El viaje de Paula Ortiz para traer a Hemingway al siglo XXI
La cineasta adapta 'Al otro lado del río y entre los árboles', la penúltima novela que el escritor publicó en vida y donde se trasluce su mirada más otoñal
Con esta película, que estrena en cines el jueves, regresa a la gran pantalla 8 años después de 'La novia'
Esta es la historia de dos viajes, el de una cineasta que regresa a la gran pantalla y el de una narradora que se atreve a adaptar a un personaje que le es casi antagónico. Las dos convergen en una: Paula Ortiz, la directora ... que ocho años después de triunfar con su personalísima visión de Lorca en 'La novia' vuelve al cine de la mano de Hemingway en 'Al otro lado del río y entre los árboles'.
Para el primer viaje hay que detenerse primero en Venecia, en mitad de la pandemia, cuando todo estaba cerrado pero en la ciudad italiana se permitían los rodajes. Allí, mientras Tom Cruise daba saltos entre edificios esquivando test Covid, Paula Ortiz rodaba este relato de Hemingway, una «novela menor» para muchos, muy diferente de 'Adiós a las armas' o 'París era una fiesta'. Y en esas, Paula Ortiz se descubre en la plaza Santo Stefano sentada con Álex de la Iglesia (que estaba rodando 'Veneciafrenia') hablando de lo divino y lo humano mientras solo se escuchaba el gorjeo de las palomas. Fue un milagro, recuerda: una ciudad fantasmal para una historia crepuscular que acabó en sus manos casi de rebote.
Porque hay películas con tantas tramas en las bambalinas como profundidad tiene lo que se ve en la pantalla. Sería, y viene al caso, un trasunto de la teoría del iceberg que Hemingway asentó con su obra. A Paula Ortiz le ofrecieron este proyecto desde los márgenes de la industria americana con un elenco internacional y la posibilidad de rodar en Venecia. Sabían de su talento para adaptar a maestros de la literatura (las 12 nominaciones al Goya de 'La novia' lo avalan), pero Paula Ortiz dijo 'no'. Estaba tratando de sacar adelante otro proyecto (mientras la sombra de Santa Teresa ya le sobrevolaba) y no aceptó el encargo. Un giro de guion tumbó la película que estaba preparando y terminó por aceptar 'Al otro lado del río y entre los árboles'. Eso sí, lo hizo suyo. Trabajó el guion tanto que en una última versión, ya a cuatro manos con el protagonista, la estrella de Hollywood Liev Schreiber, fusionaron el final del autor con el del personaje en la obra: «La novela no acaba así, pero quisimos imbricar más al propio Hemingway con su novela, porque él mismo ya afirmaba que el coronel Candle es un trasunto de sí mismo y de ese momento de su vida en Italia», cuenta la directora.
«Un Hemingway otoñal»
Ese momento no era otro que el crepúsculo del escritor. «Es un Hemingway otoñal, decadente, que en el final de su vida ve cómo todo se desmorona. Y como es un hombre que ha sabido tener siempre una alerta para lo esencial en lo humano, al desmoronarse se pregunta si ha merecido la pena tanta guerra, tantas mujeres, tanto conflicto», señala.
![Imagen secundaria 1 - Arriba, Paula Ortiz. Abajo, fotográmas de 'Al otro lado del río...'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/10/09/DSCF0231-ka0C--464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, Paula Ortiz. Abajo, fotográmas de 'Al otro lado del río...'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/10/09/DSCF0867-ka0C--278x329@abc.jpg)
Del segundo viaje, el de traer al presente al «macho americano por excelencia», hay una frase que lo resume todo: «Hemingway me ha escupido en muchos momentos a lo largo del proceso», dice Paula Ortiz sin perder la sonrisa gigante que le acompaña siempre. No es una exageración, promete, porque en ese camino se creó «una cuerda en tensión» que, pese a todo, recuerda como «muy interesante»: «Me pregunté a mí misma por qué quería hacer a Hemingway y me di cuenta de que es un autor antagónico a mí en el sentido generacional. Además, está su masculinidad absolutamente superlativa; le gustaba estar en el centro de los conflictos, de la guerra, del boxeo, de los toros, de las mujeres, del alcohol... Toda esa sensibilidad es absolutamente opuesta a la mía. No tengo nada que ver con eso. Pero, al mismo tiempo, una de las razones de la búsqueda en lo humano es asomarse al opuesto, a lo antagónico a ti, al ver lo que no eres. Y a mí me parecía un reto muy interesante como mujer del siglo XXI española intentar contar al hombre del siglo XX americano», desgrana la cineasta, que promete haberlo hecho «desde mis formas más femeninas, pero respetando las suyas».
Y lo explica: «Si te estoy contando a ti, tengo que entrar en ti. Eso sí que ha sido muy bonito, y yo he aprendido muchísimo. Muchos días nos reíamos al darnos cuenta de que Hemingway me estaba escupiendo a la cara», cuenta con esa forma que tiene Paula Ortiz de contar la cosas, en la que se mezclan un estilo casi didáctico (es profesora en la Universidad de Barcelona) y algo parecido a una espiritualidad tan certera y precisa como tierna: «Él es alguien que intenta despojar todo lo superfluo de la narración, todo lo que no sea el centro de la pregunta central y de la herida central que está contando. Y como hay algo en mi inclinación a lo poético y a regodearse en otras cosas, él me ha enseñado a mirar y a imponer el relato desde otro lugar», revela.
No cancelen al creador
Lo que dice Paula Ortiz desde la aparente sencillez es, en realidad, algo revolucionario. A Hemingway lo han querido cancelar en este siglo por representar lo que -para la mayoría- era normal en el siglo pasado: «Es que yo estoy en contra de la censura y de la cultura de la cancelación porque creo que el espacio de la ficción, de la imaginación, tiene que servir para poner en cuestión todo», celebra la cineasta, que, ironías de la vida, pese a llevar ocho años sin estrenar en la gran pantalla, lanzará a finales de noviembre 'Teresa', un proyecto que sí ha levantado desde sus cimientos y en el que ha trabajado mano a mano con el dramaturgo Juan Mayorga.
Pero volvamos a Hemingway. «Leerlo es asomarnos al siglo XX, a sus valores y a sus luchas -indica Ortiz-. Cuando nos adentramos en alguien, tenemos que ser capaces de discernir lo que te guardas de él y qué cosas ya no nos valen, porque en el fondo somos hijos de esos hombres. Lo interesante y lo que me atrae como un abismo de Hemingway es el amor-odio que le tengo: reconocimiento enorme a muchas cosas y repulsión en otras cosas. Entre ellas, muchas que tienen que ver en cómo me hubiera considerado a mí como mujer. Pero creo que hubiéramos tenido una conversación muy interesante. Y yo sostengo que la cultura está para eso, porque un reto femenino y feminista es poder adentrarse en los relatos masculinos y de la masculinidad», sentencia la cineasta, que este jueves llegará a la meta de sus dos viajes con el estreno en la gran pantalla de 'Al otro lado del río y entre los árboles'.
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