Fisahara: cine en medio del desierto para seguir la lucha saharaui
El Festival Internacional de Cine del Sáhara Occidental celebra su XVIII edición en los campamentos saharauis levantados en el desierto en Argelia en medio del abandono institucional español pero con la misma ilusión y fuerza para seguir resistiendo
![Sede de la XVIII edición del FiSahara, (Festival Internacional de Cine Sahara)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/05/04/FiSahara_Proyecciones_2-kFkC-U602379805538G7F-1200x840@diario_abc.jpg)
Cuando el sol se va en los campos de refugiados saharauis en Argelia, las pantallas se encienden y la gente se acomoda en las grandes alfombras extendidas en la arena. Estamos en la wilaya de Auserd , en Argelia, sede de la XVIII edición del FiSahara, (Festival Internacional de Cine Sahara) uno de los pocos festivales que se hacen en un campo de refugiados. El ir y venir de camionetas con los equipos es constante. No es fácil montar un festival de cine en mitad de un campamento de refugiados a temperaturas que ya superan los 40 grados y el siroco (viento del desierto) levanta la arena.
Desde hace más de 20 años, el cine se ha convertido en este trozo de tierra en una seña de identidad en la sociedad saharaui. Y no solo eso, para muchos jóvenes ha significado una forma de vida que de ninguna manera se hubieran planteado sin que el cine llegara hasta aquí.
«El cine ha cambiado mi vida», dice Ahmed, director nacional de cine y teatro. Ahmed nació en los campamentos de refugiados levantados en 1976 por los saharauis en el desierto de Tinduf (Argelia). Su familia, como otras cientos de miles se vieron obligados a abandonar sus casas y vagar por el desierto hasta este punto tras la entrada del Ejército marroquí en la conocida como Marcha Verde. Desde entonces, viven en un campamento que empezó siendo solo jaimas (típica tienda de campaña de los nómadas del norte de África) y ahora conforman cinco wilayas que conservan los nombres del Sáhara Occidental.
Ahmed fue uno de tantos adolescentes que viajó a Cuba a estudiar. Hizo Química, pero tras casi una década en el país sudamericano, decidió volver. «Cuando llegué a los campamentos la química no me servía de nada y fue inevitable encontrar una nueva ilusión en el cine».
De traductor a productor
Algo parecido le pasó a Dah. También fue a Cuba a estudiar con tan solo 14 años y al volver a los campamentos, comenzó a trabajar como traductor para el festival: «Al principio sólo traducía y acompañaba a los cineastas y a la organización, pero me iba interesando cada vez más el cine y sobre todo la producción». Así que tomó la decisión de estudiar cine. «Fue complicado explicárselo a mis padres, porque no entendían muy bien a qué me quería dedicar». Lo dejó todo y gracias a la organización del FiSahara pudo entrar en la escuela de cine en Madrid. Dah se quedó en España y va y viene a los campamentos. «Me gusta España y quiero seguir ahí pero sé de dónde vengo».
El Fisahara ha cambiado muchas vidas. Significó un antes y un después en los campamentos, no sólo por el altavoz en el que se conviritó para la lucha saharaui, «sino por el cambio de mentalidad de mucha gente tanto en los campamentos como de los que vienen como público y conviven con nosotros esta semana», explica el director nacional de Cine.
La ilusión se nota en la cara de Omar y Sale. Dos jóvenes estudiantes de 22 y 24 años que están enfrascados en la grabación de la película que necesitan presentar para graduarse. «El cine es mi vida», dice Omar. El sueño de los dos chicos es irse fuera a estudiar: «Ir a Hollywood, ¿quién sabe?, pero luego presentar la película aquí, con nuestra gente, con nuestro pueblo»
En 2011 Fisahara inauguró una escuela de cine en los campamentos , la Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh y desde ahí han estado formando a decenas de jóvenes.
Abandono del Gobierno
La primera edición del festival se celebró en 2003 y entonces, apenas tenía equipo para las proyecciones. Contaban con un generador que «a veces funcionaba y a veces no», cuenta Muna, una joven saharaui directora de teatro. Ahora cuenta con una pantalla enorme donde se proyectan las películas principales y otra más pequeña para los niños.
«Se trata de un festival anual de cine, cultura y derechos humanos que lo que busca es hacer pasar un buen rato pero sobre todo empoderar al pueblo saharaui a través del cine», explican desde la organización. La programación combina mesas redondas, proyecciones y talleres.
Este año, el lema es 'Jaimita Fi Sahara' (Nuestra jaima en el cine) y abrió el festival la proyección de 'Insumisas', un documental que pone en valor la resistencia de las mujeres activistas saharauis en los territorios ocupados por Marruecos.
Son más de 20 años haciendo este festival, que celebra su XVIII edición este año, y en este tiempo muchos han sido los actores, directores y artistas que han pasado por los campos. Lo hicieron los Bardem en varias ocasiones, Javier Fesser o Sergio Peris Mencheta y como este año Carolina Yuste y Nathalie Poza, Guillermo Toledo, el cantautor Pedro Pastor han acompañado al festival. En este tiempo también han tenido altibajos y años en los que no han podido celebrarlo como en 2012. Un año antes tuvo lugar el secuestro de tres cooperantes (dos españoles y una italiana) por la rama de Al Qaida en el Magreb.
«Aunque la cooperación con el pueblo español sigue siendo vital, la colaboración con las instituciones españolas ha ido a menos», aseguran los organizadores. Durante un tiempo, el propio Gobierno español ayudaba económicamente al festival con subvenciones, pero «hace ya tiempo, antes de que Sánchez diera el volantazo sobre la cuestión saharaui, que desde el Ejecutivo no nos dan nada. Entramos en un silencio administrativo y hasta hoy», explican.
En marzo de 2022 Marruecos hizo pública una carta firmada por Pedro Sánchez en la que el Gobierno español admitía la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Un cambio que pilló por sorpresa al Frente Polisario (quien controla el Sahara Occidental), al Parlamento español y sobre todo a los saharauis. El pueblo habla de «traición»; pero sobre todo de decepción.
A pesar de este revés, los saharauis lo tienen claro: «Nuestra lucha seguirá por buscar la independencia de nuestro pueblo, y el cine es nuestra arma para conseguir llegar a todos», sentencia Ahmed.
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