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la dorada tribu

Pamela Anderson, nunca una chica cualquiera

Ha brincado ya los cincuenta años, pero tiene todavía aire de estríper, gasta los pechos de una pornostar, y tiene mucha hemeroteca de novios canallitas que le hacían el reportaje de la luna de miel a todo tanga

Pamela Anderson se reinventa en San Sebastián: «He dudado de mí muchas veces»

El turista sospechoso

Pamela Anderson recibe el premio del Festival de San Sebastián de manos de Gia Coppola ep
Ángel Antonio Herrera

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A Pamela Anderson la ha resucitado Gia Coppola, sobrinísima de Francis Ford, en la película 'The Last Sowgirl', donde Pamela concreta el papel de una vieja gloria de los espectáculos eróticos de Las Vegas, hoy en clara decrepitud entre los casinos virtuales y ... las discotecas siderales. Algo hay, en Pamela, de esa mujer de oficio desabrochado, aunque Pamela vive su biografía de agitación como una lejanía, donde fue chica Play Boy, mito sexual, y una guapa, en general, de las que asoman en los cumpleaños de los millonarios con el corazón de yate. Hay que decirlo cuanto antes: Pamela funciona en esa película. Es más, yo diría que Pamela resulta mejor que la película. Aunque cueste un poco creerlo, o un mucho, Pamela Anderson se aupó de famosa yendo vestida por el mundo. Bueno, medio vestida de bañador rojo, como vigilante de la playa, en la serie del mismo nombre. El bañador ya lo llevará siempre, aunque no lo lleve. Para bien, y para mal.

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