El salto mortal de Mario Casas en ‘Mi soledad tiene alas’, su primera película como director
Dirige a su hermano Óscar y a Candela González en esta trepidante historia de juventud y amor que se estrena este viernes en cines
Mario Casas se pone bajo la batuta de Rodrigo Cortés en 'Escape', producida por Scorsese
«Todo lo que veo, lo que hago, lo hago pensando en la película, no puedo salir de ahí». Quien habla es Mario Casas, hoy un hombre serio y angustiado ante la inminencia del estreno este viernes de su primera película como director, ‘Mi soledad tiene alas’. A sus 37 años, vuelve a exponerse, a arriesgarse ante los que llevan años esperándole. Porque con ‘Adiós’ o ‘No matarás’ –sus últimos papeles importantes como actor– se quitó el sambenito de estrella juvenil de la misma manera que años antes se quitaba la camiseta. Ya no queda nada de aquel chaval. Porque ahora habla –o al menos lo parece– con la severidad en cada afirmación del que quiere demostrar que se está dejando la vida en esto.
Y esto no es otra cosa que su debut tras las cámaras. Y la responsabilidad es mayor cuando delante de la pantalla ha puesto a su hermano Óscar Casas y a una debutante, Candela González. Y más riesgo aún: él escribe la historia –junto a Déborah François–, que tiene algo de autobiográfica, porque él también recuerda que tuvo que cambiarse de ciudad para buscarse un futuro en una profesión que, dice, se lo ha dado todo. Y donde también, y no se equivoca, se lo ha dejado todo.
Sus protagonistas son bastante más salvajes. Jóvenes de barrio que viven el día a día entre atracos y fiestas. Y aunque una mala jugada del destino les empuja a la huida, en el fondo esconden un talento que quieren sacar a la luz... Tanto como los actores que los interpretan, y a los que Mario Casas ha llevado de la mano en las semanas de rodaje. Algo así como una voz en off dentro de su cabeza. «He sido pesado, muy pesado», dice con una risilla entre de vergüenza y ternura. Aunque rápidamente se reconduce. «A ver, también hubo muchas secuencias en las cuales no decía nada; les daba las indicaciones y los dejaba volar, pero es cierto que en otras sí estaba en su cabeza todo el rato como ese pepito grillo que les hablaba de fondo».
Porque hay cosas que no cambian. O que no se pueden evitar. Como que un actor, por mucho que se convierta en director, no se deje arrastrar por el gusanillo de la pantalla. Y aunque en ‘Mi soledad tiene alas’ Mario Casas tenía claro que no podía salir en pantalla por eso de no robarles el protagonismo, sí que vivió gran parte del rodaje como un intérprete más. «Es cierto que de repente salía inconscientemente el actor. He estado completamente en todas las escenas siempre pegado a ellos. No podía quedarme en el combo, por ejemplo, sino que tenía la necesidad de ser un actor más dentro de la escena, de respirar la escena con ellos. Me dijeron de hacer un cameo, pero creo que por el tipo de peli que es, por la historia que estamos contando, como espectador te saltaría, y más estando Oscar como protagonista», sentencia.
Aprendizaje y críticas
Más allá de lo que haya podido enseñar a Óscar y Candela, ‘Mi soledad tiene alas’ ha sido un viaje a la universidad para Mario Casas. «Sé lo que va a pasar con las críticas, como lo sé cuando es como actor... Creo que cuando haces una primera película hay muchos aciertos y hay muchos errores. Ya en montaje me di cuenta de muchas cosas... O sea, sigo aprendiendo, sigo diciendo, ¿y esto por qué no lo hice? Ostras, me falta esto aquí... Yo creo que en todo el proceso sigues aprendiendo y me imagino que a la larga, cuando siga pensando en la peli, cuando pase un año o dos años y vuelva a dirigir, diré: vale, pues no haré lo que hice en su día porque no funciona... O al menos, no me funcionó», reflexiona el intérprete, que pone como ejemplo a Raúl Arévalo, el actor que debutó como director con ‘Tarde para la ira’. «Empezamos juntos en ‘El camino de los ingleses’, y ya en su día hablábamos que a los dos nos gustaba... Yo me he fijado en él porque su película es una de las mejores para mí y los actores están increíbles. Porque al final eres actor y de lo que sabes, de lo que entiendes, es del trabajo y de lo que sienten los actores. Porque quiero que ellos estén bien», sentencia Casas.
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