Un autor casi invisible para el cine
No es José Saramago un autor fácil de leer con ojos de guionista, como si todas sus novelas fueran un poco ciegas
![Un autor casi invisible para el cine](https://s1.abcstatics.com/Media/201006/18/Aciegas--478x270.jpg)
Sólo constan dos adaptaciones al cine, “La balsa de piedra”, extraña coproducción europea dirigida en 2002 por el francés George Sluizer, con Federico Luppi, Icíar Bollaín y Gabino Diego; y “A ciegas”, de Fernando Meirelles, un ensayo más ambicioso que sin embargo pasó de puntillas por la cartelera mundial, no digamos por los Oscar.
Está pendiente de estreno una tercera adaptación, “Embargo”, del portugués António Ferreira, inspirado en un cuento homónimo de su compatriota.
Mario Camus comentaba a ABC que hace años, mucho antes del Nobel, pudo adelantarse a todos cuando recibió el encargo de adaptar para la televisión “Levantado del suelo”, una de las primeras novelas de José Saramago, que parecía destinada a convertirse en una miniserie de seis capítulos. El director de “Los santos inocentes” cuenta que el escritor le pareció un hombre “humilde y simpático”. “La novela es sobre una familia maravillosa y cuenta la historia del Alentejo, sobre la gente que procedía de aquellas tierras. Trabajar con ese texto fue muy interesante y además tuve la suerte de conocer a Saramago”. Al final, sin embargo, “aquella adaptación se frustró por mil cosas que siempre pasan en televisión, cambios de dirigentes…”. Al cineasta no le parece que la novela fuera difícil de adaptar. Simplemente, “el cine muchas veces no se atreve a entrar en temas complicados”, explica Camus.
Lo cierto es que, según Fernando Meirelles, Saramago siempre se mostró reacio, por lo menos en los últimos años, a vender sus historias a los “jodíos peliculeros”, que diría Fernán-Gómez. El luso decía que “el cine mataba la imaginación” y el director de “Ciudad de Dios” tuvo que emplearse a fondo con una batería de cartas, llamadas y mensajes electrónicos, hasta que lo convenció de que “Ensayo sobre la ceguera” podía ser una gran película. Saramago confiesa que «no tenía la certeza, ni siquiera la esperanza, de que el libro fuera tratado con respeto».
Al final, sin tratarse de ninguna obra maestra y con todas las licencias que el cine acostumbra tomarse, “A ciegas” transmite de forma fiel muchas de las inquietudes de la novela. El clima y la fotografía son perfectos, y Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover y Gael García Bernal encabezan un brillante elenco internacional que enriquece la visión de Meirelles. El propio Saramago acabó aceptando como suya la propuesta e incluso participó en la campaña de promoción, circunstancia insólita que en se apresuró a justificar en su visita a nuestro país: «Es curiosa la situación del autor en un acto como este. El autor ha escrito un libro. Al productor le gusta, busca un director y después hacen lo que quieren con la novela. El autor tiene que quedar agradecido».
Pero ¿qué le hizo cambiar de opinión?. «Yo soy muy de simpatías y de antipatías», contó Saramago. «Si se trata de antipatías, no tiene remedio. Pero un día mi agente literaria me presentó a dos señores (el productor Niv Fichman y el guionista Don McKellar) y la cara de ellos me gustó. Y después de decir no cuarenta veces, me encontré sin ningún problema para decir sí». A partir de ahí, Saramago le dio a Meirelles «libertad plena». «Haz lo que quieras», dice que le dijo, «y no me preguntes nada». Lo contrario habría sido «un riesgo para el autor, pero también para el director, que por cuestión de respeto podía verse obligado a aceptar las ideas de otro».
Pero lo mejor de la presencia de José Saramago y Fernando Meirelles en Madrid fue un breve diálogo que muestra que la relación entre ambos no fue siempre una luna de miel.:
—FM: Yo tenía nueve momentos en los que usaba frases del libro, pero creí que no funcionaría; era una imposición al espectador.
—JS: ¿Y por qué no vamos a imponer una cosa al espectador? Se ha creado una especie de forma canónica de contar una historia que se repite película tras película y hay que parar eso.
—FM: Era demasiado literario.
—JS: ¿Literario es algún defecto? No pasa nada, hombre.
—FM: En el primer guión no había frases del libro. Convencí a McKellar
(guionista del filme) y finalmente coloqué esas frases. Luego escuché
quinientas opiniones sobre si debía sacarlas...
—JS: Y las sacaron, claro.
—FM: La vida es muy difícil.
—JS: (Señalando a Meirelles) Este no me preguntó nunca. Dudó durante meses, pero a mí no me preguntó.
—FM: Sí, le pregunté en Lisboa.
Y Saramago, vencido pero no convencido, terminó por cambiar de tema.
Ahora, que ya no podrá discutir nunca con ningún director, si exceptuamos a Hitchcock, Kubrick, Billy Wilder y otros con los que comparte “estado civil”, nos queda por ver «El hombre duplicado», libro que según dejó dicho su autor «ya es un guión». «Después de tantos años de resistencia, diría que ese libro nació para ser adaptado al cine», afirmó.
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