boy', César Benítez , el productor, me dijo: 'Te veo muy bien, has dado un salto'. ¿Cómo puede ser, si ahora no estoy tan preocupado? Creo que es cosa de la edad. Me atrevo a probar más. No tengo miedo a hacerlo mal, me importa menos, me doy permiso de no acertar siempre. Lo veo en los científicos. Cuando dan con la fórmula correcta es porque han fallado más de cien veces. ¿Cómo tenía yo la arrogancia de intentar dar en la diana a la primera?

Hubo una época en la que quizá estaba más obsesionado. Nunca me había planteado trabajar fuera ni en Hollywood, pero sin querer tuve la oportunidad de hacer 'X-Men' y luego me volví a casa. Recuerdo que se me abrieron muchas puertas y no era consciente de la valía que tenían. Estaba con una de las mejores agencia de allí, CAA, de William Morris . Tuve la oportunidad de quedarme para otros proyectos, pero no se me había perdido nada allí. Cinco años más tarde, me empezó a picar el gusanillo. Volví y las puertas seguían abiertas, pero es muy duro aquello. Ya no tengo esa ansiedad, persigo otras cosas.

La industria también ha cambiado. Hasta hace muy poco, para hacer carrera te tenías que ir con las maletas y aprender otro idioma. Con las plataformas, todo se globaliza. Puedes hacer una serie en un polígono en Madrid, como 'La casa de papel', y te conviertes en una estrella internacional. Me sigue interesando trabajar en otros idiomas, en otros países y culturas, no solo por acceder a otros proyectos sino porque soy muy curioso. Me siento más aprendiz que nunca.

Lo he notado fuera, pero no a lo bestia. Hay dos herramientas nuevas, las plataformas, que son una ventana al mundo, y las redes sociales. Antes estaba IMDb y ahora es mucho más inmediato. Puedes interactuar en el momento. Acabo de estrenar 'Toy boy' en Netflix y de repente me llegan mensajes que no me esperaba de Brasil, Argentina, Ucrania, Guatemala… Es la magia de esto. 'Vivir sin permiso' tuvo mucho éxito en Argentina y ya me había pasado un poco.

Volviendo al personaje de la serie, hay algo que le he dado yo y que me he llevado. Nando no es solo el personaje escrito, es un alter ego mío de alguna forma. Soy bastante precavido con todo y no tengo vida de excesos, pero sí soy muy impulsivo. Me gusta la adrenalina, la velocidad, experiencias fuertes como saltar en paracaídas. Las secuencias de la lancha las disfruté muchísimo.

Fue un momento de esos de 'break' en tu carrera. Me cambió muchísimas cosas. Siempre tuve la sensación de que llego un poco tarde en comparación con los demás. A la pubertad llegue más tarde que mis amigos, con los actores de mi generación, como Miguel Ángel Silvestre , Álex García , Mario Casas , Hugo Silva ... todos habían tenido su momento. Y llegó 'El Príncipe' y fue mi serie, en términos de popularidad. Me abrió muchas puertas de otros proyectos a los que antes no accedía. Siempre voy más tarde que los demás, pero llegó y para mí fue una experiencia inolvidable, una época muy dulce. Me encantaba el proyecto, el personaje y todo lo que me trajo.

La iba a hacer en Estados Unidos. Yo era protagonista. Tuve que pasar cinco castings. Allí hay una cosa que es la 'pilot season', que ya no existe tanto: entre marzo y abril se ruedan todos los pilotos y el porcentaje que sale adelante es el 10%. Este era muy ambicioso. Costó 12,3 millones de dólares y fue difícil que dieran el OK, pero lo dieron y empezamos a rodar. Cuando acabamos el segundo capítulo, lo cancelaron. Fue bastante frustrante. Vi el primero montado y estábamos ilusionados. Empezaba otro momento dulce en mi vida. Ya me había instalado a vivir allí. Me veía pasando un año. Fue un bajón.

«Yo quería hacer buenos trabajos para que me quisieran más. Paré, porque no era sano»

Sí, todo el tiempo. Lo que pasa es que solo hablamos de lo que se ve. Tenemos profesiones en las que tienes que normalizar la frustración y el rechazo. Es lo más difícil. Me ha llevado muchos años comprender que podría ser un pésimo actor y aun así ser buena persona. Cuando haces algo que gusta mucho, te confundes. Yo quería hacer buenos trabajos para que me quisieran más. Paré, porque no era sano. Viendo los Goya reflexioné porque escuchaba un discurso que se repetía mucho: 'Tenéis que ver mi película porque nos ha costado mucho trabajo'. Y a la gente qué le importa. Cuando me entrevistas no me cuentas cuánto te ha costado llegar hasta aquí. El panadero que se levanta a las 4 tampoco lo dice. Ya sabemos que te ha costado mucho. La alegría de mi trabajo es que tengo la suerte de que lo puedo compartir. Por cada éxito hay muchos rechazos. No hay más que ver la vida de las grandes estrellas. Hay veces que lo llevo mejor y otras me toca las narices.

Sí, cuando empecé lo hacía. Los tiempos han cambiado. Antes si eras actor de cine estabas mejor considerado y yo me enamoré de la profesión por el cine. Los actores que admiraba habían hecho carreras de cine. Ahora se hacen muy buenos proyectos de televisión, a veces incluso mejores. No hay diferencias, pero el cine tiene una ventaja: como me enamoré románticamente de él, hay algo que me gusta más. Y desde el punto de vista egoísta, se trabaja con una historia cerrada. En televisión hay que ser más flexible.

Hace tiempo que no… estoy dudando porque quiero ser honesto. Te mentiría si lo negara. Antes me obsesionaba más. Buscaba el reconocimiento. Dejan de tener tanta importancia, pero por supuesto me siguen haciendo mucha ilusión.

Antes, cuando me preguntaban con quién quería trabajar, decía que con Daniel Day Lewis , Javier Bardem , Cate Blanchett , Luis Tosar … Ahora sobre todo quiero hacerlo con compañeros que trabajen desde el placer. Suena ambiguo, pero lo explico: he trabajado con actores a los que admiro mucho, pero se torturan, lo cuestionan todo, el rodaje se convierte en algo denso. Y luego hay compañeros como Nuno, magnífico, que trabaja desde un lugar más lúdico, generoso, está en contacto con el placer. Me da igual el proyecto, el director, los compañeros, pero que todos estemos en contacto con el placer.

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