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'La restauración', el limbo de la incertidumbre o la incertidumbre del limbo

La ópera prima del director y productor David M. Mateo, disponible en Filmin, ofrece una reflexión diferente sobre la pérdida de los seres queridos

'La Restauración', la película independiente con alma de 'blockbuster'

Fotograma de 'La Restauración', de David M. Mateo abc

Nacho Serrano

El debutante David M. Mateo ha venido para hacer un cine español diferente, sin ataduras canónicas, y así lo demuestra 'La Restauración', película rodada en inglés y castellano con localizaciones madrileñas de excepción como el Museo del Prado o la Academia de las Bellas Artes de San Fernando, cuyo punto de partida es la misteriosa desaparición del marido de la protagonista, Marcia, interpretada por la actriz Lana Aubrey.

Desorientada por el desconocimiento de los pasos a seguir ante semejante circunstancia en un país que no es el suyo, Marcia decide no caer en la desesperación y concentrarse en su trabajo como restauradora de cuadros y mantener la normalidad ante su hijo y su hermano, con los que vive en el centro de Madrid. Pero el peso de la incertidumbre va haciéndose más y más insoportable a lo largo del metraje, llevándola a una situación tan angustiosa que termina difuminando la frontera entre lo real y lo irreal.

Es al caer en esa espiral donde el papel interpretado por Lana Aubrey se convierte en el nudo gordiano del filme. «Hicimos varios cástings online a nivel internacional y recorrimos todas las agencias de representación de actores de España, pero 'nuestra' Marcia no aparecía», explicó Mateo a ABC antes del estreno. «El resto de aspectos de la producción avanzaban a buen ritmo, pero sin la actriz principal quizá no tendría sentido seguir hacia adelante. Finalmente apareció: una foto que Lana Aubrey nos había enviado nos enamoró de inmediato. Era ella, era Marcia».

Tratándose de un proyecto independiente (disponible en Filmin) de apenas 150.000 euros de presupuesto, resulta especialmente meritorio el logro de las localizaciones y el aprovechamiento que hicieron de éstas (en El Prado tuvieron tres horas y media para rodarlo todo), con especial mención para la fotografía de Willy Jauregui.

Los paralelismos entre la trama y la profesión de Marcia, como el empeño en restaurar el pasado, en eliminar los efectos del paso del tiempo, van estructurando una lógica argumental no exenta de tensión y de expectativas de giros inesperados, imantando la atención del espectador en un filme breve (de 78 minutos de duración) pero que consigue construir una suerte de universo propio.

La película, un entretenido thriller psicológico con destacable banda sonora compuesta íntegramente por Hugo Race, músico australiano y ex guitarrista de Nick Cave, se precipita hacia un final abierto a la libre interpretación que, esto podría ser spoiler o quizá no, parece apuntar hacia Amenábar o Shyamalan.

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